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Columnista - 3 julio, 2012

Una falsa modernidad

BITÁCORA De visita a San Juan del Cesar, pude experimentar la sensación de estar en un pueblo distinto al de los últimos cinco años. Su dinámica ha cambiado sustancialmente. Hay un incremento de locales y negocios como restaurantes, ferreterías, estaderos, discotecas y negocios de comida rápida, que ya le dan la apariencia de una ciudad […]

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BITÁCORA

De visita a San Juan del Cesar, pude experimentar la sensación de estar en un pueblo distinto al de los últimos cinco años. Su dinámica ha cambiado sustancialmente. Hay un incremento de locales y negocios como restaurantes, ferreterías, estaderos, discotecas y negocios de comida rápida, que ya le dan la apariencia de una ciudad pequeña, con una infraestructura que comienza a diseñarse pensando en su futuro.

En el área de la salud también ha habido transformación en cuanto a la ampliación y mejoramiento de la calidad de sus servicios, pues tanto su hospital regional como sus dos clínicas han crecido no sólo en planta física, sino que se han convertido en centros de recepción de pacientes de toda la Guajira, norte y centro del Cesar, por tener además de unidades de cuidados intensivos, servicios de cirugía que antes solo se prestaban en Valledupar y Barranquilla.

Hay una activación en el sector de la construcción que también se ha incrementado notoriamente. De los dos hoteles-por así decirlo- que había en el municipio, hoy existe una decena de hoteles nuevos y en construcción, con infraestructura de alta calidad que impulsará el desarrollo económico del municipio.

Cuando uno conversa con algún Sanjuanero, se nota un positivismo enorme en lo que al progreso se refiere. Muchos creen que San Juan se ganó la lotería, pues el descubrimiento y puesta en desarrollo de la mina de carbón en la zona de Cañaverales ha dado la posibilidad de que la multinacional MPX inicie sus labores como empresa explotadora y comercializadora de una de las más grande minas de carbón en el país.

Miles de personas ven en la mina de carbón una excelente oportunidad para mejorar sus ingresos, lo que ha hecho que aún antes de arrancar, el municipio viva un buen momento comercial por toda la infraestructura que se está creando para afrontar el reto.

Muchos están tan convencidos de que la mina es lo mejor, que no han tenido tiempo para detenerse a leer la historia de otros pueblos en donde la apuesta por el progreso los hizo olvidarse de las consecuencias sociales, ambientales y como tal de salud, que traía la mina, por lo que hoy viven una vergonzosa crisis, porque la mina les produjo más problemas que beneficios.

Ya se empieza a anunciar el desvío de un considerable tramo del río Ranchería para que el ferrocarril, transportador del carbón que allí se explotará, pueda salir a puerto y comercializarse; desviar un río tiene consecuencias fatales para la vida de las culturas que ancestralmente dependen de él. La naturaleza está amenazada, lo mismo que la salud de todos los habitantes de la zona que quedarán expuestos a la contaminación de los cielos, por el polvillo que emana el carbón cuando se está extrayendo; aun así para muchos es más importante montar un hotel, o construir apartamentos, locales o moteles para aprovechar la bonanza, que servir de veedores y ejercer presión alos gobiernos municipal, departamental y nacional para que exijan a estas multinacionales que cumplan con las normas ambientales para garantizar la vida a las poblaciones cercanas a la explotación, para no tener que vivir los problemas que hoy padecen la Loma, La Jagua y otras poblaciones del Cesar y Colombia.

Estos municipios están azotados por fenómenos de prostitución infantil, juvenil, por altos índices de drogadicción y negocios fraudulentos que llegaron a partir del aumento de la población flotante que llegó de todas las partes del país buscando nuevas oportunidades en las minas.

Ya García Márquez, en Cien Años de Soledad, demostró a través de la estética del lenguaje literario, cómo este peligroso y disfrazado auge de modernidad conduce a la catástrofe, a la muerte, y al abandono, pues Macondo era un pueblo armonioso hasta cuando la multinacional United Fruit Company montó su empresa bananera allí, con su ferrocarril y sus majestuoso campamento, con una modernidad que fracasó, por ese desorden que sobrevino con el auge económico de aquellos que le apostaron más a los valores de cambio que a los de uso. Ojalá y a San Juan no le toque una suerte de éstas.

@Oscararizadaza

Columnista
3 julio, 2012

Una falsa modernidad

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Oscar Ariza Daza

BITÁCORA De visita a San Juan del Cesar, pude experimentar la sensación de estar en un pueblo distinto al de los últimos cinco años. Su dinámica ha cambiado sustancialmente. Hay un incremento de locales y negocios como restaurantes, ferreterías, estaderos, discotecas y negocios de comida rápida, que ya le dan la apariencia de una ciudad […]


BITÁCORA

De visita a San Juan del Cesar, pude experimentar la sensación de estar en un pueblo distinto al de los últimos cinco años. Su dinámica ha cambiado sustancialmente. Hay un incremento de locales y negocios como restaurantes, ferreterías, estaderos, discotecas y negocios de comida rápida, que ya le dan la apariencia de una ciudad pequeña, con una infraestructura que comienza a diseñarse pensando en su futuro.

En el área de la salud también ha habido transformación en cuanto a la ampliación y mejoramiento de la calidad de sus servicios, pues tanto su hospital regional como sus dos clínicas han crecido no sólo en planta física, sino que se han convertido en centros de recepción de pacientes de toda la Guajira, norte y centro del Cesar, por tener además de unidades de cuidados intensivos, servicios de cirugía que antes solo se prestaban en Valledupar y Barranquilla.

Hay una activación en el sector de la construcción que también se ha incrementado notoriamente. De los dos hoteles-por así decirlo- que había en el municipio, hoy existe una decena de hoteles nuevos y en construcción, con infraestructura de alta calidad que impulsará el desarrollo económico del municipio.

Cuando uno conversa con algún Sanjuanero, se nota un positivismo enorme en lo que al progreso se refiere. Muchos creen que San Juan se ganó la lotería, pues el descubrimiento y puesta en desarrollo de la mina de carbón en la zona de Cañaverales ha dado la posibilidad de que la multinacional MPX inicie sus labores como empresa explotadora y comercializadora de una de las más grande minas de carbón en el país.

Miles de personas ven en la mina de carbón una excelente oportunidad para mejorar sus ingresos, lo que ha hecho que aún antes de arrancar, el municipio viva un buen momento comercial por toda la infraestructura que se está creando para afrontar el reto.

Muchos están tan convencidos de que la mina es lo mejor, que no han tenido tiempo para detenerse a leer la historia de otros pueblos en donde la apuesta por el progreso los hizo olvidarse de las consecuencias sociales, ambientales y como tal de salud, que traía la mina, por lo que hoy viven una vergonzosa crisis, porque la mina les produjo más problemas que beneficios.

Ya se empieza a anunciar el desvío de un considerable tramo del río Ranchería para que el ferrocarril, transportador del carbón que allí se explotará, pueda salir a puerto y comercializarse; desviar un río tiene consecuencias fatales para la vida de las culturas que ancestralmente dependen de él. La naturaleza está amenazada, lo mismo que la salud de todos los habitantes de la zona que quedarán expuestos a la contaminación de los cielos, por el polvillo que emana el carbón cuando se está extrayendo; aun así para muchos es más importante montar un hotel, o construir apartamentos, locales o moteles para aprovechar la bonanza, que servir de veedores y ejercer presión alos gobiernos municipal, departamental y nacional para que exijan a estas multinacionales que cumplan con las normas ambientales para garantizar la vida a las poblaciones cercanas a la explotación, para no tener que vivir los problemas que hoy padecen la Loma, La Jagua y otras poblaciones del Cesar y Colombia.

Estos municipios están azotados por fenómenos de prostitución infantil, juvenil, por altos índices de drogadicción y negocios fraudulentos que llegaron a partir del aumento de la población flotante que llegó de todas las partes del país buscando nuevas oportunidades en las minas.

Ya García Márquez, en Cien Años de Soledad, demostró a través de la estética del lenguaje literario, cómo este peligroso y disfrazado auge de modernidad conduce a la catástrofe, a la muerte, y al abandono, pues Macondo era un pueblo armonioso hasta cuando la multinacional United Fruit Company montó su empresa bananera allí, con su ferrocarril y sus majestuoso campamento, con una modernidad que fracasó, por ese desorden que sobrevino con el auge económico de aquellos que le apostaron más a los valores de cambio que a los de uso. Ojalá y a San Juan no le toque una suerte de éstas.

@Oscararizadaza