Una vez se hizo pública la información, con resultados buenos, regulares o malos, según como se quisieran interpretar.
Transcurría el año 2003 cuando César Caballero, por aquel entonces director del Departamento Administrativo de Estadísticas (DANE) tuvo a bien publicar las últimas estadísticas que reflejaban la situación del país en materia de inflación, delincuencia, pobreza entre otros aspectos. Una vez se hizo pública la información, con resultados buenos, regulares o malos, según como se quisieran interpretar. Inopinadamente, Caballero recibe una llamada de un funcionario de alto nivel de la Casa de Nariño, quien lo increpó por haber revelado las citadas estadísticas sin la previa autorización de ese despacho, y de poco o nada sirvieron las explicaciones dadas por Caballero, situación que precipitó su renuncia del cargo en mención.
El episodio en comento, no es producto de la imaginación, por desgracia es un hecho real del cual surgen varios interrogantes: ¿por qué la información del DANE tiene que pasar previamente por el Despacho de un alto funcionario del Gobierno? ¿Acaso el DANE es una dependencia del Gobierno? ¿Las estadísticas del DANE son objetivas o responden a intereses ‘Non Sanctus’?
Planteadas, así las cosas, resulta imposible no dar cabida a la suspicacia, y no es la idea de este escrito. No obstante, consideramos que César Caballero adoptó una posición firme que dignifica la labor de quien está a cargo de una entidad independiente que maneja una información altamente sensible, que sirve como insumo para la implementación de las políticas públicas.
En efecto la Ley 2335 de 2023 ratifica la imparcialidad de las estadísticas oficiales y las protege de cualquier injerencia externa, señalando que su elaboración, producción y difusión deberán ser cobijadas bajo absoluta, neutralidad, fiabilidad, imparcialidad y libre de cualquier tipo de declaración o consideración política. En ese orden de ideas, y con los elementos aportados, podemos concluir que lo de Caballero fue una verdadera lección de ética y profesionalismo, para muchos que en situación semejante optarían por agachar la cerviz, con tal de seguir en el cargo.
La frase de cierre: “Puesto que la verdad es la base de la estabilidad social, atentar contra ella es poner en peligro el interés público”, tomada de la obra ‘El zumbido del moscardón’ de Javier Darío Restrepo, página 53.
Darío Arregocés Baute / [email protected]
Una vez se hizo pública la información, con resultados buenos, regulares o malos, según como se quisieran interpretar.
Transcurría el año 2003 cuando César Caballero, por aquel entonces director del Departamento Administrativo de Estadísticas (DANE) tuvo a bien publicar las últimas estadísticas que reflejaban la situación del país en materia de inflación, delincuencia, pobreza entre otros aspectos. Una vez se hizo pública la información, con resultados buenos, regulares o malos, según como se quisieran interpretar. Inopinadamente, Caballero recibe una llamada de un funcionario de alto nivel de la Casa de Nariño, quien lo increpó por haber revelado las citadas estadísticas sin la previa autorización de ese despacho, y de poco o nada sirvieron las explicaciones dadas por Caballero, situación que precipitó su renuncia del cargo en mención.
El episodio en comento, no es producto de la imaginación, por desgracia es un hecho real del cual surgen varios interrogantes: ¿por qué la información del DANE tiene que pasar previamente por el Despacho de un alto funcionario del Gobierno? ¿Acaso el DANE es una dependencia del Gobierno? ¿Las estadísticas del DANE son objetivas o responden a intereses ‘Non Sanctus’?
Planteadas, así las cosas, resulta imposible no dar cabida a la suspicacia, y no es la idea de este escrito. No obstante, consideramos que César Caballero adoptó una posición firme que dignifica la labor de quien está a cargo de una entidad independiente que maneja una información altamente sensible, que sirve como insumo para la implementación de las políticas públicas.
En efecto la Ley 2335 de 2023 ratifica la imparcialidad de las estadísticas oficiales y las protege de cualquier injerencia externa, señalando que su elaboración, producción y difusión deberán ser cobijadas bajo absoluta, neutralidad, fiabilidad, imparcialidad y libre de cualquier tipo de declaración o consideración política. En ese orden de ideas, y con los elementos aportados, podemos concluir que lo de Caballero fue una verdadera lección de ética y profesionalismo, para muchos que en situación semejante optarían por agachar la cerviz, con tal de seguir en el cargo.
La frase de cierre: “Puesto que la verdad es la base de la estabilidad social, atentar contra ella es poner en peligro el interés público”, tomada de la obra ‘El zumbido del moscardón’ de Javier Darío Restrepo, página 53.
Darío Arregocés Baute / [email protected]