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Columnista - 24 junio, 2020

Un policía excepcional

Hace unos días recibí un mensaje de watsapp de un amigo policía, con quien tengo una amistad de hace más de 20 años, relacionada por mi trabajo como periodista y ahora como docente universitario, y la de él como policía. Me honró con un cálido mensaje en donde expone de manera sutil, su compartir y […]

Hace unos días recibí un mensaje de watsapp de un amigo policía, con quien tengo una amistad de hace más de 20 años, relacionada por mi trabajo como periodista y ahora como docente universitario, y la de él como policía.

Me honró con un cálido mensaje en donde expone de manera sutil, su compartir y la de su amada familia, porque el alto mando le notificó la resolución de uso de buen retiro pensional de fecha 16 de junio.

Se trata de Álvaro Emilio Sánchez Coronado, de 51 años, un barranquillero nacido en el barrio Carrizal, quien ha sido ejemplo institucional, de probidad y lealtad. Sufrió por varios años de vitíligo, una enfermedad de la piel que se caracteriza por la aparición de manchas blancas. 

Está casado con Orieth Cecilia Cruz, tres hijos: Álvaro Javier y Andrés Felipe, quienes estudian administración y contaduría en la UPC, y Angelina, quien cursa décimo grado en el colegio Pablo Sexto.  

Me alegré por tan maravilloso logro y aunque me sorprendió el mensaje, lo tomé como una muestra de confianza de un amigo que guarda en su interior ese signo maravilloso. Leído el mensaje, empecé a esculcar en mis archivos e hice contactos con miembros de la Policía para saber más del Sargento Sánchez, incluso, lo llamé y lo felicité.

Hago esta columna para reconocerle su grandeza como hijo colombiano, como un policía valeroso para una institución, que ha tenido gente que le ha hecho daño “pero la mayoría la queremos, la respetamos y la guardamos”, dice.

Duró 29 años, 7 meses y 26 días en la Policía Nacional. “Le debo todo lo que soy, lo que es mi familia, es lo más grande que me ha pasado”, señala.

Le quedan como testimonio de su lealtad 75 felicitaciones, 17 condecoraciones, 2 medallas al mérito y 6 reconocimientos como uno de los mejores suboficiales del país. Ingresó en la institución en marzo de1991 y se graduó en la escuela Antonio Nariño de Barranquilla como agente.

Llegó al Cesar en el año 1993. Fue seleccionado para curso de suboficial en la Escuela Gonzalo Jiménez de Quezada en Bogotá y se gradúo como Cabo Segundo. Luego se homologó al nivel ejecutivo de la Policía Nacional para el grado de intendente.

Se destaca que comandó el grupo de reacción por las vías del Cesar en pleno furor guerrillero y paramilitar y ejerció como comandante en El Paso, Aguas Blancas, Valencia de Jesús, Mariangola, Pueblo Bello, Manaure, Aguachica; Área Metropolitana de Barranquilla en poblaciones como Ponedera, Santo Tomás y Polo Nuevo; estuvo en el Urabá, Apartado, Turbo y en La Guajira en Fonseca y San Juan del Cesar. También estuvo en Cúcuta.

“Doy gracias al ejemplo de mis padres, nunca fui investigado en temas de corrupción o derechos humanos, también doy gracias a Dios al salir victorioso, gracias al amor de mi familia de la cual sus oraciones dieron méritos para salir con vida, prácticamente joven y pensionado. Esto se lo dedico a mis padres y hermanos, a mis hijos y a mi señora que soportaron todo ese trasegar institucional. Policía un día, policía toda la vida. Me siento orgulloso de ser policía”, dice en su mensaje.

Hoy se despide como Policía activo. Elogió la grandeza de la institución al señalar que la Policía es un ejemplo para la sociedad, combate la criminalidad y dentro de sus mismos hombres depura a su gente. “Somos más los buenos que los malos, hay unos que empañan el honor institucional, pero otros corregimos esos males”, concluyó. Hasta la próxima semana. [email protected]   @tiochiro.

Columnista
24 junio, 2020

Un policía excepcional

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Hace unos días recibí un mensaje de watsapp de un amigo policía, con quien tengo una amistad de hace más de 20 años, relacionada por mi trabajo como periodista y ahora como docente universitario, y la de él como policía. Me honró con un cálido mensaje en donde expone de manera sutil, su compartir y […]


Hace unos días recibí un mensaje de watsapp de un amigo policía, con quien tengo una amistad de hace más de 20 años, relacionada por mi trabajo como periodista y ahora como docente universitario, y la de él como policía.

Me honró con un cálido mensaje en donde expone de manera sutil, su compartir y la de su amada familia, porque el alto mando le notificó la resolución de uso de buen retiro pensional de fecha 16 de junio.

Se trata de Álvaro Emilio Sánchez Coronado, de 51 años, un barranquillero nacido en el barrio Carrizal, quien ha sido ejemplo institucional, de probidad y lealtad. Sufrió por varios años de vitíligo, una enfermedad de la piel que se caracteriza por la aparición de manchas blancas. 

Está casado con Orieth Cecilia Cruz, tres hijos: Álvaro Javier y Andrés Felipe, quienes estudian administración y contaduría en la UPC, y Angelina, quien cursa décimo grado en el colegio Pablo Sexto.  

Me alegré por tan maravilloso logro y aunque me sorprendió el mensaje, lo tomé como una muestra de confianza de un amigo que guarda en su interior ese signo maravilloso. Leído el mensaje, empecé a esculcar en mis archivos e hice contactos con miembros de la Policía para saber más del Sargento Sánchez, incluso, lo llamé y lo felicité.

Hago esta columna para reconocerle su grandeza como hijo colombiano, como un policía valeroso para una institución, que ha tenido gente que le ha hecho daño “pero la mayoría la queremos, la respetamos y la guardamos”, dice.

Duró 29 años, 7 meses y 26 días en la Policía Nacional. “Le debo todo lo que soy, lo que es mi familia, es lo más grande que me ha pasado”, señala.

Le quedan como testimonio de su lealtad 75 felicitaciones, 17 condecoraciones, 2 medallas al mérito y 6 reconocimientos como uno de los mejores suboficiales del país. Ingresó en la institución en marzo de1991 y se graduó en la escuela Antonio Nariño de Barranquilla como agente.

Llegó al Cesar en el año 1993. Fue seleccionado para curso de suboficial en la Escuela Gonzalo Jiménez de Quezada en Bogotá y se gradúo como Cabo Segundo. Luego se homologó al nivel ejecutivo de la Policía Nacional para el grado de intendente.

Se destaca que comandó el grupo de reacción por las vías del Cesar en pleno furor guerrillero y paramilitar y ejerció como comandante en El Paso, Aguas Blancas, Valencia de Jesús, Mariangola, Pueblo Bello, Manaure, Aguachica; Área Metropolitana de Barranquilla en poblaciones como Ponedera, Santo Tomás y Polo Nuevo; estuvo en el Urabá, Apartado, Turbo y en La Guajira en Fonseca y San Juan del Cesar. También estuvo en Cúcuta.

“Doy gracias al ejemplo de mis padres, nunca fui investigado en temas de corrupción o derechos humanos, también doy gracias a Dios al salir victorioso, gracias al amor de mi familia de la cual sus oraciones dieron méritos para salir con vida, prácticamente joven y pensionado. Esto se lo dedico a mis padres y hermanos, a mis hijos y a mi señora que soportaron todo ese trasegar institucional. Policía un día, policía toda la vida. Me siento orgulloso de ser policía”, dice en su mensaje.

Hoy se despide como Policía activo. Elogió la grandeza de la institución al señalar que la Policía es un ejemplo para la sociedad, combate la criminalidad y dentro de sus mismos hombres depura a su gente. “Somos más los buenos que los malos, hay unos que empañan el honor institucional, pero otros corregimos esos males”, concluyó. Hasta la próxima semana. [email protected]   @tiochiro.