Estados Unidos es la única democracia presidencial del mundo en la que el presidente no es elegido directamente por los votantes, sino por un Colegio Electoral.
Estados Unidos es la única democracia presidencial del mundo en la que el presidente no es elegido directamente por los votantes, sino por un Colegio Electoral. Esto hace posible que el presidente sea elegido sin una mayoría de votos: George W. Bush y Donald Trump llegaron a la Casa Blanca con menos votos que sus oponentes, Al Gore y Hillary Clinton, en las elecciones de 2000 y 2016, respectivamente. Este escenario podría volver a repetirse el 5 de noviembre.
En 2016, el índice de The Economist reclasificó a Estados Unidos de una democracia plena a una democracia defectuosa. “Seguimos siendo una democracia, pero una democracia muy enferma”, señala Steven Levitsky, cuyo reciente libro, ‘Tyranny of the Minority’, coescrito con Daniel Ziblatt, sirve como una dura advertencia sobre este declive. Con las próximas elecciones, posiblemente las más significativas en la memoria reciente, existe una oportunidad crucial para analizar las fallas del sistema.
El público de las elecciones presidenciales de Estados Unidos es global. Cuando los estadounidenses acuden a las urnas, sus decisiones tienen ramificaciones para el mundo. Sin embargo, las elecciones estadounidenses del próximo 5 de noviembre se llevarán a cabo en un momento crucial de incertidumbre.
Según The Global Impact of the 2024 US Presidential Election, las elecciones estadounidenses se dan en un momento decisivo, porque es perentorio que, pese a la impronta de ser el país más poderoso del mundo, Estados Unidos precisa reparar y restablecer las relaciones con sus aliados y socios en asuntos como cooperación multilateral en materia de cadenas de suministro, seguridad económica, protección de tecnologías críticas y emergentes e inteligencia artificial, entre otras áreas. La discontinuidad en este trabajo podría precipitar daños y reveses que podrían ser irrecuperables.
El próximo presidente de Estados Unidos, al asumir el cargo, no sólo tendrá que hacer frente a dos guerras en Europa y Oriente Medio, sino también a una creciente cooperación entre potencias autocráticas como fuerza disruptiva del orden global. China y las coaliciones de líderes autocráticos están poniendo una tensión sin precedentes en el orden internacional. China y Rusia pondrán a prueba la relativa inexperiencia de Harris en política exterior con tácticas en las esferas de la seguridad y la coerción económica. Con Trump, probarán hasta qué punto pueden presionar a los aliados de Estados Unidos para que se sometan a las preferencias de Pekín y Moscú sin provocar una respuesta estadounidense.
Aunque el sistema democrático estadounidense, considerado el más antiguo y estable del mundo, dista mucho de ser perfecto, los candidatos Harris y Trump, enfrentan y tienen sus posiciones sobre las relaciones económicas, la inmigración y la seguridad fronteriza, los combustibles fósiles y un mayor acceso a soluciones energéticas sostenibles. Estamos frente a una elección de consecuencias globales. Según The Economist “un segundo mandato de Trump conlleva riesgos inaceptables, por lo que, si tuviera un voto, lo emitiría por Kamala Harris”. Sea cual sea el ganador, los resultados de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2024, sin duda tendrán un impacto sobre la polarización política y social en todo el mundo.
Por: Luis Elquis Díaz.
Estados Unidos es la única democracia presidencial del mundo en la que el presidente no es elegido directamente por los votantes, sino por un Colegio Electoral.
Estados Unidos es la única democracia presidencial del mundo en la que el presidente no es elegido directamente por los votantes, sino por un Colegio Electoral. Esto hace posible que el presidente sea elegido sin una mayoría de votos: George W. Bush y Donald Trump llegaron a la Casa Blanca con menos votos que sus oponentes, Al Gore y Hillary Clinton, en las elecciones de 2000 y 2016, respectivamente. Este escenario podría volver a repetirse el 5 de noviembre.
En 2016, el índice de The Economist reclasificó a Estados Unidos de una democracia plena a una democracia defectuosa. “Seguimos siendo una democracia, pero una democracia muy enferma”, señala Steven Levitsky, cuyo reciente libro, ‘Tyranny of the Minority’, coescrito con Daniel Ziblatt, sirve como una dura advertencia sobre este declive. Con las próximas elecciones, posiblemente las más significativas en la memoria reciente, existe una oportunidad crucial para analizar las fallas del sistema.
El público de las elecciones presidenciales de Estados Unidos es global. Cuando los estadounidenses acuden a las urnas, sus decisiones tienen ramificaciones para el mundo. Sin embargo, las elecciones estadounidenses del próximo 5 de noviembre se llevarán a cabo en un momento crucial de incertidumbre.
Según The Global Impact of the 2024 US Presidential Election, las elecciones estadounidenses se dan en un momento decisivo, porque es perentorio que, pese a la impronta de ser el país más poderoso del mundo, Estados Unidos precisa reparar y restablecer las relaciones con sus aliados y socios en asuntos como cooperación multilateral en materia de cadenas de suministro, seguridad económica, protección de tecnologías críticas y emergentes e inteligencia artificial, entre otras áreas. La discontinuidad en este trabajo podría precipitar daños y reveses que podrían ser irrecuperables.
El próximo presidente de Estados Unidos, al asumir el cargo, no sólo tendrá que hacer frente a dos guerras en Europa y Oriente Medio, sino también a una creciente cooperación entre potencias autocráticas como fuerza disruptiva del orden global. China y las coaliciones de líderes autocráticos están poniendo una tensión sin precedentes en el orden internacional. China y Rusia pondrán a prueba la relativa inexperiencia de Harris en política exterior con tácticas en las esferas de la seguridad y la coerción económica. Con Trump, probarán hasta qué punto pueden presionar a los aliados de Estados Unidos para que se sometan a las preferencias de Pekín y Moscú sin provocar una respuesta estadounidense.
Aunque el sistema democrático estadounidense, considerado el más antiguo y estable del mundo, dista mucho de ser perfecto, los candidatos Harris y Trump, enfrentan y tienen sus posiciones sobre las relaciones económicas, la inmigración y la seguridad fronteriza, los combustibles fósiles y un mayor acceso a soluciones energéticas sostenibles. Estamos frente a una elección de consecuencias globales. Según The Economist “un segundo mandato de Trump conlleva riesgos inaceptables, por lo que, si tuviera un voto, lo emitiría por Kamala Harris”. Sea cual sea el ganador, los resultados de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2024, sin duda tendrán un impacto sobre la polarización política y social en todo el mundo.
Por: Luis Elquis Díaz.