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Columnista - 16 septiembre, 2019

Una buena clase de literatura

Yo había leído de Alejandro Gaviria ‘Hoy es siempre todavía’, un libro testimonial, en el que cuenta cómo venció la grave enfermedad que afrontó, no fue la historia, conmovedora por cierto la que me entusiasmó, sino el manejo de las palabras, una narrativa que es como un manantial que fluye y baña de esperanza el […]

Yo había leído de Alejandro Gaviria ‘Hoy es siempre todavía’, un libro testimonial, en el que cuenta cómo venció la grave enfermedad que afrontó, no fue la historia, conmovedora por cierto la que me entusiasmó, sino el manejo de las palabras, una narrativa que es como un manantial que fluye y baña de esperanza el arduo momento que se vive. Luego fui a buscar otro libro de él y me encontré con ‘Siquiera tenemos las palabras’ y cuando terminé de leerlo me dije: ‘Siquiera tenemos escritores como él.”

Es una excelente clase se Literatura. A mis años, cuando la mayor parte de mi vida la he dedicado a leer, pocas veces he encontrado un libro que me enseñe tanto o que me lleve a reencontrarme con “amigos” que ya había leído como Joseph Conrad, de quien busqué afanosa El Agente Secreto, y ahí estaba entre mis viejos libros y comencé a releerlo y se produjo ese reencuentro agradable con lo que se ha leído, es como saludar de nuevo a viejos amigos, escenarios, ciudades, mundo, en fin, derroteros agradables o procelosos por los que nos llevan las palabras.

Y me invadió la nostalgia cuando me recodó a Yevgeny Yevtushenko, a quien conocí y escuché en un recital en la Casa de los Derechos, en Bogotá, un viejo caserón cerca al teatro Colón, que albergaba a la facultad de Derecho y Economía de la Universidad de América, antes de que construyera su actual sede; yo recibía clases en el Casa Pombo en la otra esquina; pues bien, le decíamos al poeta ruso Eugenio Estuchenco, y lo recuerdo tan alto, como de dos metros y muy delgado, no sé si en ese momento, entrando en mi adolescencia, me gustó  o no, pero ahora con el libro del ex ministro Gaviria, lo  encuentro en el poema “Aquí las cosas gritan silenciosamente / Y ante todo esto descubro mi cabeza con respetuosa humildad…” y más del poeta con alma de político o lo contrario, como lo describe el autor.

 Este libro,  como ya dije, es la mejor clase se literatura, a la que he asistido, tanto que lo tengo ahí junto con los otros, cerca de mis mesa de noche, esos otros que también han llenado mis momentos de tanto y tanto.  En este se  hace un grato recorrido por escepticismos, política, felicidad, el liberalismo, la soledad, el cinismo, la indignación, el fanatismo, el futuro de la humanidad, títulos con los que el autor aborda jirones esenciales en la producción literaria de los personajes: poetas, novelistas, ensayistas que nos presenta.

Recomiendo, con afecto, a los profesores de literatura que lean este libro, porque como dice su autor: “Este libro breve y reiterativo hace precisamente eso: comparte los libros leídos…sobre todo aquellos que dicen algo sobre el momento actual”. Es eso, de cada autor que estudia nos deja un sucinto análisis del mundo que estamos viviendo y lo logra en el pensamiento, en lo escrito, en lo meditado desde hace años, por emblemáticos autores universales.

‘Siquiera tenemos las palabras”, es un libro que se queda con uno, como ocurre con todos los textos que leemos con fruición y sin embargo, hacemos pausas para señalar las notas exultantes que nos hacen exclamar, como en este caso: ¡Qué bueno, siquiera tenemos escritores como el maestro Gaviria!

Columnista
16 septiembre, 2019

Una buena clase de literatura

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

Yo había leído de Alejandro Gaviria ‘Hoy es siempre todavía’, un libro testimonial, en el que cuenta cómo venció la grave enfermedad que afrontó, no fue la historia, conmovedora por cierto la que me entusiasmó, sino el manejo de las palabras, una narrativa que es como un manantial que fluye y baña de esperanza el […]


Yo había leído de Alejandro Gaviria ‘Hoy es siempre todavía’, un libro testimonial, en el que cuenta cómo venció la grave enfermedad que afrontó, no fue la historia, conmovedora por cierto la que me entusiasmó, sino el manejo de las palabras, una narrativa que es como un manantial que fluye y baña de esperanza el arduo momento que se vive. Luego fui a buscar otro libro de él y me encontré con ‘Siquiera tenemos las palabras’ y cuando terminé de leerlo me dije: ‘Siquiera tenemos escritores como él.”

Es una excelente clase se Literatura. A mis años, cuando la mayor parte de mi vida la he dedicado a leer, pocas veces he encontrado un libro que me enseñe tanto o que me lleve a reencontrarme con “amigos” que ya había leído como Joseph Conrad, de quien busqué afanosa El Agente Secreto, y ahí estaba entre mis viejos libros y comencé a releerlo y se produjo ese reencuentro agradable con lo que se ha leído, es como saludar de nuevo a viejos amigos, escenarios, ciudades, mundo, en fin, derroteros agradables o procelosos por los que nos llevan las palabras.

Y me invadió la nostalgia cuando me recodó a Yevgeny Yevtushenko, a quien conocí y escuché en un recital en la Casa de los Derechos, en Bogotá, un viejo caserón cerca al teatro Colón, que albergaba a la facultad de Derecho y Economía de la Universidad de América, antes de que construyera su actual sede; yo recibía clases en el Casa Pombo en la otra esquina; pues bien, le decíamos al poeta ruso Eugenio Estuchenco, y lo recuerdo tan alto, como de dos metros y muy delgado, no sé si en ese momento, entrando en mi adolescencia, me gustó  o no, pero ahora con el libro del ex ministro Gaviria, lo  encuentro en el poema “Aquí las cosas gritan silenciosamente / Y ante todo esto descubro mi cabeza con respetuosa humildad…” y más del poeta con alma de político o lo contrario, como lo describe el autor.

 Este libro,  como ya dije, es la mejor clase se literatura, a la que he asistido, tanto que lo tengo ahí junto con los otros, cerca de mis mesa de noche, esos otros que también han llenado mis momentos de tanto y tanto.  En este se  hace un grato recorrido por escepticismos, política, felicidad, el liberalismo, la soledad, el cinismo, la indignación, el fanatismo, el futuro de la humanidad, títulos con los que el autor aborda jirones esenciales en la producción literaria de los personajes: poetas, novelistas, ensayistas que nos presenta.

Recomiendo, con afecto, a los profesores de literatura que lean este libro, porque como dice su autor: “Este libro breve y reiterativo hace precisamente eso: comparte los libros leídos…sobre todo aquellos que dicen algo sobre el momento actual”. Es eso, de cada autor que estudia nos deja un sucinto análisis del mundo que estamos viviendo y lo logra en el pensamiento, en lo escrito, en lo meditado desde hace años, por emblemáticos autores universales.

‘Siquiera tenemos las palabras”, es un libro que se queda con uno, como ocurre con todos los textos que leemos con fruición y sin embargo, hacemos pausas para señalar las notas exultantes que nos hacen exclamar, como en este caso: ¡Qué bueno, siquiera tenemos escritores como el maestro Gaviria!