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Columnista - 18 abril, 2021

Un preludio fantástico

Si algo ha caracterizado a este gobierno es la forma singular que emplea para transmitir ciertos acontecimientos; en ocasiones ignorando que sus anuncios pomposos están plagados de contradicciones e inconsistencias. Así develan su desatino y el desconocimiento de realidades históricas ineludibles. No pude pasar por alto el trino del presidente Iván Duque hace unos días: […]

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Si algo ha caracterizado a este gobierno es la forma singular que emplea para transmitir ciertos acontecimientos; en ocasiones ignorando que sus anuncios pomposos están plagados de contradicciones e inconsistencias. Así develan su desatino y el desconocimiento de realidades históricas ineludibles.

No pude pasar por alto el trino del presidente Iván Duque hace unos días: “Celebramos el anuncio de Netflix de abrir oficinas en Colombia”, y, a renglón seguido, proclama a su manera rimbombante y hueca, que “Queda confirmado un nuevo paso para convertirnos en el Silicon Valley de América Latina”.

Me llamó profundamente la atención el aparte final del trino, porque de allí se desprende la idea de que a ese territorio californiano llegaron multinacionales a establecerse, convirtiéndola en sede de las grandes compañías tecnológicas.

Me pregunto: ¿Qué está haciendo el presidente Duque para cristalizar su exagerado vaticinio? ¿En cuánto aumentó su gobierno la inversión pública y privada en ciencia, tecnología e innovación?
Si nos remitimos al tercer informe de la Misión de Sabios de 2019, encontramos que la inversión en Colombia para el desarrollo científico fue de 0.24 % con relación al PIB anual, una cifra exigua, que permite concluir que solo podemos ver su predicción como Moisés vio a la tierra prometida; porque al contrario de lo que Duque piensa, la consolidación Silicon Valley no obedeció a la apertura de sucursales y empresas multinacionales en California, sino que esta tuvo su génesis en el fortalecimiento del saber, gestado en la matriz de la Universidad de Stanford, donde después de la Segunda Guerra Mundial, con el ánimo de conseguir trabajo a sus antiguos alumnos, se crea el parque industrial, ‘Stanford Industrial Park’, preludio de este templo de negocios tecnológicos y científicos.

Conveniente sería para el país que el presidente, ahora que cita este centro de comercio forjado bajo la construcción permanente del capital humano, evalúe lo que su gobierno ha hecho en la praxis para asumir los retos que demanda la adquisición de conocimientos básicos que permiten obtener un desarrollo económico.

Lamentablemente, lejos estamos de vislumbrar un horizonte halagüeño, cuando en la realidad observamos la asfixia sistemática que padece el sector académico, acrecentada en este cuatrienio, en el que se estigmatiza al docente, y la infraestructura universitaria se resquebraja día a día.

El país donde niños y jóvenes tienen que hacer travesías para llegar al colegio, y muchos de ellos no aprueban el año por no tener acceso a internet; donde a una profesora se le señala por una tarea de historia, en la que los estudiantes protestan para que sus derechos sean reivindicados, y el partido de gobierno los tilda de subversivos por levantar su voz; donde se nos grava con impuestos el acceso a internet y equipos de cómputo, indispensables para la educación, no puede comprender el augurio desmedido, fantástico, inverosímil y ridículo del presidente.

Es el saber el único camino que nos conducirá al desarrollo, si el Estado lo promueve, financia y estimula, le hará eco al eslogan que Los Stanford escogieron durante la formación de su institución: “Sopla el viento de libertad”, ¡cuán distantes estamos de ello!

Columnista
18 abril, 2021

Un preludio fantástico

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jose Jorge Molina

Si algo ha caracterizado a este gobierno es la forma singular que emplea para transmitir ciertos acontecimientos; en ocasiones ignorando que sus anuncios pomposos están plagados de contradicciones e inconsistencias. Así develan su desatino y el desconocimiento de realidades históricas ineludibles. No pude pasar por alto el trino del presidente Iván Duque hace unos días: […]


Si algo ha caracterizado a este gobierno es la forma singular que emplea para transmitir ciertos acontecimientos; en ocasiones ignorando que sus anuncios pomposos están plagados de contradicciones e inconsistencias. Así develan su desatino y el desconocimiento de realidades históricas ineludibles.

No pude pasar por alto el trino del presidente Iván Duque hace unos días: “Celebramos el anuncio de Netflix de abrir oficinas en Colombia”, y, a renglón seguido, proclama a su manera rimbombante y hueca, que “Queda confirmado un nuevo paso para convertirnos en el Silicon Valley de América Latina”.

Me llamó profundamente la atención el aparte final del trino, porque de allí se desprende la idea de que a ese territorio californiano llegaron multinacionales a establecerse, convirtiéndola en sede de las grandes compañías tecnológicas.

Me pregunto: ¿Qué está haciendo el presidente Duque para cristalizar su exagerado vaticinio? ¿En cuánto aumentó su gobierno la inversión pública y privada en ciencia, tecnología e innovación?
Si nos remitimos al tercer informe de la Misión de Sabios de 2019, encontramos que la inversión en Colombia para el desarrollo científico fue de 0.24 % con relación al PIB anual, una cifra exigua, que permite concluir que solo podemos ver su predicción como Moisés vio a la tierra prometida; porque al contrario de lo que Duque piensa, la consolidación Silicon Valley no obedeció a la apertura de sucursales y empresas multinacionales en California, sino que esta tuvo su génesis en el fortalecimiento del saber, gestado en la matriz de la Universidad de Stanford, donde después de la Segunda Guerra Mundial, con el ánimo de conseguir trabajo a sus antiguos alumnos, se crea el parque industrial, ‘Stanford Industrial Park’, preludio de este templo de negocios tecnológicos y científicos.

Conveniente sería para el país que el presidente, ahora que cita este centro de comercio forjado bajo la construcción permanente del capital humano, evalúe lo que su gobierno ha hecho en la praxis para asumir los retos que demanda la adquisición de conocimientos básicos que permiten obtener un desarrollo económico.

Lamentablemente, lejos estamos de vislumbrar un horizonte halagüeño, cuando en la realidad observamos la asfixia sistemática que padece el sector académico, acrecentada en este cuatrienio, en el que se estigmatiza al docente, y la infraestructura universitaria se resquebraja día a día.

El país donde niños y jóvenes tienen que hacer travesías para llegar al colegio, y muchos de ellos no aprueban el año por no tener acceso a internet; donde a una profesora se le señala por una tarea de historia, en la que los estudiantes protestan para que sus derechos sean reivindicados, y el partido de gobierno los tilda de subversivos por levantar su voz; donde se nos grava con impuestos el acceso a internet y equipos de cómputo, indispensables para la educación, no puede comprender el augurio desmedido, fantástico, inverosímil y ridículo del presidente.

Es el saber el único camino que nos conducirá al desarrollo, si el Estado lo promueve, financia y estimula, le hará eco al eslogan que Los Stanford escogieron durante la formación de su institución: “Sopla el viento de libertad”, ¡cuán distantes estamos de ello!