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Columnista - 2 julio, 2019

Valledupar, estancamiento Caribe

En una de esas tertulias amenas que suelen surgir en espacios que invitan a ello, en esta oportunidad el sitio fue donde Edith Mendoza, la mona de patacón pisa’o; el título de esta nota: "Valledupar, estancamiento Caribe" se dio allí, por el análisis que hacía nuestro amigo y colega Luis Mieles, un pacífico administrador público; él hacia un parangón de las épocas de alcalde de Rodolfo Campo Soto, Aníbal Martínez Zuleta y clasificó arrastrando la primera administración de Elías Ochoa; análisis hecho con todos los alcaldes electos popularmente.

En una de esas tertulias amenas que suelen surgir en espacios que invitan a ello,  en esta oportunidad  el sitio  fue  donde Edith Mendoza, la mona de patacón pisa’o; el título de esta nota: “Valledupar,  estancamiento Caribe”  se dio allí, por el análisis  que hacía nuestro  amigo y colega  Luis Mieles, un pacífico administrador público; él  hacia  un parangón  de  las épocas de alcalde  de Rodolfo Campo  Soto, Aníbal Martínez Zuleta y clasificó arrastrando la primera administración de Elías Ochoa; análisis hecho con todos los alcaldes electos popularmente. 

De ahí para acá, dijo, métalos  a todos en una licuadora que no sale uno bueno. Los Vallenatos  vimos  crecer  nuestra  ciudad de una manera ordenada, un plan centro y un desarrollo   modelo para otras ciudades  como Santa Marta, Montería,  Sincelejo y hasta con  Barranquilla en muchos aspectos nos midieron;  al punto que nos engalanaron con el remoquete  de Sorpresa Caribe. 

El modelo fue bueno,  pero nos pasó como a la liebre, que creyéndose superior y más veloz,  se durmió  en el exceso de confianza   y la tortuga llegó  primero a  la meta. La sorpresa es que  hoy nos encontramos entre las ciudades más estancadas, ojo estancadas no destacadas, del país. Con el  mayor nivel de desempleo 16.7% nos supera solo Quibdó con 19.7%;  la más baja  en desarrollo productivo  y con niveles de oportunidades de emprendimiento por el suelo, con una planificación vial nefasta; se cree que cerrando vías, se planifica mejor.

Donde se pretende  impulsar el uso de las bicicleta naranjas pero acaban con las ciclo rutas;  inviables según  el alcalde y su corte. Nadie invierte en Valledupar y por más que pretendamos venderla  como atractivo turístico es mucho lo que nos  falta, ya no somos naranja ni verdes;  ni azules diría  el rojo. Pulula la informalidad, no hay generación  de industria y la confianza en el mercado es nula. Ahí se ve estancada la línea de la construcción.

Los centros comerciales que fulgurante abrieron puertas están a medio andar, sin ventas y los almacenes cerrando. La gente solo va a coger fresco, nada más.  El mejor ejercicio y motor de desarrollo para impulsar la industria sin chimenea es el festival vallenato y hay más  de uno tirándole piedras. Nos está  envolviendo la desesperanza y el miedo ante tanta inseguridad y falta de oportunidades. 

En lo que sí   vamos avanzando, a pesar de los parques y canchas sintéticas,  es en  la prostitución de niños,  jóvenes y adolescentes; en el uso de esos parques nuevos para consumir drogas  y chatear. Avanzamos en zonas de intolerancia donde vemos a los homosexuales tomándose  las calles de Valledupar, cuando esto no se veía y estábamos   lejos que eso hiciera parte del “normal”  diario vivir en nuestra tierra.  Cuanta falta hace “Pan cachaco”  para que nos dé una manito en la  limpieza de locos y  locas por estos lares.

Todo eso hace parte del estancamiento caribe, y la charla nació  porque nos hemos visto abocados a revivir  con añoranzas  las épocas  en las que teníamos alcalde  y se preocupaba y velaba  por hacernos ver como “La sorpresa caribe”  en la región. Hoy la fábula de la liebre y la  tortuga nos queda  justa, nos dormimos en los laureles… lástima.  Sólo Eso.

EDUARDO SANTOS ORTEGA VERGARA

Columnista
2 julio, 2019

Valledupar, estancamiento Caribe

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

En una de esas tertulias amenas que suelen surgir en espacios que invitan a ello, en esta oportunidad el sitio fue donde Edith Mendoza, la mona de patacón pisa’o; el título de esta nota: "Valledupar, estancamiento Caribe" se dio allí, por el análisis que hacía nuestro amigo y colega Luis Mieles, un pacífico administrador público; él hacia un parangón de las épocas de alcalde de Rodolfo Campo Soto, Aníbal Martínez Zuleta y clasificó arrastrando la primera administración de Elías Ochoa; análisis hecho con todos los alcaldes electos popularmente.


En una de esas tertulias amenas que suelen surgir en espacios que invitan a ello,  en esta oportunidad  el sitio  fue  donde Edith Mendoza, la mona de patacón pisa’o; el título de esta nota: “Valledupar,  estancamiento Caribe”  se dio allí, por el análisis  que hacía nuestro  amigo y colega  Luis Mieles, un pacífico administrador público; él  hacia  un parangón  de  las épocas de alcalde  de Rodolfo Campo  Soto, Aníbal Martínez Zuleta y clasificó arrastrando la primera administración de Elías Ochoa; análisis hecho con todos los alcaldes electos popularmente. 

De ahí para acá, dijo, métalos  a todos en una licuadora que no sale uno bueno. Los Vallenatos  vimos  crecer  nuestra  ciudad de una manera ordenada, un plan centro y un desarrollo   modelo para otras ciudades  como Santa Marta, Montería,  Sincelejo y hasta con  Barranquilla en muchos aspectos nos midieron;  al punto que nos engalanaron con el remoquete  de Sorpresa Caribe. 

El modelo fue bueno,  pero nos pasó como a la liebre, que creyéndose superior y más veloz,  se durmió  en el exceso de confianza   y la tortuga llegó  primero a  la meta. La sorpresa es que  hoy nos encontramos entre las ciudades más estancadas, ojo estancadas no destacadas, del país. Con el  mayor nivel de desempleo 16.7% nos supera solo Quibdó con 19.7%;  la más baja  en desarrollo productivo  y con niveles de oportunidades de emprendimiento por el suelo, con una planificación vial nefasta; se cree que cerrando vías, se planifica mejor.

Donde se pretende  impulsar el uso de las bicicleta naranjas pero acaban con las ciclo rutas;  inviables según  el alcalde y su corte. Nadie invierte en Valledupar y por más que pretendamos venderla  como atractivo turístico es mucho lo que nos  falta, ya no somos naranja ni verdes;  ni azules diría  el rojo. Pulula la informalidad, no hay generación  de industria y la confianza en el mercado es nula. Ahí se ve estancada la línea de la construcción.

Los centros comerciales que fulgurante abrieron puertas están a medio andar, sin ventas y los almacenes cerrando. La gente solo va a coger fresco, nada más.  El mejor ejercicio y motor de desarrollo para impulsar la industria sin chimenea es el festival vallenato y hay más  de uno tirándole piedras. Nos está  envolviendo la desesperanza y el miedo ante tanta inseguridad y falta de oportunidades. 

En lo que sí   vamos avanzando, a pesar de los parques y canchas sintéticas,  es en  la prostitución de niños,  jóvenes y adolescentes; en el uso de esos parques nuevos para consumir drogas  y chatear. Avanzamos en zonas de intolerancia donde vemos a los homosexuales tomándose  las calles de Valledupar, cuando esto no se veía y estábamos   lejos que eso hiciera parte del “normal”  diario vivir en nuestra tierra.  Cuanta falta hace “Pan cachaco”  para que nos dé una manito en la  limpieza de locos y  locas por estos lares.

Todo eso hace parte del estancamiento caribe, y la charla nació  porque nos hemos visto abocados a revivir  con añoranzas  las épocas  en las que teníamos alcalde  y se preocupaba y velaba  por hacernos ver como “La sorpresa caribe”  en la región. Hoy la fábula de la liebre y la  tortuga nos queda  justa, nos dormimos en los laureles… lástima.  Sólo Eso.

EDUARDO SANTOS ORTEGA VERGARA