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Columnista - 12 mayo, 2012

Una puya para la puya

La Troja Por: Julio Oñate Martínez Soy poco amigo de las criticas y en esta mi columna “La Troja” siempre trato de darle un toque didáctico o humorístico a mis escritos, pero no quiero pasar por alto la oportuna y reciente puya que el Doctor Luis Napoleón De Armas, le arremachó a la puya vallenata […]

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La Troja

Por: Julio Oñate Martínez

Soy poco amigo de las criticas y en esta mi columna “La Troja” siempre trato de darle un toque didáctico o humorístico a mis escritos, pero no quiero pasar por alto la oportuna y reciente puya que el Doctor Luis Napoleón De Armas, le arremachó a la puya vallenata que se escucha en los festivales de los últimos años cuando textualmente señalo: “casi todas para ser generoso están vaciadas en la misma formaleta con diferentes letras”, lo cual es absolutamente cierto, sin que la fundación se haya percatado de esta malsana practica que ha desdibujado uno de nuestros ritmos tradicionales.

Si observamos en la historia aun fresca de los primeros festivales podemos comprobar que las puyas tocadas por lo juglares del ayer todas tenían su vivacidad característica, pero las letras eran más extensas y las melodías identificaban a cada acordeonero con su respectiva impronta original, es decir, todas eran diferentes, la creatividad era tangible y el espectro musical era más grato.

Recordemos que el negro Alejandro gano con su “Pedazo de Acordeón”, Colacho con “Cuando el tigre está en la cueva” (Tradicional), Calixto con “La Puya Regional”, Miguel López con “La Vieja Gabriela” (Juan Muñoz), Alberto Pacheco con “La Cacería”, (Sergio Moya), Luis Enrique con “Francisco el Hombre”, Nafer Durán con “Déjala Veni”, Alfredo Gutiérrez con “La Fiesta de Los Pájaros” (Sergio Moya), el Pangue Maestre con “La Sierrita” (Orlando Móvil), Julio de la Ossa con “Mi Testamento” y Andrés Landero, 2° lugar en el 72 con “La Grifa”, solo por citar las de la primera década del Festival sin que podamos detectar ningún parentesco melódico entre ellas, es decir, eran originales.

Pero en 1975 el bolivarense Cesar Castro Jerez obtuvo un tercer lugar en la categoría profesional con la puya “La Solterona” que además de divertida es bastante pegajosa con un repetido sonsonete que a todos se le queda. Posteriormente, un compositor gordiflón comenzó a componer puyas a diestra y siniestra pero colgado de la melodía de “La Solterona” de Cesar Castro, llegando inclusive hasta conseguir un primer lugar en el concurso de canción inédita al lograr burlar los controles de sanidad folclórica que los directivos del certamen han venido delegando, en un comité supuestamente idóneo para descartar aquellas canciones bajas en calidad o que se les puede encontrar algún plagio en su música o letra.

Desde entonces el virus de “La Solterona” ha venido contaminando a casi todas las puyas que siguen apareciendo y concursando con la complicidad de la junta seleccionadora que según entiendo no siempre es la misma pero que todos los que por allí han desfilado padecen de amnesia musical dejándonos serias dudas sobre sus conocimientos de nuestra música del ayer.

Esta situación ha hecho tanto estrago que hasta experimentados hombres de radio que lideran programas de música vallenata han llegado a sentenciar al respecto: “lo que pasa es que hoy en día la puya es la misma vaina”.

Es responsabilidad de la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata cortar este mal de raíz o seguir manejando el complaciente criterio de darle presencia a la puya para que no pierda protagonismo, pero poniendo en alto riesgo la esencia e identidad de este aire que día a día se nos deteriora cada vez más.

Solo falta decisión y carácter para desarmar la formaleta.

Columnista
12 mayo, 2012

Una puya para la puya

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

La Troja Por: Julio Oñate Martínez Soy poco amigo de las criticas y en esta mi columna “La Troja” siempre trato de darle un toque didáctico o humorístico a mis escritos, pero no quiero pasar por alto la oportuna y reciente puya que el Doctor Luis Napoleón De Armas, le arremachó a la puya vallenata […]


La Troja

Por: Julio Oñate Martínez

Soy poco amigo de las criticas y en esta mi columna “La Troja” siempre trato de darle un toque didáctico o humorístico a mis escritos, pero no quiero pasar por alto la oportuna y reciente puya que el Doctor Luis Napoleón De Armas, le arremachó a la puya vallenata que se escucha en los festivales de los últimos años cuando textualmente señalo: “casi todas para ser generoso están vaciadas en la misma formaleta con diferentes letras”, lo cual es absolutamente cierto, sin que la fundación se haya percatado de esta malsana practica que ha desdibujado uno de nuestros ritmos tradicionales.

Si observamos en la historia aun fresca de los primeros festivales podemos comprobar que las puyas tocadas por lo juglares del ayer todas tenían su vivacidad característica, pero las letras eran más extensas y las melodías identificaban a cada acordeonero con su respectiva impronta original, es decir, todas eran diferentes, la creatividad era tangible y el espectro musical era más grato.

Recordemos que el negro Alejandro gano con su “Pedazo de Acordeón”, Colacho con “Cuando el tigre está en la cueva” (Tradicional), Calixto con “La Puya Regional”, Miguel López con “La Vieja Gabriela” (Juan Muñoz), Alberto Pacheco con “La Cacería”, (Sergio Moya), Luis Enrique con “Francisco el Hombre”, Nafer Durán con “Déjala Veni”, Alfredo Gutiérrez con “La Fiesta de Los Pájaros” (Sergio Moya), el Pangue Maestre con “La Sierrita” (Orlando Móvil), Julio de la Ossa con “Mi Testamento” y Andrés Landero, 2° lugar en el 72 con “La Grifa”, solo por citar las de la primera década del Festival sin que podamos detectar ningún parentesco melódico entre ellas, es decir, eran originales.

Pero en 1975 el bolivarense Cesar Castro Jerez obtuvo un tercer lugar en la categoría profesional con la puya “La Solterona” que además de divertida es bastante pegajosa con un repetido sonsonete que a todos se le queda. Posteriormente, un compositor gordiflón comenzó a componer puyas a diestra y siniestra pero colgado de la melodía de “La Solterona” de Cesar Castro, llegando inclusive hasta conseguir un primer lugar en el concurso de canción inédita al lograr burlar los controles de sanidad folclórica que los directivos del certamen han venido delegando, en un comité supuestamente idóneo para descartar aquellas canciones bajas en calidad o que se les puede encontrar algún plagio en su música o letra.

Desde entonces el virus de “La Solterona” ha venido contaminando a casi todas las puyas que siguen apareciendo y concursando con la complicidad de la junta seleccionadora que según entiendo no siempre es la misma pero que todos los que por allí han desfilado padecen de amnesia musical dejándonos serias dudas sobre sus conocimientos de nuestra música del ayer.

Esta situación ha hecho tanto estrago que hasta experimentados hombres de radio que lideran programas de música vallenata han llegado a sentenciar al respecto: “lo que pasa es que hoy en día la puya es la misma vaina”.

Es responsabilidad de la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata cortar este mal de raíz o seguir manejando el complaciente criterio de darle presencia a la puya para que no pierda protagonismo, pero poniendo en alto riesgo la esencia e identidad de este aire que día a día se nos deteriora cada vez más.

Solo falta decisión y carácter para desarmar la formaleta.