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Columnista - 5 julio, 2016

El Valle de rumores, de viejas voces a la violencia

“Que la violencia no nos llegue al valle, yo sentí el dolor, cuando aquí llegó hay que respetar la vida, la violencia siempre nos vuelve animal hay que compartir lo que Dios nos dio un sentimiento tan noble y es la diferencia de ser racional”. Mientras los medios de comunicación registraban en días pasados la […]

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“Que la violencia no nos llegue al valle, yo sentí el dolor, cuando aquí llegó hay que respetar la vida, la violencia siempre nos vuelve animal hay que compartir lo que Dios nos dio un sentimiento tan noble y es la diferencia de ser racional”.

Mientras los medios de comunicación registraban en días pasados la multitudinaria manifestación ciudadana en Valledupar rechazando la violencia y los violentos, vino a mi mente la canción titulada ‘Que la violencia no llegue al Valle’ de la autoría de Gustavo Gutiérrez Cabello en la que el inimitable cantautor pide respetar la vida e invita a sus conciudadanos a compartir las bellezas que Dios les ha regalado, esa canción fue incluida por Jorge Oñate con Alvarito López en el LP titulado ‘El vallenato se viste de gala’ en el año 1988.

También recordé en aquel momento la canción titulada ‘Mi pobre Valle’, con la cual Emilianito obtuvo la corona como Rey de Reyes de la canción inédita en el Festival Vallenato y fue incluida por él, con su hermano en el LP ‘Nobleza y folclor’, en la que dice entre otras cosas lo siguiente: “Ya no se puede tocar por las calles, así como anteriormente se hacía, de cualquier parte un disparo nos sale, ya uno no vale lo que antes valía”, porque parece describir la cruda realidad que se está viviendo en esa bella ciudad con sabor a pueblo.

Los vallenatos cansados de la vaina salieron a sus calles a pedir lo mínimo que puede exigir un ser humano, que les permitan vivir en paz ese derecho constitucional fundamental que tiene carácter irrenunciable, pero que los bandidos no dejan disfrutar a la gente decente, por eso la ciudadanía tomada por asalto y cansada de la situación ha reaccionado y se resiste a emprender el camino silencioso para alejarse de allí con su canto triste dejando atrás “La ciudad sola y dormida” a la que se refiere Gustavo Gutiérrez en su bellísima canción, para que “En el corazón desnudo de un pueblo oscuro” no vuelva a renacer el dolor.

Nos resistimos a creer que esa ciudad pujante de bellas mujeres, el vividero que amaña, donde pasé tres inolvidables años cultivando satisfacciones y buenas amistades esté viviendo hoy entre el miedo y el terror por unos pocos desadaptados que asaltan, despojan y asesinan a las personas.

Oportuna la erguida actitud asumida por la más importante de las “ìas”, la ciudadanía, porque los violentos podrán silenciar a unos pocos durante todo el tiempo pero no lograrán someter a todos durante todo el tiempo, las autoridades y la comunidad tienen que aunar esfuerzos, de lo contrario serán guindados por separado porque los delincuentes y sus predigitadores si están unidos y actuantes y ahí si aplica aquello que decía mi abuelo, “o se cumple la ley o se acaba la milicia”, el derecho al sosiego y la tranquilidad no es un privilegio es un atributo inherente a todo ser humano y si la sociedad no lo hace respetar, no estará lejos el día que tenga que asistir resignada a su propio funeral.

Y pensar que la violencia es como el catarro esencialmente contagiosa, porque si en Valledupar llueve en La Guajira no escampa, compartimos lo bueno y lo malo y si los vallenatos estornudan a nosotros nos da un gripón.

Columnista
5 julio, 2016

El Valle de rumores, de viejas voces a la violencia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Eduardo Acosta Medina

“Que la violencia no nos llegue al valle, yo sentí el dolor, cuando aquí llegó hay que respetar la vida, la violencia siempre nos vuelve animal hay que compartir lo que Dios nos dio un sentimiento tan noble y es la diferencia de ser racional”. Mientras los medios de comunicación registraban en días pasados la […]


“Que la violencia no nos llegue al valle, yo sentí el dolor, cuando aquí llegó hay que respetar la vida, la violencia siempre nos vuelve animal hay que compartir lo que Dios nos dio un sentimiento tan noble y es la diferencia de ser racional”.

Mientras los medios de comunicación registraban en días pasados la multitudinaria manifestación ciudadana en Valledupar rechazando la violencia y los violentos, vino a mi mente la canción titulada ‘Que la violencia no llegue al Valle’ de la autoría de Gustavo Gutiérrez Cabello en la que el inimitable cantautor pide respetar la vida e invita a sus conciudadanos a compartir las bellezas que Dios les ha regalado, esa canción fue incluida por Jorge Oñate con Alvarito López en el LP titulado ‘El vallenato se viste de gala’ en el año 1988.

También recordé en aquel momento la canción titulada ‘Mi pobre Valle’, con la cual Emilianito obtuvo la corona como Rey de Reyes de la canción inédita en el Festival Vallenato y fue incluida por él, con su hermano en el LP ‘Nobleza y folclor’, en la que dice entre otras cosas lo siguiente: “Ya no se puede tocar por las calles, así como anteriormente se hacía, de cualquier parte un disparo nos sale, ya uno no vale lo que antes valía”, porque parece describir la cruda realidad que se está viviendo en esa bella ciudad con sabor a pueblo.

Los vallenatos cansados de la vaina salieron a sus calles a pedir lo mínimo que puede exigir un ser humano, que les permitan vivir en paz ese derecho constitucional fundamental que tiene carácter irrenunciable, pero que los bandidos no dejan disfrutar a la gente decente, por eso la ciudadanía tomada por asalto y cansada de la situación ha reaccionado y se resiste a emprender el camino silencioso para alejarse de allí con su canto triste dejando atrás “La ciudad sola y dormida” a la que se refiere Gustavo Gutiérrez en su bellísima canción, para que “En el corazón desnudo de un pueblo oscuro” no vuelva a renacer el dolor.

Nos resistimos a creer que esa ciudad pujante de bellas mujeres, el vividero que amaña, donde pasé tres inolvidables años cultivando satisfacciones y buenas amistades esté viviendo hoy entre el miedo y el terror por unos pocos desadaptados que asaltan, despojan y asesinan a las personas.

Oportuna la erguida actitud asumida por la más importante de las “ìas”, la ciudadanía, porque los violentos podrán silenciar a unos pocos durante todo el tiempo pero no lograrán someter a todos durante todo el tiempo, las autoridades y la comunidad tienen que aunar esfuerzos, de lo contrario serán guindados por separado porque los delincuentes y sus predigitadores si están unidos y actuantes y ahí si aplica aquello que decía mi abuelo, “o se cumple la ley o se acaba la milicia”, el derecho al sosiego y la tranquilidad no es un privilegio es un atributo inherente a todo ser humano y si la sociedad no lo hace respetar, no estará lejos el día que tenga que asistir resignada a su propio funeral.

Y pensar que la violencia es como el catarro esencialmente contagiosa, porque si en Valledupar llueve en La Guajira no escampa, compartimos lo bueno y lo malo y si los vallenatos estornudan a nosotros nos da un gripón.