En la columna anterior hice un introito sobre la iniciativa del gobierno Municipal de Valledupar, denominada “Valledupar Vuelve al Campo”, resalté la pertinencia de valorar las lecciones del programa “el Cesar siembra” con el fin de mejorar las proyecciones de la iniciativa, para aprovechar las ventajas comparativas del territorio en el escenario que permita influir […]
En la columna anterior hice un introito sobre la iniciativa del gobierno Municipal de Valledupar, denominada “Valledupar Vuelve al Campo”, resalté la pertinencia de valorar las lecciones del programa “el Cesar siembra” con el fin de mejorar las proyecciones de la iniciativa, para aprovechar las ventajas comparativas del territorio en el escenario que permita influir en la seguridad alimentaria local, regional, nacional e incluso mundial.
Para recuperar la otrora vocación agropecuaria y poder influir en la seguridad alimentaria, es perentorio adelantar las siguientes actividades: asumir el reto de diseñar el inventario de los predios baldíos, legalización de tierras, uso del suelo, cooperación, agremiación, sustracción del área de reserva forestal protegida por la Ley 2a de 1959, construcción de vías terciarias, transporte multimodal, aprovechamiento y protección del recurso hídrico, agricultura de precisión, tecnología, migración rural y blindar al sector con garantías fitosanitarias.
En aras de coadyuvar con el proceso del programa municipal, en esta oportunidad resalto que el maíz, la soja, el azúcar y el trigo son los cultivos más comercializados como porcentaje del consumo mundial y, la perspectiva de la demanda para 2027 de estos productos básicos sigue estrechamente vinculada a un aumento de la población mundial y el crecimiento de los ingresos en los mercados emergentes asiáticos, especialmente en China.
Estos cuatro cultivos tienen curvas de costo planas, lo que significa que los pequeños cambios en la dinámica del mercado, y mucho menos los grandes cambios que podrían provocar las cuatro tendencias, pueden tener un efecto descomunal en la competitividad de las exportaciones. También se debe tener en cuenta que el trigo se comercializa a distancias más cortas porque se produce ampliamente en todo el mundo, por lo que es probable que se vea menos afectado por las interrupciones que los otros tres cultivos.
Las cuatro tendencias están relacionadas con los siguientes escenarios: 1. Comeremos de manera diferente. Los mercados en desarrollo están alcanzando los niveles de consumo de proteínas de los desarrollados, y ambos están luchando contra la obesidad. Si esta tendencia se acelera, podría conducir a una mayor demanda de alimentos ricos en proteínas y productos cárnicos alternativos. 2. Produciremos alimentos y comerciaremos de manera diferente. Los avances en la tecnología agrícola aumentarán la transparencia y la trazabilidad en toda la cadena de valor. Esto probablemente resultará en una mayor eficiencia, reducción de desperdicio y reducción de los márgenes de ganancia. 3. Llevaremos a cabo el comercio con diferentes reglas, la intervención y los subsidios del gobierno podrían remodelar la dinámica del mercado y tener efectos a largo plazo en el comercio global y, 4. Vamos a la fuente de diferentes lugares, nuevas regiones de producción de alimentos, especialmente, África subsahariana, y Asia oriental, estimulado por menores costos de energía y desafíos relacionados con el clima en las geografías agrícolas tradicionales.
Los avances en el cambio climático, las guerras comerciales, las nuevas tecnologías y las elecciones de los consumidores podrían conducir a una revolución en la forma en que comemos, producimos, obtenemos y comercializamos alimentos. Estas posibles interrupciones en la cadena de valor de los alimentos representan riesgos para las partes interesadas en el sector agrícola, desde los productores, proveedores de insumos y comerciantes hasta compañías de bienes de consumo, inversionistas y formuladores de políticas.
Este estudio orientado por McKinsey, relacionado con la preparación para la interrupción de la cadena de valor alimentaria, concluye que es esencial que las partes interesadas tengan en cuenta estas tendencias en sus estrategias, para aumentar las posibilidades de crear valor, incluso ante la interrupción. Asimismo, resaltan que en los próximos años, solo los productores que hayan dominado la agricultura de precisión estarán listos para aprovechar las tecnologías agrícolas de próxima generación.
En la columna anterior hice un introito sobre la iniciativa del gobierno Municipal de Valledupar, denominada “Valledupar Vuelve al Campo”, resalté la pertinencia de valorar las lecciones del programa “el Cesar siembra” con el fin de mejorar las proyecciones de la iniciativa, para aprovechar las ventajas comparativas del territorio en el escenario que permita influir […]
En la columna anterior hice un introito sobre la iniciativa del gobierno Municipal de Valledupar, denominada “Valledupar Vuelve al Campo”, resalté la pertinencia de valorar las lecciones del programa “el Cesar siembra” con el fin de mejorar las proyecciones de la iniciativa, para aprovechar las ventajas comparativas del territorio en el escenario que permita influir en la seguridad alimentaria local, regional, nacional e incluso mundial.
Para recuperar la otrora vocación agropecuaria y poder influir en la seguridad alimentaria, es perentorio adelantar las siguientes actividades: asumir el reto de diseñar el inventario de los predios baldíos, legalización de tierras, uso del suelo, cooperación, agremiación, sustracción del área de reserva forestal protegida por la Ley 2a de 1959, construcción de vías terciarias, transporte multimodal, aprovechamiento y protección del recurso hídrico, agricultura de precisión, tecnología, migración rural y blindar al sector con garantías fitosanitarias.
En aras de coadyuvar con el proceso del programa municipal, en esta oportunidad resalto que el maíz, la soja, el azúcar y el trigo son los cultivos más comercializados como porcentaje del consumo mundial y, la perspectiva de la demanda para 2027 de estos productos básicos sigue estrechamente vinculada a un aumento de la población mundial y el crecimiento de los ingresos en los mercados emergentes asiáticos, especialmente en China.
Estos cuatro cultivos tienen curvas de costo planas, lo que significa que los pequeños cambios en la dinámica del mercado, y mucho menos los grandes cambios que podrían provocar las cuatro tendencias, pueden tener un efecto descomunal en la competitividad de las exportaciones. También se debe tener en cuenta que el trigo se comercializa a distancias más cortas porque se produce ampliamente en todo el mundo, por lo que es probable que se vea menos afectado por las interrupciones que los otros tres cultivos.
Las cuatro tendencias están relacionadas con los siguientes escenarios: 1. Comeremos de manera diferente. Los mercados en desarrollo están alcanzando los niveles de consumo de proteínas de los desarrollados, y ambos están luchando contra la obesidad. Si esta tendencia se acelera, podría conducir a una mayor demanda de alimentos ricos en proteínas y productos cárnicos alternativos. 2. Produciremos alimentos y comerciaremos de manera diferente. Los avances en la tecnología agrícola aumentarán la transparencia y la trazabilidad en toda la cadena de valor. Esto probablemente resultará en una mayor eficiencia, reducción de desperdicio y reducción de los márgenes de ganancia. 3. Llevaremos a cabo el comercio con diferentes reglas, la intervención y los subsidios del gobierno podrían remodelar la dinámica del mercado y tener efectos a largo plazo en el comercio global y, 4. Vamos a la fuente de diferentes lugares, nuevas regiones de producción de alimentos, especialmente, África subsahariana, y Asia oriental, estimulado por menores costos de energía y desafíos relacionados con el clima en las geografías agrícolas tradicionales.
Los avances en el cambio climático, las guerras comerciales, las nuevas tecnologías y las elecciones de los consumidores podrían conducir a una revolución en la forma en que comemos, producimos, obtenemos y comercializamos alimentos. Estas posibles interrupciones en la cadena de valor de los alimentos representan riesgos para las partes interesadas en el sector agrícola, desde los productores, proveedores de insumos y comerciantes hasta compañías de bienes de consumo, inversionistas y formuladores de políticas.
Este estudio orientado por McKinsey, relacionado con la preparación para la interrupción de la cadena de valor alimentaria, concluye que es esencial que las partes interesadas tengan en cuenta estas tendencias en sus estrategias, para aumentar las posibilidades de crear valor, incluso ante la interrupción. Asimismo, resaltan que en los próximos años, solo los productores que hayan dominado la agricultura de precisión estarán listos para aprovechar las tecnologías agrícolas de próxima generación.