Después de las bonanzas, licitas e ilícitas, de café, gasolina, carbón, contrabando y marihuana, se viene una nueva para La Guajira, la del viento; en el 2031 están proyectados 57 parques eólicos en la Alta Guajira que pueden llegar a generar un 20 % de la energía que necesita Colombia; algo así como tres Hidroituangos […]
Después de las bonanzas, licitas e ilícitas, de café, gasolina, carbón, contrabando y marihuana, se viene una nueva para La Guajira, la del viento; en el 2031 están proyectados 57 parques eólicos en la Alta Guajira que pueden llegar a generar un 20 % de la energía que necesita Colombia; algo así como tres Hidroituangos de energías limpias.
En La Guajira hay un proyecto piloto en funcionamiento, se trata del parque Jepirachi construido en el 2002 y que pretendía ser la punta de lanza de grandes apuestas, pero se quedó en eso, en un experimento al que EPM le ha sacado muchos dividendos, la energía que producen se la vende al proyecto Cerrejón, mostrando poco sentido social por las comunidades de los alrededores en el Cabo de la Vela, con las que en ese tiempo negociaron por chivos, jagüeyes, utensilios para pesca, y tener vía libre en el proyecto pero se olvidaron de pactar la energía para sus territorios como generador de desarrollo.
Esto abre un debate sobre el papel que jugará La Guajira en esta nueva etapa ¿Será el mismo que con EPM o igual que con Cerrejón que les da compensaciones paupérrimas o como con Chevron que sigue sacando el gas y las comunidades de Mayapo, El Pájaro y Manaure están cada día peor? La región no debe desperdiciar una nueva oportunidad de desarrollo, incluso la costa Caribe merece un trato preferencial con esa energía, ya el gas se está agotando, el carbón cada día es menos apetecido en los mercados internacionales por ser altamente contaminante.
El viento es la nueva vida del departamento, para que no sigan muriendo los niños wayuu de física hambre. Lo que preocupa son los antecedentes con una clase dirigente local que se ha robado todo, en una tierra que sigue con los peores indicadores, ya que no hay Dios, ni ley, con un Estado igualmente ladrón y centralista que no ha puesto la atención requerida a las necesidades básicas de la gente.
¿Está preparada la dirigencia política local para asumir este reto? ¿Qué papel jugará el talento guajiro en los proyectos, hay participación directa o solo trámite para que el centralismo se lleve los recursos como siempre y la economía local siga quebrada? ¿Dónde está el liderazgo empresarial privado del departamento, están participando en esas subastas y ofertas? ¿Qué está haciendo la academia para educar jóvenes que quieran trabajar en estos proyectos o pasará como con Cerrejón, que los altos cargos son para los de afuera?
¿Hay algún comité que se encargue de velar y garantizar beneficios para los guajiros? ¿Cuál será el impacto ambiental en una zona virgen que se caracteriza por su gran belleza? ¿Cómo afectará el turismo? ¿Qué pasará con los indígenas, será que de nuevo los van a engañar con jagüeyes y chivos? ¿Si los proyectos producirán esa gran cantidad de dinero, cómo asegura el Estado que los grupos ilegales no lleguen a general violencia en la zona?
Muchas preguntas que deben ser respondidas en una mesa amplia para planear el futuro de estos programas que debe ser liderada por el gobernador Nemesio Rois, para garantizar el bienestar de los guajiros. Porque si no se toman correctivos a tiempo y se planifica de igual a igual, de nuevo La Guajira perderá otra bonanza y sus habitantes seguirán sumidos en la pobreza, esperando que la muerte les llegue tarde, como dice el vallenato, Volví a llorar del maestro Amílcar Calderón.
Después de las bonanzas, licitas e ilícitas, de café, gasolina, carbón, contrabando y marihuana, se viene una nueva para La Guajira, la del viento; en el 2031 están proyectados 57 parques eólicos en la Alta Guajira que pueden llegar a generar un 20 % de la energía que necesita Colombia; algo así como tres Hidroituangos […]
Después de las bonanzas, licitas e ilícitas, de café, gasolina, carbón, contrabando y marihuana, se viene una nueva para La Guajira, la del viento; en el 2031 están proyectados 57 parques eólicos en la Alta Guajira que pueden llegar a generar un 20 % de la energía que necesita Colombia; algo así como tres Hidroituangos de energías limpias.
En La Guajira hay un proyecto piloto en funcionamiento, se trata del parque Jepirachi construido en el 2002 y que pretendía ser la punta de lanza de grandes apuestas, pero se quedó en eso, en un experimento al que EPM le ha sacado muchos dividendos, la energía que producen se la vende al proyecto Cerrejón, mostrando poco sentido social por las comunidades de los alrededores en el Cabo de la Vela, con las que en ese tiempo negociaron por chivos, jagüeyes, utensilios para pesca, y tener vía libre en el proyecto pero se olvidaron de pactar la energía para sus territorios como generador de desarrollo.
Esto abre un debate sobre el papel que jugará La Guajira en esta nueva etapa ¿Será el mismo que con EPM o igual que con Cerrejón que les da compensaciones paupérrimas o como con Chevron que sigue sacando el gas y las comunidades de Mayapo, El Pájaro y Manaure están cada día peor? La región no debe desperdiciar una nueva oportunidad de desarrollo, incluso la costa Caribe merece un trato preferencial con esa energía, ya el gas se está agotando, el carbón cada día es menos apetecido en los mercados internacionales por ser altamente contaminante.
El viento es la nueva vida del departamento, para que no sigan muriendo los niños wayuu de física hambre. Lo que preocupa son los antecedentes con una clase dirigente local que se ha robado todo, en una tierra que sigue con los peores indicadores, ya que no hay Dios, ni ley, con un Estado igualmente ladrón y centralista que no ha puesto la atención requerida a las necesidades básicas de la gente.
¿Está preparada la dirigencia política local para asumir este reto? ¿Qué papel jugará el talento guajiro en los proyectos, hay participación directa o solo trámite para que el centralismo se lleve los recursos como siempre y la economía local siga quebrada? ¿Dónde está el liderazgo empresarial privado del departamento, están participando en esas subastas y ofertas? ¿Qué está haciendo la academia para educar jóvenes que quieran trabajar en estos proyectos o pasará como con Cerrejón, que los altos cargos son para los de afuera?
¿Hay algún comité que se encargue de velar y garantizar beneficios para los guajiros? ¿Cuál será el impacto ambiental en una zona virgen que se caracteriza por su gran belleza? ¿Cómo afectará el turismo? ¿Qué pasará con los indígenas, será que de nuevo los van a engañar con jagüeyes y chivos? ¿Si los proyectos producirán esa gran cantidad de dinero, cómo asegura el Estado que los grupos ilegales no lleguen a general violencia en la zona?
Muchas preguntas que deben ser respondidas en una mesa amplia para planear el futuro de estos programas que debe ser liderada por el gobernador Nemesio Rois, para garantizar el bienestar de los guajiros. Porque si no se toman correctivos a tiempo y se planifica de igual a igual, de nuevo La Guajira perderá otra bonanza y sus habitantes seguirán sumidos en la pobreza, esperando que la muerte les llegue tarde, como dice el vallenato, Volví a llorar del maestro Amílcar Calderón.