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Columnista - 23 septiembre, 2022

“Un país de belleza ensangrentada”

Solo una mente preparada para momentos sublimes puede pensar en una poderosa frase como la pronunciada por el Presidente Gustavo Petro en la 77 Asamblea General de Naciones Unidas, no se equivocó el primer mandatario colombiano en decir que este es un “país de belleza ensangrentada”, un territorio con hermosos paisajes en toda su extensión, […]

Solo una mente preparada para momentos sublimes puede pensar en una poderosa frase como la pronunciada por el Presidente Gustavo Petro en la 77 Asamblea General de Naciones Unidas, no se equivocó el primer mandatario colombiano en decir que este es un “país de belleza ensangrentada”, un territorio con hermosos paisajes en toda su extensión, en el caribe, en el pacífico, en las montañas andinas y los fértiles llanos, pero esa majestuosidad tiene una historia de sangre y violencia que impide disfrutar de todo ese regalo llamado Colombia.

Pero más que reflexionar sobre el discurso en sí mismo y apoyar o no al presidente, este departamento y esta ciudad debe observar con seriedad a los líderes actuales, en estos momentos no contamos con figuras con la capacidad de elevar un mensaje con la potencia de convocar masas, pero tampoco de plantear propuestas polémicas o disruptivas e incluso revolucionarias, el límite de las ideas de alcaldes y gobernadores está determinada por el valor de contratos y punto, es por ello que no encontramos solución a muchos de nuestros males, sobran los idiotas que usan micrófonos para frases huecas y sin valor o en esta época de redes sociales algún estribillo y comentarios inútiles.

Gustavo Petro demostró que la historia de su vida tenía el propósito no solo de llegar a la Presidencia, era de hablarle al mundo y lo hizo, habló de los desafíos en los próximos años para enfrentar el cambio climático, el cambio de estrategia en la lucha contra el consumo de las drogas, los efectos provocados por el petróleo y el carbón este último tan ligado al Cesar y ya conocemos el desinterés de las mineras como PRODECO que están dispuestas en marcharse de un momento a otro dejando sólo la desolación representada en cada cráter sin tener consideración de la economía de municipios como la Jagua de Ibirico.

Para resaltar el discurso del presidente Petro, se convierte en una pieza para estas generaciones en el Cesar que no tiene líderes con cualidades oratorias, no tenemos referentes, solo políticos que pasan inadvertidos, algunos famosos por su extrema tosquedad al actuar y al hablar como ‘Luchito’ Peñaloza, Jesús Suarez, ‘Chivo’ Manosalva y tantos otros que he señalado en mis columnas, no tenemos modelos que dejen huella, poco a poco han desaparecido adalides  que inspiren a toda una región, de esos ya no vienen, por eso la sociedad reclama ese carácter de innatos oradores, el poder de un discurso tiene la fuerza de atraer, de convencer, de cambiar la manera de pensar e incluso de cambiar el mundo de cada uno de nosotros.

Muy pobre nuestro panorama, las elecciones las gana quien demuestra más poder económico y no quien tenga mejores propuestas y quien enamore con discursos con explosiva carga emocional y abundante propuestas, discursos que provoquen análisis hasta literarios y nos sólo aplausos de lo que venden el voto.

Columnista
23 septiembre, 2022

“Un país de belleza ensangrentada”

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Andrés Añez Maestre

Solo una mente preparada para momentos sublimes puede pensar en una poderosa frase como la pronunciada por el Presidente Gustavo Petro en la 77 Asamblea General de Naciones Unidas, no se equivocó el primer mandatario colombiano en decir que este es un “país de belleza ensangrentada”, un territorio con hermosos paisajes en toda su extensión, […]


Solo una mente preparada para momentos sublimes puede pensar en una poderosa frase como la pronunciada por el Presidente Gustavo Petro en la 77 Asamblea General de Naciones Unidas, no se equivocó el primer mandatario colombiano en decir que este es un “país de belleza ensangrentada”, un territorio con hermosos paisajes en toda su extensión, en el caribe, en el pacífico, en las montañas andinas y los fértiles llanos, pero esa majestuosidad tiene una historia de sangre y violencia que impide disfrutar de todo ese regalo llamado Colombia.

Pero más que reflexionar sobre el discurso en sí mismo y apoyar o no al presidente, este departamento y esta ciudad debe observar con seriedad a los líderes actuales, en estos momentos no contamos con figuras con la capacidad de elevar un mensaje con la potencia de convocar masas, pero tampoco de plantear propuestas polémicas o disruptivas e incluso revolucionarias, el límite de las ideas de alcaldes y gobernadores está determinada por el valor de contratos y punto, es por ello que no encontramos solución a muchos de nuestros males, sobran los idiotas que usan micrófonos para frases huecas y sin valor o en esta época de redes sociales algún estribillo y comentarios inútiles.

Gustavo Petro demostró que la historia de su vida tenía el propósito no solo de llegar a la Presidencia, era de hablarle al mundo y lo hizo, habló de los desafíos en los próximos años para enfrentar el cambio climático, el cambio de estrategia en la lucha contra el consumo de las drogas, los efectos provocados por el petróleo y el carbón este último tan ligado al Cesar y ya conocemos el desinterés de las mineras como PRODECO que están dispuestas en marcharse de un momento a otro dejando sólo la desolación representada en cada cráter sin tener consideración de la economía de municipios como la Jagua de Ibirico.

Para resaltar el discurso del presidente Petro, se convierte en una pieza para estas generaciones en el Cesar que no tiene líderes con cualidades oratorias, no tenemos referentes, solo políticos que pasan inadvertidos, algunos famosos por su extrema tosquedad al actuar y al hablar como ‘Luchito’ Peñaloza, Jesús Suarez, ‘Chivo’ Manosalva y tantos otros que he señalado en mis columnas, no tenemos modelos que dejen huella, poco a poco han desaparecido adalides  que inspiren a toda una región, de esos ya no vienen, por eso la sociedad reclama ese carácter de innatos oradores, el poder de un discurso tiene la fuerza de atraer, de convencer, de cambiar la manera de pensar e incluso de cambiar el mundo de cada uno de nosotros.

Muy pobre nuestro panorama, las elecciones las gana quien demuestra más poder económico y no quien tenga mejores propuestas y quien enamore con discursos con explosiva carga emocional y abundante propuestas, discursos que provoquen análisis hasta literarios y nos sólo aplausos de lo que venden el voto.