El alcalde Ernesto Orozco inició su programa de seguridad identificando al centro de la ciudad como la primera Zona Segura, un acierto porque buena parte de la actividad urbana y los flujos de transporte se dirigen y se originan allí. Al hacerlo más específico se refería a las manzanas fundacionales, el llamado Centro Histórico.
El alcalde Ernesto Orozco inició su programa de seguridad identificando al centro de la ciudad como la primera Zona Segura, un acierto porque buena parte de la actividad urbana y los flujos de transporte se dirigen y se originan allí. Al hacerlo más específico se refería a las manzanas fundacionales, el llamado Centro Histórico.
Desde entonces se ha visto una mayor presencia policial que al pasar de las 8 de la noche disminuye. Ya a las diez es rarísimo hallar un policía. En partes del día los policías aducen que “por la soledad no se tiene qué cuidar“, como dijo uno a EL PILÓN.
Esa acción oficial no puede ser aislada, pues se desgasta y no se persiste, cuando hay otras razones. Lo que nos lleva a la necesidad de abordar el deterioro, soledad e inactividad del centro histórico de manera integral.
El problema del centro es que no hay incentivos ni políticas públicas de revitalización. Y el alcalde, sin duda encontrando el apoyo del Concejo, de la sociedad y de la comunidad afectada, residente y comerciante, y del sector privado, tiene las herramientas para lograrlo.
El municipio puede establecer, como se ha hecho en Bogotá y en otras ciudades intermedias, que no cuentan con la fortuna de tener un patrimonio arquitectónico patrimonial, un fondo económico de reactivación -para lo cual puede hallar fuentes complementarias- , para cubrir una parte de la inversión en pequeños emprendimientos en eventos, restaurantes, bares, cafés, salas de teatro, cine, música, librerías y de conferencias académicas y culturales, en las ocho manzanas fundacionales.
Además, podría establecer una política de avalúos y tasas prediales y de industria y comercio, bien diseñadas, y no las que prohijó la administración anterior: ¡puso los avalúos catastrales por encima de los comerciales!, y la rebaja de las tasas se aplica solo después de que se prueba a la Administración que se ha hecho una inversión significativa para vivienda en las edificaciones. Que, por demás, requieren trámites engorrosos previos ante la Alcaldía y el Ministerio de Cultura, sometidos a un Plan de Manejo y Protección Especial denominado PEMP. Igualmente se debe aplicar una estratificación de servicios públicos benevolente; y en general programas que propicien, entre otros aspectos, la construcción de vivienda y de parqueaderos cercanos o subterráneos en el sector.
Una tarea urgente es hacer un mantenimiento general de las obras hidráulicas, de espacio, adoquines, andenes, materas y luces, después de casi 5 años de construcción. Acompañadas de una disposición de permanente aseo. En este aspecto es deplorable que habitantes y perros sin dueño de calle hurguen sobre las bolsas de basuras y las dispersen generando malestar en el personal de Interaseo, compañía que bien, dado que se beneficia, puede contribuir en programas sociales para evitarlo. Se ha anunciado un programa para esos habitantes por la Alcaldía, y bien podría iniciar por el centro; asimismo la recogida y esterilización de esos castores que buscan dónde estar, ahora que el Centro de Bienestar Animal se proyectó mal, primero que el del albergue.
El alcalde en su plan de Desarrollo tiene previstas 3 obras importantes para el centro: la construcción de la ‘plazuela de los gitanos’ y apertura de callejones en el sector entre las Carrera Cuarta y Quinta con calle 15, un bello centro de manzana ya diseñado y en trámite ante Mincultura; otro centro que se abre contemplado con la construcción del Archivo Municipal conectando la Academia de Historia y Calle Grande, calle 15 y 16; y la recuperación y construcción del antiguo Teatro Cesar. Son obras que ayudarán en el propósito de reactivación, que continuaremos abordando mañana en este editorial.
El alcalde Ernesto Orozco inició su programa de seguridad identificando al centro de la ciudad como la primera Zona Segura, un acierto porque buena parte de la actividad urbana y los flujos de transporte se dirigen y se originan allí. Al hacerlo más específico se refería a las manzanas fundacionales, el llamado Centro Histórico.
El alcalde Ernesto Orozco inició su programa de seguridad identificando al centro de la ciudad como la primera Zona Segura, un acierto porque buena parte de la actividad urbana y los flujos de transporte se dirigen y se originan allí. Al hacerlo más específico se refería a las manzanas fundacionales, el llamado Centro Histórico.
Desde entonces se ha visto una mayor presencia policial que al pasar de las 8 de la noche disminuye. Ya a las diez es rarísimo hallar un policía. En partes del día los policías aducen que “por la soledad no se tiene qué cuidar“, como dijo uno a EL PILÓN.
Esa acción oficial no puede ser aislada, pues se desgasta y no se persiste, cuando hay otras razones. Lo que nos lleva a la necesidad de abordar el deterioro, soledad e inactividad del centro histórico de manera integral.
El problema del centro es que no hay incentivos ni políticas públicas de revitalización. Y el alcalde, sin duda encontrando el apoyo del Concejo, de la sociedad y de la comunidad afectada, residente y comerciante, y del sector privado, tiene las herramientas para lograrlo.
El municipio puede establecer, como se ha hecho en Bogotá y en otras ciudades intermedias, que no cuentan con la fortuna de tener un patrimonio arquitectónico patrimonial, un fondo económico de reactivación -para lo cual puede hallar fuentes complementarias- , para cubrir una parte de la inversión en pequeños emprendimientos en eventos, restaurantes, bares, cafés, salas de teatro, cine, música, librerías y de conferencias académicas y culturales, en las ocho manzanas fundacionales.
Además, podría establecer una política de avalúos y tasas prediales y de industria y comercio, bien diseñadas, y no las que prohijó la administración anterior: ¡puso los avalúos catastrales por encima de los comerciales!, y la rebaja de las tasas se aplica solo después de que se prueba a la Administración que se ha hecho una inversión significativa para vivienda en las edificaciones. Que, por demás, requieren trámites engorrosos previos ante la Alcaldía y el Ministerio de Cultura, sometidos a un Plan de Manejo y Protección Especial denominado PEMP. Igualmente se debe aplicar una estratificación de servicios públicos benevolente; y en general programas que propicien, entre otros aspectos, la construcción de vivienda y de parqueaderos cercanos o subterráneos en el sector.
Una tarea urgente es hacer un mantenimiento general de las obras hidráulicas, de espacio, adoquines, andenes, materas y luces, después de casi 5 años de construcción. Acompañadas de una disposición de permanente aseo. En este aspecto es deplorable que habitantes y perros sin dueño de calle hurguen sobre las bolsas de basuras y las dispersen generando malestar en el personal de Interaseo, compañía que bien, dado que se beneficia, puede contribuir en programas sociales para evitarlo. Se ha anunciado un programa para esos habitantes por la Alcaldía, y bien podría iniciar por el centro; asimismo la recogida y esterilización de esos castores que buscan dónde estar, ahora que el Centro de Bienestar Animal se proyectó mal, primero que el del albergue.
El alcalde en su plan de Desarrollo tiene previstas 3 obras importantes para el centro: la construcción de la ‘plazuela de los gitanos’ y apertura de callejones en el sector entre las Carrera Cuarta y Quinta con calle 15, un bello centro de manzana ya diseñado y en trámite ante Mincultura; otro centro que se abre contemplado con la construcción del Archivo Municipal conectando la Academia de Historia y Calle Grande, calle 15 y 16; y la recuperación y construcción del antiguo Teatro Cesar. Son obras que ayudarán en el propósito de reactivación, que continuaremos abordando mañana en este editorial.