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Editorial - 28 enero, 2025

Una vergüenza innecesaria: la grama del Armando Maestre

Cuando los vallenatos esperábamos que desde este domingo la prensa nacional comenzara a alabar el buen juego del renovado Alianza Valledupar FC y empezara a sonar como la gran revelación de la Liga Betplay I-2025, sucedió todo lo contrario.

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Cuando los vallenatos esperábamos que desde este domingo la prensa nacional comenzara a alabar el buen juego del renovado Alianza Valledupar FC y empezara a sonar como la gran revelación de la Liga Betplay I-2025, sucedió todo lo contrario. Ni el 1-1 que fue el resultado final del compromiso, ni el curioso gol del empate que se originó tras un saque de banda, logró opacar la lluvia de críticas —merecidas por demás— hacia el estadio Armando Maestre Pavajeau, uno de los escenarios deportivos más importantes de la capital cesarense, por el deplorable estado de la grama.

Desde que se movió el balón —cuando se podía—, jugadores y aficionados fueron testigos de un terreno de juego que, lejos de estar a la altura de la máxima categoría, presentó visibles irregularidades: zonas hundidas, pasto seco y un comportamiento errático del balón.

Fueron los mismos protagonistas, como el defensor del Independiente Medellín Leyser Chaverra, en rueda de prensa, quienes confirmaron lo que las cámaras de televisión mostraban: “Nos vamos con la sensación que podíamos haberlo ganado pero las circunstancias de la cancha, ustedes vieron que el balón se mantenía más arriba que en el suelo… la cancha estuvo muy mala durante todo el partido, queríamos tratar de jugar pero así como se vio en la televisión estaba acá, uno pisaba y se hundía, el campo estaba remalo para poder jugar”.

El mismo presidente de la Dimayor, Fernando Jaramillo, también reconoció en una entrevista que el campo no estaba en condiciones óptimas, y anunció que se hará seguimiento para evitar que situaciones similares se repitan. Sin embargo, algo de culpa recae sobre el ente rector del fútbol colombiano, que autorizó el compromiso pese a que el equipo local había advertido que el escenario no estaba en condiciones de albergar un partido profesional.

Cabe recordar que, el club Alianza Valledupar FC, consciente del deterioro del gramado, emitió un comunicado previo al juego donde explicó que los trabajos de recuperación comenzaron en noviembre de 2024 y se espera que finalicen a finales de febrero de este año. Las intervenciones incluyen el trasplante de grama y el uso de técnicas agronómicas especializadas para garantizar un terreno adecuado.

Si bien estos esfuerzos son loables, también generan cuestionamientos inevitables: ¿por qué no se planificó la intervención con mayor antelación para evitar este bochornoso inicio de temporada? ¿Cómo es posible que un estadio que ya había sido objeto de críticas por parte de la Conmebol en 2023 siga enfrentando problemas similares un año después? Estas preguntas no solo deben ser respondidas por los directivos del club, sino también por las autoridades locales, quienes también tienen responsabilidad en el mantenimiento de un escenario que es emblema de la ciudad.

Más allá de las críticas, este episodio debe ser un llamado de atención para todos los actores involucrados: el club Alianza Valledupar FC, la Dimayor, las autoridades locales y los patrocinadores. Es necesario establecer un plan de acción que garantice el mantenimiento adecuado del estadio, no solo en los meses previos al inicio de la temporada, sino de manera continua.

La afición también juega un papel fundamental. Su voz, expresada en redes sociales y otros espacios, debe servir como motor de cambio. La exigencia de mejores condiciones no solo beneficia a los jugadores, sino también a la experiencia de quienes asisten a los estadios y a la imagen de la ciudad en general.

El estadio Armando Maestre Pavajeau tiene una nueva oportunidad de redimirse. La promesa de un gramado renovado para finales de febrero es una luz de esperanza, pero también un compromiso que no admite incumplimientos. Valledupar merece un escenario digno de su pasión por el fútbol, y el país espera que, en el futuro, la noticia sea el talento de los jugadores y no las fallas del terreno.

Cerramos con una reflexión: el deporte no solo es pasión, también es responsabilidad. Cumplamos con ella.

Editorial
28 enero, 2025

Una vergüenza innecesaria: la grama del Armando Maestre

Cuando los vallenatos esperábamos que desde este domingo la prensa nacional comenzara a alabar el buen juego del renovado Alianza Valledupar FC y empezara a sonar como la gran revelación de la Liga Betplay I-2025, sucedió todo lo contrario.


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Cuando los vallenatos esperábamos que desde este domingo la prensa nacional comenzara a alabar el buen juego del renovado Alianza Valledupar FC y empezara a sonar como la gran revelación de la Liga Betplay I-2025, sucedió todo lo contrario. Ni el 1-1 que fue el resultado final del compromiso, ni el curioso gol del empate que se originó tras un saque de banda, logró opacar la lluvia de críticas —merecidas por demás— hacia el estadio Armando Maestre Pavajeau, uno de los escenarios deportivos más importantes de la capital cesarense, por el deplorable estado de la grama.

Desde que se movió el balón —cuando se podía—, jugadores y aficionados fueron testigos de un terreno de juego que, lejos de estar a la altura de la máxima categoría, presentó visibles irregularidades: zonas hundidas, pasto seco y un comportamiento errático del balón.

Fueron los mismos protagonistas, como el defensor del Independiente Medellín Leyser Chaverra, en rueda de prensa, quienes confirmaron lo que las cámaras de televisión mostraban: “Nos vamos con la sensación que podíamos haberlo ganado pero las circunstancias de la cancha, ustedes vieron que el balón se mantenía más arriba que en el suelo… la cancha estuvo muy mala durante todo el partido, queríamos tratar de jugar pero así como se vio en la televisión estaba acá, uno pisaba y se hundía, el campo estaba remalo para poder jugar”.

El mismo presidente de la Dimayor, Fernando Jaramillo, también reconoció en una entrevista que el campo no estaba en condiciones óptimas, y anunció que se hará seguimiento para evitar que situaciones similares se repitan. Sin embargo, algo de culpa recae sobre el ente rector del fútbol colombiano, que autorizó el compromiso pese a que el equipo local había advertido que el escenario no estaba en condiciones de albergar un partido profesional.

Cabe recordar que, el club Alianza Valledupar FC, consciente del deterioro del gramado, emitió un comunicado previo al juego donde explicó que los trabajos de recuperación comenzaron en noviembre de 2024 y se espera que finalicen a finales de febrero de este año. Las intervenciones incluyen el trasplante de grama y el uso de técnicas agronómicas especializadas para garantizar un terreno adecuado.

Si bien estos esfuerzos son loables, también generan cuestionamientos inevitables: ¿por qué no se planificó la intervención con mayor antelación para evitar este bochornoso inicio de temporada? ¿Cómo es posible que un estadio que ya había sido objeto de críticas por parte de la Conmebol en 2023 siga enfrentando problemas similares un año después? Estas preguntas no solo deben ser respondidas por los directivos del club, sino también por las autoridades locales, quienes también tienen responsabilidad en el mantenimiento de un escenario que es emblema de la ciudad.

Más allá de las críticas, este episodio debe ser un llamado de atención para todos los actores involucrados: el club Alianza Valledupar FC, la Dimayor, las autoridades locales y los patrocinadores. Es necesario establecer un plan de acción que garantice el mantenimiento adecuado del estadio, no solo en los meses previos al inicio de la temporada, sino de manera continua.

La afición también juega un papel fundamental. Su voz, expresada en redes sociales y otros espacios, debe servir como motor de cambio. La exigencia de mejores condiciones no solo beneficia a los jugadores, sino también a la experiencia de quienes asisten a los estadios y a la imagen de la ciudad en general.

El estadio Armando Maestre Pavajeau tiene una nueva oportunidad de redimirse. La promesa de un gramado renovado para finales de febrero es una luz de esperanza, pero también un compromiso que no admite incumplimientos. Valledupar merece un escenario digno de su pasión por el fútbol, y el país espera que, en el futuro, la noticia sea el talento de los jugadores y no las fallas del terreno.

Cerramos con una reflexión: el deporte no solo es pasión, también es responsabilidad. Cumplamos con ella.