Por: Claudia Núñez. Hace aproximadamente veinte años, Valledupar se erigía en el entorno regional como una ciudad de progreso, urbanísticamente bien planificada, con una envidiable infraestructura de servicios públicos, especialmente en lo que ha suministro de agua potable se refería, todo esto adobado por la hospitalidad, las buenas costumbres de nuestra gente e indudablemente por […]
Por: Claudia Núñez.
Hace aproximadamente veinte años, Valledupar se erigía en el entorno regional como una ciudad de progreso, urbanísticamente bien planificada, con una envidiable infraestructura de servicios públicos, especialmente en lo que ha suministro de agua potable se refería, todo esto adobado por la hospitalidad, las buenas costumbres de nuestra gente e indudablemente por la riqueza de nuestro folclor, lo que nos hizo merecedores de ese famoso remoquete Valledupar SORPRESA CARIBE.
Sin embargo, con el tiempo la ciudad ha venido sufriendo un proceso de transformación que en muchos aspectos consideramos nefastos como lo son: la inversión en la escala de valores, especialmente en las nuevas generaciones, la consecución del dinero fácil, la negociación de los principios morales, una clase social y política cuestionada por sus vínculos con grupos al margen de la ley y gente de dudosa reputación, repartición de puestos sin el mayor escrúpulo, la financiación de las campañas políticas con los dineros públicos, en fin, la maldita corrupción, ha sumido a Valledupar en la ciudad caótica que es hoy en día y que socavaron las bases sobre las cuales hombres y mujeres, ilustres, trabajadores, honrados, sembraron y demostraron el amor por esta Ciudad.
El más reciente informe presentado por el programa “VALLEDUPAR COMO VAMOS”, mostró indicadores y situaciones bastante preocupantes y que son el reflejo de cómo se sienten los ciudadanos y cómo perciben las políticas públicas implementadas para la satisfacción de sus necesidades. Por ejemplo en educación, se evidenció que deben ampliarse la cobertura para la atención de educación preescolar y media vacacional, así mismo diseñar estrategias para mejorar la calidad de la misma, pero quizás, los aspectos que más preocupan a los vallenatos son, sin lugar a dudas, el alto índice de desempleo, el cual el año pasado se situó en el 12%, que es un porcentaje altísimo en el país y que evidencia la escasez de oportunidades y mercado laboral, la poca industrialización y la falta de inversión, pero sobre todo de unas estrategias orientadas para generar empleo, la inseguridad urbana, los homicidios y los atracos están a la orden del día, sin que hasta el momento las autoridades hayan mostrado resultados eficaces, y que han dado al traste con el programa de los “resultados con seguridad”, convirtiéndose en la falacia más grande, que no se combate con decretos prohibitorios de circulación de motos con parrillero hombre, ni con cifras amañadas en la reducción de los homicidios, y muchos menos con las posiciones desdeñosas de las autoridades cuando se les cuestiona por su poca efectividad, se combaten con determinación, y – finalmente- la movilidad, con un transporte público casi que inexistente, un parque automotor obsoleto, en este sentido, todavía estamos esperando que se convierta en realidad el anuncio de las empresas privadas de transporte, de la entrada en operación de 80 buses nuevos para mitigar el impacto de las medidas de restricción al mototaxismo implementadas por el Gobierno local, mientras se pone en marcha el Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP) que no es una solución a corto plazo.
Circunstancias como éstas, demuestran que tal desanimo y pesimismo en el futuro, que sienten los vallenatos, no es gratuito, es un sentimiento real, que ha trascendido a un problema de salud pública, como es el alto índice de suicidios, 24 en lo que va corrido de este año. Los candidatos que pretenden dirigir los destinos de esta ciudad deben tomar atenta nota de todos estos problemas que nos aquejan, para que, no con artimañas o juego sucio, sino con verdaderas propuestas, ayuden a hacer de Valledupar, la ciudad hermosa y pujante que una vez fuimos.
CLAUDIA PATRICIA NUÑEZ PADILLA
Abogada – Especialista en Derecho Urbano
[email protected]
Por: Claudia Núñez. Hace aproximadamente veinte años, Valledupar se erigía en el entorno regional como una ciudad de progreso, urbanísticamente bien planificada, con una envidiable infraestructura de servicios públicos, especialmente en lo que ha suministro de agua potable se refería, todo esto adobado por la hospitalidad, las buenas costumbres de nuestra gente e indudablemente por […]
Por: Claudia Núñez.
Hace aproximadamente veinte años, Valledupar se erigía en el entorno regional como una ciudad de progreso, urbanísticamente bien planificada, con una envidiable infraestructura de servicios públicos, especialmente en lo que ha suministro de agua potable se refería, todo esto adobado por la hospitalidad, las buenas costumbres de nuestra gente e indudablemente por la riqueza de nuestro folclor, lo que nos hizo merecedores de ese famoso remoquete Valledupar SORPRESA CARIBE.
Sin embargo, con el tiempo la ciudad ha venido sufriendo un proceso de transformación que en muchos aspectos consideramos nefastos como lo son: la inversión en la escala de valores, especialmente en las nuevas generaciones, la consecución del dinero fácil, la negociación de los principios morales, una clase social y política cuestionada por sus vínculos con grupos al margen de la ley y gente de dudosa reputación, repartición de puestos sin el mayor escrúpulo, la financiación de las campañas políticas con los dineros públicos, en fin, la maldita corrupción, ha sumido a Valledupar en la ciudad caótica que es hoy en día y que socavaron las bases sobre las cuales hombres y mujeres, ilustres, trabajadores, honrados, sembraron y demostraron el amor por esta Ciudad.
El más reciente informe presentado por el programa “VALLEDUPAR COMO VAMOS”, mostró indicadores y situaciones bastante preocupantes y que son el reflejo de cómo se sienten los ciudadanos y cómo perciben las políticas públicas implementadas para la satisfacción de sus necesidades. Por ejemplo en educación, se evidenció que deben ampliarse la cobertura para la atención de educación preescolar y media vacacional, así mismo diseñar estrategias para mejorar la calidad de la misma, pero quizás, los aspectos que más preocupan a los vallenatos son, sin lugar a dudas, el alto índice de desempleo, el cual el año pasado se situó en el 12%, que es un porcentaje altísimo en el país y que evidencia la escasez de oportunidades y mercado laboral, la poca industrialización y la falta de inversión, pero sobre todo de unas estrategias orientadas para generar empleo, la inseguridad urbana, los homicidios y los atracos están a la orden del día, sin que hasta el momento las autoridades hayan mostrado resultados eficaces, y que han dado al traste con el programa de los “resultados con seguridad”, convirtiéndose en la falacia más grande, que no se combate con decretos prohibitorios de circulación de motos con parrillero hombre, ni con cifras amañadas en la reducción de los homicidios, y muchos menos con las posiciones desdeñosas de las autoridades cuando se les cuestiona por su poca efectividad, se combaten con determinación, y – finalmente- la movilidad, con un transporte público casi que inexistente, un parque automotor obsoleto, en este sentido, todavía estamos esperando que se convierta en realidad el anuncio de las empresas privadas de transporte, de la entrada en operación de 80 buses nuevos para mitigar el impacto de las medidas de restricción al mototaxismo implementadas por el Gobierno local, mientras se pone en marcha el Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP) que no es una solución a corto plazo.
Circunstancias como éstas, demuestran que tal desanimo y pesimismo en el futuro, que sienten los vallenatos, no es gratuito, es un sentimiento real, que ha trascendido a un problema de salud pública, como es el alto índice de suicidios, 24 en lo que va corrido de este año. Los candidatos que pretenden dirigir los destinos de esta ciudad deben tomar atenta nota de todos estos problemas que nos aquejan, para que, no con artimañas o juego sucio, sino con verdaderas propuestas, ayuden a hacer de Valledupar, la ciudad hermosa y pujante que una vez fuimos.
CLAUDIA PATRICIA NUÑEZ PADILLA
Abogada – Especialista en Derecho Urbano
[email protected]