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Columnista - 11 marzo, 2010

Un no rotundo con el voto

Algo sobre Por: José Romero Churio Por dignidad y con el propósito de rescatar la honorabilidad del Congreso de la República, el próximo domingo, la ciudadanía colombiana debe votar en contra de los candidatos que representan la politiquera, como repudio a la conducta delictuosa de muchos congresistas elegidos en los dos últimos cuatrienios. A la […]

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Algo sobre

Por: José Romero Churio

Por dignidad y con el propósito de rescatar la honorabilidad del Congreso de la República, el próximo domingo, la ciudadanía colombiana debe votar en contra de los candidatos que representan la politiquera, como repudio a la conducta delictuosa de muchos congresistas elegidos en los dos últimos cuatrienios. A la ciudadanía responsable le corresponde cambiarlos por personas respetables por sus realizaciones, que demuestran nobles disposiciones a favor del bienestar colectivo.

Aunque durante las campañas electorales no es tan fácil diferenciar quienes son buenos o malos candidatos, debido a la mezcolanza entre los seguidores de los diferentes aspirantes; sin embargo, sus procedencias y antecedentes son fundamentales para calificarlos, otro indicador importante es la claridad en el conocimiento de los problemas regionales y del  país, sobre todo sus propuestas para solucionarlos.

El proselitismo político que sobrepasa el tope económico establecido por el Consejo Nacional Electoral deja en entredicho a los candidatos, al contrario, los candidatos con campañas financiadas de manera austera son vistos con buenos ojos.

Acertadamente lo dice Stevenson Marulanda, uno de los nuevos aspirantes al Senado: “las campañas políticas no son costosas, costosos son los malos políticos y más aún si salen elegidos”.
Lo peor de todo es la compra de votos, pues, es el acto más antidemocrático en un debate electoral de un país catalogado como demócrata. No obstante, algunos políticos recurren a tan inescrupulosa práctica con tal de salir elegidos.
La compra de voto no es sólo pagar a los electores veinte mil o cincuenta mil pesos, también es compra de votos pagarles las facturas de servicios públicos domiciliarios, regalarles tejas de Eternit y bultos de cementos, entregarles auxilios estatales,  nombrarlos sin méritos en los puestos públicos y, en fin, darles otras dadivas que no alcanzo a recordar.

Si un candidato gasta un dineral en su campaña, es de sentido común que va con la intención de recuperarlo y multiplicarlo con el patrimonio gubernamental, aprovechándose del poder que le otorga el alto cargo de elección popular.
A menudo se escuchan denuncias de posibles fraudes electorales de parte de las autoridades y de algunos políticos. Ante tal acechanza, es deber de la misma ciudadanía vigilarla y controlarla, y es obligación de las autoridades competentes actuar como real garante de la legitimidad del proceso electoral, especialmente durante el reconteo o verificación de los votos que se efectúa en las sedes de las registradurías, porque según los comentarios callejeros y en otros ámbitos, es donde los politiqueros ganan las curules del Congreso.
Repito lo que manifesté en mi columna del jueves anterior. No podemos seguir equivocándonos en la elección  de los que nos representan  en el Congreso de la República, de lo contrario estamos destinados a continuar soportando las consecuencias del subdesarrollo y seguir sufriendo los desafueros de la violencia (léase guerra con la guerrilla).

Llegó el momento de decirles un no rotundo a los politiqueros, votando por los candidatos nuevos y capacitados, que hayan demostrado honestidad en todas sus actuaciones y respeto a los derechos humanos. Personas altruistas y progresistas que utilizarán el erario en bien social, nunca para enriquecimiento personal.
Una de las personas que se distingue por tener estas condiciones es el doctor Stevenson Marulanda, candidato al Senado por el movimiento político Compromiso Ciudadano por Colombia, por lo tanto, el próximo domingo, sería beneficioso votar por él, para lo cual hay que marcar con una X el logo de la mano tricolor y el número 9 en el tarjetón electoral para Senado.

[email protected]

Columnista
11 marzo, 2010

Un no rotundo con el voto

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

Algo sobre Por: José Romero Churio Por dignidad y con el propósito de rescatar la honorabilidad del Congreso de la República, el próximo domingo, la ciudadanía colombiana debe votar en contra de los candidatos que representan la politiquera, como repudio a la conducta delictuosa de muchos congresistas elegidos en los dos últimos cuatrienios. A la […]


Algo sobre

Por: José Romero Churio

Por dignidad y con el propósito de rescatar la honorabilidad del Congreso de la República, el próximo domingo, la ciudadanía colombiana debe votar en contra de los candidatos que representan la politiquera, como repudio a la conducta delictuosa de muchos congresistas elegidos en los dos últimos cuatrienios. A la ciudadanía responsable le corresponde cambiarlos por personas respetables por sus realizaciones, que demuestran nobles disposiciones a favor del bienestar colectivo.

Aunque durante las campañas electorales no es tan fácil diferenciar quienes son buenos o malos candidatos, debido a la mezcolanza entre los seguidores de los diferentes aspirantes; sin embargo, sus procedencias y antecedentes son fundamentales para calificarlos, otro indicador importante es la claridad en el conocimiento de los problemas regionales y del  país, sobre todo sus propuestas para solucionarlos.

El proselitismo político que sobrepasa el tope económico establecido por el Consejo Nacional Electoral deja en entredicho a los candidatos, al contrario, los candidatos con campañas financiadas de manera austera son vistos con buenos ojos.

Acertadamente lo dice Stevenson Marulanda, uno de los nuevos aspirantes al Senado: “las campañas políticas no son costosas, costosos son los malos políticos y más aún si salen elegidos”.
Lo peor de todo es la compra de votos, pues, es el acto más antidemocrático en un debate electoral de un país catalogado como demócrata. No obstante, algunos políticos recurren a tan inescrupulosa práctica con tal de salir elegidos.
La compra de voto no es sólo pagar a los electores veinte mil o cincuenta mil pesos, también es compra de votos pagarles las facturas de servicios públicos domiciliarios, regalarles tejas de Eternit y bultos de cementos, entregarles auxilios estatales,  nombrarlos sin méritos en los puestos públicos y, en fin, darles otras dadivas que no alcanzo a recordar.

Si un candidato gasta un dineral en su campaña, es de sentido común que va con la intención de recuperarlo y multiplicarlo con el patrimonio gubernamental, aprovechándose del poder que le otorga el alto cargo de elección popular.
A menudo se escuchan denuncias de posibles fraudes electorales de parte de las autoridades y de algunos políticos. Ante tal acechanza, es deber de la misma ciudadanía vigilarla y controlarla, y es obligación de las autoridades competentes actuar como real garante de la legitimidad del proceso electoral, especialmente durante el reconteo o verificación de los votos que se efectúa en las sedes de las registradurías, porque según los comentarios callejeros y en otros ámbitos, es donde los politiqueros ganan las curules del Congreso.
Repito lo que manifesté en mi columna del jueves anterior. No podemos seguir equivocándonos en la elección  de los que nos representan  en el Congreso de la República, de lo contrario estamos destinados a continuar soportando las consecuencias del subdesarrollo y seguir sufriendo los desafueros de la violencia (léase guerra con la guerrilla).

Llegó el momento de decirles un no rotundo a los politiqueros, votando por los candidatos nuevos y capacitados, que hayan demostrado honestidad en todas sus actuaciones y respeto a los derechos humanos. Personas altruistas y progresistas que utilizarán el erario en bien social, nunca para enriquecimiento personal.
Una de las personas que se distingue por tener estas condiciones es el doctor Stevenson Marulanda, candidato al Senado por el movimiento político Compromiso Ciudadano por Colombia, por lo tanto, el próximo domingo, sería beneficioso votar por él, para lo cual hay que marcar con una X el logo de la mano tricolor y el número 9 en el tarjetón electoral para Senado.

[email protected]