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General - 13 febrero, 2018

Urge un Cesar productivamente diverso

En el Cesar hay café, palma de aceite, ganadería en múltiples categorías, arroz, piscicultura, yuca, plátano, entre otros productos que evidencian que sí es posible alternar la sectorial mineroenergética con la agricultura y la agroindustria. Esta es la reflexión de Camilo Pinto, estudiante de Derecho de la Universidad Popular del Cesar, sobre las debilidades y oportunidades de la economía ceserense.

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No soy economista ni especialista en temas de productividad, sólo veo viable abordar este tipo de temáticas que son de interés general, desde una plataforma que, quizás atrevidamente, he denominado: economía ciudadana.

Para empezar, tener en un país, departamento o ciudad, una productividad diversificada, básicamente es tener un amplio portafolio de medios de producción aportantes a los productos internos brutos (PIB), en otras palabras, eso significa no estar sujetos únicamente a una sola fuente económica.

El departamento del Cesar en su historia económica ha tenido altos y bajos. En la década de los 60 y los 70, la dinámica económica que le brindó el algodón a las tierras cesarenses fue bastante provechosa, algo de lo que queda poco o nada por circunstancias de conocimiento público. Con el algodón, al Cesar llegaron buenas noticias para la Hacienda, se abrieron los mercados en el marco nacional e internacional, especialmente en el periodo 1955 – 1960, como indica Fernando Bernal en ‘Crisis algodonera y violencia en el Departamento del Cesar’. En momento prácticamente el precio internacional en pesos dobló, ocurriendo algo parecido en la década de los setenta. Toda esa estantería económica se vino abajo a finales de esa misma década, se calcula que de 125.200 hectáreas cultivadas en 1978, en 2002 se registraron solamente unas 1.836, lo que representaba un 1,7 % de todos los cultivos de ese año y menos del 2 % del área cosechada en 1978.

No cabe duda que para los años 80 y comenzando los 90 la situación económica en el departamento del Cesar entró en crisis, y como nos encontrábamos un tanto embelesados con la bonanza del algodón, carecíamos de planes de contingencias y alternativas de productividad como vía de escape hacia una reestabilización económica. Sólo a mediados de los 90 pudimos tomar oxígeno con la llegada de proyectos mineroenergéticos, la palma de aceite y la ganadería, así lo registra el Programa de las Naciones Unidas en Proyectos Objetivos de Desarrollo del Milenio.

La bonanza del algodón y su posterior caída nos dejó varias enseñanzas, una de ellas es que no debemos supeditar las economías departamentales a un solo medio de producción. Conversando con el actual secretario de Agricultura departamental, Carlos Eduardo Campo Cuello, me contaba que “en la actualidad, el departamento del Cesar tiene una alta dependencia en los hidrocarburos, más o menos del 35 % del PIB departamental, seguido a ello, se encuentra el sector agropecuario que aporta un 9 % aproximadamente. Por otra parte, el sector agropecuario del Cesar, hacia el año 2002, constituía más o menos el 32 % del PIB, unos 14 años después ha bajado al 9 %, no porque la economía se haya vuelto más pequeña, sino porque ha crecido, pero lo ha hecho con hidrocarburos. No es un tema sano porque estamos ad portas de adquirir lo que se conoce como la enfermedad holandesa, que no es otra cosa que depender de un producto totalmente agotable”.

En el Cesar deberíamos explorar nuevas opciones de crecimiento económico del PIB. No se trata de satanizar el carbón, a ese sector le debemos en gran parte el resurgimiento de la economía cesarense. Aquí la cuestión es que la respuesta a la propensión de una enfermad holandesa o a un fenómeno con sus vestigios, como consecuencia de tener el carbón como el medio de producción más fuerte sin que las demás secciones de la economía tengan una relevancia formidable, está en asignaturas como agricultura, ganadería, turismo, industria, cultura, arte, tecnificación del capital humano, investigación, ciencia, innovación y tecnología.

La tarea asignada a la administración departamental es importante, además resulta un buen indicio que esta reconozca, a voz del secretario de Agricultura, Carlos Eduardo Campo Cuello, que no estamos en las mejores condiciones y que lo que hay es trabajo por delante. Desde el gobierno departamental se viene haciendo énfasis en tres planes de trabajo: ‘Plan de ordenamiento productivo y social’, ‘Plan de energía alternativas – Planes de energización rural sostenible’, y ‘Plan de irrigación departamental’, ideas que hacen parte de la política pública ‘Cesar Siembra’ (2020–2032), el cual tiene tres ejes fundamentales: ordenamiento ambiental y territorial del departamento, la descentralización y el desarrollo social, y el desarrollo productivo para caminar hacia la agroindustria. Basado en lo explicado por Campo Cuello, es visible que hay una buena materia prima explotable para la búsqueda de disyuntivas económicas y desde luego para lograr los demás objetivos trazados, todo depende del grado de compromiso social y aptitud de gestión que tenga la administración del gobernador Francisco Ovalle Angarita para conseguirlo.

Coincido con el economista Emilio Sardi cuando sostiene que la industria y el agro, de la mano de la investigación, la ciencia, la tecnología e innovación, deben ponerse a crecer a los niveles del sector mineroenergético. Por supuesto, para lograr eso se tiene que generar una seguridad jurídica y ciudadana, allí tiene una relevante responsabilidad el Gobierno Nacional y en general todos las instancias estatales conocedoras de la temática, sólo con ese soporte será posible hablar de diversidad, hay experiencias que indican que problemáticas como la violencia, la falta de incentivos al campesino y la ineptitud política, han truncado algunas iniciativas.

En el Cesar hay café, palma de aceite, ganadería en múltiples categorías, arroz, piscicultura, yuca, plátano, lácteos, entre otros ingredientes que evidencian que sí es posible alternar la sectorial mineroenergética con la agricultura y la agroindustria.

El compromiso con la economía local y nacional es de todos. Hay que hacer todo lo posible para que las alianzas productivas, que integran los sectores públicos y privados, funcionen integralmente. El Ministerio de Agricultura, la Gobernación del Cesar, el sector bancario, pequeños, medianos y grandes productores y comercializadores, están llamados a bregar mancomunadamente para armonizar la economía del departamento del Cesar, la región y todo el país. Hay que estructurar un compendio de estrategias inteligentes para sacarle el cuerpo a una economía endeble, fijar nuestra mirada de desarrollo y progreso más allá.

Desde este espacio, economía ciudadana, alzo mi voz, o más bien mis letras, diciendo con mucha convicción: ‘Urge un Cesar productivamente diverso’.

Por Camilo Pinto Morón

@camilopintom

General
13 febrero, 2018

Urge un Cesar productivamente diverso

En el Cesar hay café, palma de aceite, ganadería en múltiples categorías, arroz, piscicultura, yuca, plátano, entre otros productos que evidencian que sí es posible alternar la sectorial mineroenergética con la agricultura y la agroindustria. Esta es la reflexión de Camilo Pinto, estudiante de Derecho de la Universidad Popular del Cesar, sobre las debilidades y oportunidades de la economía ceserense.


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No soy economista ni especialista en temas de productividad, sólo veo viable abordar este tipo de temáticas que son de interés general, desde una plataforma que, quizás atrevidamente, he denominado: economía ciudadana.

Para empezar, tener en un país, departamento o ciudad, una productividad diversificada, básicamente es tener un amplio portafolio de medios de producción aportantes a los productos internos brutos (PIB), en otras palabras, eso significa no estar sujetos únicamente a una sola fuente económica.

El departamento del Cesar en su historia económica ha tenido altos y bajos. En la década de los 60 y los 70, la dinámica económica que le brindó el algodón a las tierras cesarenses fue bastante provechosa, algo de lo que queda poco o nada por circunstancias de conocimiento público. Con el algodón, al Cesar llegaron buenas noticias para la Hacienda, se abrieron los mercados en el marco nacional e internacional, especialmente en el periodo 1955 – 1960, como indica Fernando Bernal en ‘Crisis algodonera y violencia en el Departamento del Cesar’. En momento prácticamente el precio internacional en pesos dobló, ocurriendo algo parecido en la década de los setenta. Toda esa estantería económica se vino abajo a finales de esa misma década, se calcula que de 125.200 hectáreas cultivadas en 1978, en 2002 se registraron solamente unas 1.836, lo que representaba un 1,7 % de todos los cultivos de ese año y menos del 2 % del área cosechada en 1978.

No cabe duda que para los años 80 y comenzando los 90 la situación económica en el departamento del Cesar entró en crisis, y como nos encontrábamos un tanto embelesados con la bonanza del algodón, carecíamos de planes de contingencias y alternativas de productividad como vía de escape hacia una reestabilización económica. Sólo a mediados de los 90 pudimos tomar oxígeno con la llegada de proyectos mineroenergéticos, la palma de aceite y la ganadería, así lo registra el Programa de las Naciones Unidas en Proyectos Objetivos de Desarrollo del Milenio.

La bonanza del algodón y su posterior caída nos dejó varias enseñanzas, una de ellas es que no debemos supeditar las economías departamentales a un solo medio de producción. Conversando con el actual secretario de Agricultura departamental, Carlos Eduardo Campo Cuello, me contaba que “en la actualidad, el departamento del Cesar tiene una alta dependencia en los hidrocarburos, más o menos del 35 % del PIB departamental, seguido a ello, se encuentra el sector agropecuario que aporta un 9 % aproximadamente. Por otra parte, el sector agropecuario del Cesar, hacia el año 2002, constituía más o menos el 32 % del PIB, unos 14 años después ha bajado al 9 %, no porque la economía se haya vuelto más pequeña, sino porque ha crecido, pero lo ha hecho con hidrocarburos. No es un tema sano porque estamos ad portas de adquirir lo que se conoce como la enfermedad holandesa, que no es otra cosa que depender de un producto totalmente agotable”.

En el Cesar deberíamos explorar nuevas opciones de crecimiento económico del PIB. No se trata de satanizar el carbón, a ese sector le debemos en gran parte el resurgimiento de la economía cesarense. Aquí la cuestión es que la respuesta a la propensión de una enfermad holandesa o a un fenómeno con sus vestigios, como consecuencia de tener el carbón como el medio de producción más fuerte sin que las demás secciones de la economía tengan una relevancia formidable, está en asignaturas como agricultura, ganadería, turismo, industria, cultura, arte, tecnificación del capital humano, investigación, ciencia, innovación y tecnología.

La tarea asignada a la administración departamental es importante, además resulta un buen indicio que esta reconozca, a voz del secretario de Agricultura, Carlos Eduardo Campo Cuello, que no estamos en las mejores condiciones y que lo que hay es trabajo por delante. Desde el gobierno departamental se viene haciendo énfasis en tres planes de trabajo: ‘Plan de ordenamiento productivo y social’, ‘Plan de energía alternativas – Planes de energización rural sostenible’, y ‘Plan de irrigación departamental’, ideas que hacen parte de la política pública ‘Cesar Siembra’ (2020–2032), el cual tiene tres ejes fundamentales: ordenamiento ambiental y territorial del departamento, la descentralización y el desarrollo social, y el desarrollo productivo para caminar hacia la agroindustria. Basado en lo explicado por Campo Cuello, es visible que hay una buena materia prima explotable para la búsqueda de disyuntivas económicas y desde luego para lograr los demás objetivos trazados, todo depende del grado de compromiso social y aptitud de gestión que tenga la administración del gobernador Francisco Ovalle Angarita para conseguirlo.

Coincido con el economista Emilio Sardi cuando sostiene que la industria y el agro, de la mano de la investigación, la ciencia, la tecnología e innovación, deben ponerse a crecer a los niveles del sector mineroenergético. Por supuesto, para lograr eso se tiene que generar una seguridad jurídica y ciudadana, allí tiene una relevante responsabilidad el Gobierno Nacional y en general todos las instancias estatales conocedoras de la temática, sólo con ese soporte será posible hablar de diversidad, hay experiencias que indican que problemáticas como la violencia, la falta de incentivos al campesino y la ineptitud política, han truncado algunas iniciativas.

En el Cesar hay café, palma de aceite, ganadería en múltiples categorías, arroz, piscicultura, yuca, plátano, lácteos, entre otros ingredientes que evidencian que sí es posible alternar la sectorial mineroenergética con la agricultura y la agroindustria.

El compromiso con la economía local y nacional es de todos. Hay que hacer todo lo posible para que las alianzas productivas, que integran los sectores públicos y privados, funcionen integralmente. El Ministerio de Agricultura, la Gobernación del Cesar, el sector bancario, pequeños, medianos y grandes productores y comercializadores, están llamados a bregar mancomunadamente para armonizar la economía del departamento del Cesar, la región y todo el país. Hay que estructurar un compendio de estrategias inteligentes para sacarle el cuerpo a una economía endeble, fijar nuestra mirada de desarrollo y progreso más allá.

Desde este espacio, economía ciudadana, alzo mi voz, o más bien mis letras, diciendo con mucha convicción: ‘Urge un Cesar productivamente diverso’.

Por Camilo Pinto Morón

@camilopintom