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Columnista - 20 abril, 2020

Valledupar ya tiene represa

La disminución drástica del cauce del río Guatapurí en estas épocas de estío, y ante el peligro inminente de que se llegue a secar, aflora la necesidad de tener otra fuente de suministro de agua para la ciudad; se ha vuelto a mencionar la urgencia de sacar adelante la represa de Los Besotes. Sobre el […]

La disminución drástica del cauce del río Guatapurí en estas épocas de estío, y ante el peligro inminente de que se llegue a secar, aflora la necesidad de tener otra fuente de suministro de agua para la ciudad; se ha vuelto a mencionar la urgencia de sacar adelante la represa de Los Besotes. Sobre el particular quiero llamar a la reflexión y plantear una propuesta alternativa.

Hoy en día la construcción de una represa de esa magnitud, además de un gigantesco costo financiero, difícil trámite y ardua gestión, también generan un fuerte impacto ambiental.                                               La media mundial de consumo de agua es de 150 litros habitante día; o sea, que, para abastecer de agua potable a 500.000 habitantes, Valledupar necesita 75’000.000 litros cada día, lo que equivale a un caudal de 870 litros por segundo que son suplidos por el río Guatapurí.

El área urbana de Valledupar cuenta con un acuífero subterráneo impresionante, tal como lo dejó consignado el estudio hecho por la Misión Tahal de Israel a finales de los 60; por ello me atrevo a decir que la ciudad tiene una inmensa represa, al tiempo que cuenta con una altísima radiación  que le permiten captar abundante energía solar gratuita.

De un pozo profundo perforado en la ciudad fácilmente podemos bombear con energía solar 50 litros por segundo; ¡o sea, que con menos de 20 pozos solucionamos el problema de abastecimiento!  Cada uno de estos puede tener un costo de construcción de 40 millones de pesos; su equipo de bombeo, otros 60; la unidad captadora de energía fotovoltaica otros 100; el cerramiento de protección y seguridad del sitio y equipos otros 50; adicional se debe invertir en una planta potabilizadora para la red de pozos o en la conducción de sus aguas hasta la planta actual de Emdupar lo que puede rondar los 50 millones para un costo global de $300 millones por pozo.  

Los 20 pozos que necesitamos para garantizar el suministro de agua ante una eventual sequía del rio tendrían un costo de inversión única e inicial de $6.000.000.000; cifra inferior a los 7 u 8 mil millones de pesos que cuesta el solo estudio de diseño de la represa de Besotes.

El costo de funcionamiento de un pozo es casi cero, y sólo se usarían en los días de sequía del río; por lo que no hay peligro de que se agoten.

Por la urgencia que tenemos, pienso que ésta es una solución inmediata, viable, de fácil gestión, con mayor probabilidad de ejecución que la lejana y súper costosa idea de la represa que aun tiene que vencer varios requisitos entre esos el Estudio de Impacto Ambiental y la aprobación por parte del grupo étnico dueño del área que de no alcanzarlos, pueden acabar con esa ilusión. Este mismo análisis es válido para los empresarios agropecuarios que están urgidos de poner agua de riego a su predio: la mejor opción es invertir en pozo profundo y bombear con energía solar.  

Hace unos años pude asistir a una reunión con propietarios de terrenos planos que serían beneficiarios potenciales del distrito de riego que se haría con la represa de Besotes; varios se opusieron rotundamente al montaje de un distrito de riego, esgrimiendo que ellos sin distrito hace mucho tiempo vienen regando sus tierras pagando solo la tarifa anual de asignación a Corpocesar, entonces para qué van a promover una represa y un distrito que además de elevarles el avalúo catastral, los va a obligar a instalar un contador en cada predio y pagar por litro consumido.
Es solo un humilde aporte que dejo para la reflexión. Ruego excusas si me equivoco.


Columnista
20 abril, 2020

Valledupar ya tiene represa

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Javier Yamin

La disminución drástica del cauce del río Guatapurí en estas épocas de estío, y ante el peligro inminente de que se llegue a secar, aflora la necesidad de tener otra fuente de suministro de agua para la ciudad; se ha vuelto a mencionar la urgencia de sacar adelante la represa de Los Besotes. Sobre el […]


La disminución drástica del cauce del río Guatapurí en estas épocas de estío, y ante el peligro inminente de que se llegue a secar, aflora la necesidad de tener otra fuente de suministro de agua para la ciudad; se ha vuelto a mencionar la urgencia de sacar adelante la represa de Los Besotes. Sobre el particular quiero llamar a la reflexión y plantear una propuesta alternativa.

Hoy en día la construcción de una represa de esa magnitud, además de un gigantesco costo financiero, difícil trámite y ardua gestión, también generan un fuerte impacto ambiental.                                               La media mundial de consumo de agua es de 150 litros habitante día; o sea, que, para abastecer de agua potable a 500.000 habitantes, Valledupar necesita 75’000.000 litros cada día, lo que equivale a un caudal de 870 litros por segundo que son suplidos por el río Guatapurí.

El área urbana de Valledupar cuenta con un acuífero subterráneo impresionante, tal como lo dejó consignado el estudio hecho por la Misión Tahal de Israel a finales de los 60; por ello me atrevo a decir que la ciudad tiene una inmensa represa, al tiempo que cuenta con una altísima radiación  que le permiten captar abundante energía solar gratuita.

De un pozo profundo perforado en la ciudad fácilmente podemos bombear con energía solar 50 litros por segundo; ¡o sea, que con menos de 20 pozos solucionamos el problema de abastecimiento!  Cada uno de estos puede tener un costo de construcción de 40 millones de pesos; su equipo de bombeo, otros 60; la unidad captadora de energía fotovoltaica otros 100; el cerramiento de protección y seguridad del sitio y equipos otros 50; adicional se debe invertir en una planta potabilizadora para la red de pozos o en la conducción de sus aguas hasta la planta actual de Emdupar lo que puede rondar los 50 millones para un costo global de $300 millones por pozo.  

Los 20 pozos que necesitamos para garantizar el suministro de agua ante una eventual sequía del rio tendrían un costo de inversión única e inicial de $6.000.000.000; cifra inferior a los 7 u 8 mil millones de pesos que cuesta el solo estudio de diseño de la represa de Besotes.

El costo de funcionamiento de un pozo es casi cero, y sólo se usarían en los días de sequía del río; por lo que no hay peligro de que se agoten.

Por la urgencia que tenemos, pienso que ésta es una solución inmediata, viable, de fácil gestión, con mayor probabilidad de ejecución que la lejana y súper costosa idea de la represa que aun tiene que vencer varios requisitos entre esos el Estudio de Impacto Ambiental y la aprobación por parte del grupo étnico dueño del área que de no alcanzarlos, pueden acabar con esa ilusión. Este mismo análisis es válido para los empresarios agropecuarios que están urgidos de poner agua de riego a su predio: la mejor opción es invertir en pozo profundo y bombear con energía solar.  

Hace unos años pude asistir a una reunión con propietarios de terrenos planos que serían beneficiarios potenciales del distrito de riego que se haría con la represa de Besotes; varios se opusieron rotundamente al montaje de un distrito de riego, esgrimiendo que ellos sin distrito hace mucho tiempo vienen regando sus tierras pagando solo la tarifa anual de asignación a Corpocesar, entonces para qué van a promover una represa y un distrito que además de elevarles el avalúo catastral, los va a obligar a instalar un contador en cada predio y pagar por litro consumido.
Es solo un humilde aporte que dejo para la reflexión. Ruego excusas si me equivoco.