“Puesto los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” Hebreos 12,2 Enfocar es lograr que la imagen de un objeto se recoja con nitidez sobre un plano determinado. También consiste en dirigir la atención hacia un asunto, para tratar de entenderlo acertadamente. Afirmaba un filósofo británico: “La guerra es una cosa fea, […]
“Puesto los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” Hebreos 12,2
Enfocar es lograr que la imagen de un objeto se recoja con nitidez sobre un plano determinado. También consiste en dirigir la atención hacia un asunto, para tratar de entenderlo acertadamente.
Afirmaba un filósofo británico: “La guerra es una cosa fea, pero no es la más fea de todas las cosas”. El sentimiento de derrota y degradación de los valores éticos y morales es peor. Las personas que no tienen nada por lo que estén dispuestas a luchar son dignas de compasión. Hay muchas cosas por las que vale la pena luchar: Familia, hijos, nietos y nuestra fe.
En la iglesia del Señor son muchos los que quieren la victoria, pero no la pelean. Quieren paz, pero evitan la batalla. Las confrontaciones son inevitables porque vivimos tiempos peligrosos donde el enemigo de nuestras almas anda alrededor como león rugiente buscando a quien devorar.
De aquella confrontación famosa entre David y el gigante Goliat, podemos sacar algunas lecciones: Las tropas israelitas eran conscientes del perfil de Goliat; eran dominados por la intimidación y el temor. Conocían más de su enemigo y sus habilidades que de Dios y sus promesas.
Amados amigos: Ahora, como entonces, somos expertos en conocer las habilidades del enemigo. Durante cuarenta días, en la hora de la oración en el sacrificio de la mañana y de la tarde, Goliat gritaba su desafío. La estrategia sigue siendo igual: Alejarnos de nuestros momentos de oración y apartarnos de la presencia de Dios para que perdamos el enfoque de las cosas importantes. Así, desenfocados, terminamos creyendo que no hay respuesta para nuestros problemas y no tenemos esperanza.
El joven David venía de adorar a Dios y pastorear las ovejas de su padre. Pero, no se enfocó en las fortalezas del gigante, sino que puso sus ojos en el Señor y en la recompensa que había ofrecido el rey para quien lo enfrentara. El resultado es por todos conocido: Su victoria sobre el gigante fue la puerta de entrada a su verdadero destino: ¡De pastor a rey!
El proceso de enfrentar y superar nuestros gigantes personales trae significado y propósito a nuestras vidas. Cuanto más grande sea el gigante que enfrentemos, mayor será la recompensa que recibiremos. Fuimos diseñados para vivir vidas de influencia, relevantes, con sentido. Hacerlo, le otorga un sentido de misión y de destino a nuestras vidas. Algunas peleas parecerán injustas, pero siempre debemos confiar en Dios y sus promesas y creer que con Dios somos una mayoría aplastante y victoriosa.
Los animo a vencer la adversidad, enfocarnos en lo verdadero y despertar la esperanza de un futuro mejor. ¡Elevemos el nivel de confianza en Dios cada día! ¡Cuánto más difícil sea el conflicto, más glorioso será el triunfo! La historia recordará, recompensará y honrará a todos aquellos que triunfen en las batallas de la vida y terminen su carrera con gozo. ¡Adelante!
Un fuerte abrazo en Cristo.
“Puesto los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” Hebreos 12,2 Enfocar es lograr que la imagen de un objeto se recoja con nitidez sobre un plano determinado. También consiste en dirigir la atención hacia un asunto, para tratar de entenderlo acertadamente. Afirmaba un filósofo británico: “La guerra es una cosa fea, […]
“Puesto los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” Hebreos 12,2
Enfocar es lograr que la imagen de un objeto se recoja con nitidez sobre un plano determinado. También consiste en dirigir la atención hacia un asunto, para tratar de entenderlo acertadamente.
Afirmaba un filósofo británico: “La guerra es una cosa fea, pero no es la más fea de todas las cosas”. El sentimiento de derrota y degradación de los valores éticos y morales es peor. Las personas que no tienen nada por lo que estén dispuestas a luchar son dignas de compasión. Hay muchas cosas por las que vale la pena luchar: Familia, hijos, nietos y nuestra fe.
En la iglesia del Señor son muchos los que quieren la victoria, pero no la pelean. Quieren paz, pero evitan la batalla. Las confrontaciones son inevitables porque vivimos tiempos peligrosos donde el enemigo de nuestras almas anda alrededor como león rugiente buscando a quien devorar.
De aquella confrontación famosa entre David y el gigante Goliat, podemos sacar algunas lecciones: Las tropas israelitas eran conscientes del perfil de Goliat; eran dominados por la intimidación y el temor. Conocían más de su enemigo y sus habilidades que de Dios y sus promesas.
Amados amigos: Ahora, como entonces, somos expertos en conocer las habilidades del enemigo. Durante cuarenta días, en la hora de la oración en el sacrificio de la mañana y de la tarde, Goliat gritaba su desafío. La estrategia sigue siendo igual: Alejarnos de nuestros momentos de oración y apartarnos de la presencia de Dios para que perdamos el enfoque de las cosas importantes. Así, desenfocados, terminamos creyendo que no hay respuesta para nuestros problemas y no tenemos esperanza.
El joven David venía de adorar a Dios y pastorear las ovejas de su padre. Pero, no se enfocó en las fortalezas del gigante, sino que puso sus ojos en el Señor y en la recompensa que había ofrecido el rey para quien lo enfrentara. El resultado es por todos conocido: Su victoria sobre el gigante fue la puerta de entrada a su verdadero destino: ¡De pastor a rey!
El proceso de enfrentar y superar nuestros gigantes personales trae significado y propósito a nuestras vidas. Cuanto más grande sea el gigante que enfrentemos, mayor será la recompensa que recibiremos. Fuimos diseñados para vivir vidas de influencia, relevantes, con sentido. Hacerlo, le otorga un sentido de misión y de destino a nuestras vidas. Algunas peleas parecerán injustas, pero siempre debemos confiar en Dios y sus promesas y creer que con Dios somos una mayoría aplastante y victoriosa.
Los animo a vencer la adversidad, enfocarnos en lo verdadero y despertar la esperanza de un futuro mejor. ¡Elevemos el nivel de confianza en Dios cada día! ¡Cuánto más difícil sea el conflicto, más glorioso será el triunfo! La historia recordará, recompensará y honrará a todos aquellos que triunfen en las batallas de la vida y terminen su carrera con gozo. ¡Adelante!
Un fuerte abrazo en Cristo.