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General - 4 junio, 2013

Un negocio que sobrevive con los muertos

En relación a los cambios que tiene la región con el estado actual del conflicto interno, hay temas que varían y que no siempre son de conocimiento público. Ejemplo de ellos es la demanda de ataúdes una vez terminó el conflicto y las intervenciones de guerrilla y paramilitares en esta región.

En este taller ya no se hace la cantidad de cajones que se acostumbraba hace más de siete años, cuando se vivía épocas de violencia. EL PILÓN / Archivo
En este taller ya no se hace la cantidad de cajones que se acostumbraba hace más de siete años, cuando se vivía épocas de violencia. EL PILÓN / Archivo

Pepe Morón Reales 
[email protected]

En relación a los cambios que tiene la región con el estado actual del conflicto interno, hay temas que varían y que no siempre son de conocimiento público. Ejemplo de ellos es la demanda de ataúdes una vez terminó el conflicto y las intervenciones de guerrilla y paramilitares en esta región. 

Para conocer el cambio de este negocio en estas tierras, EL PILÓN se trasladó hasta una fábrica de ataúdes ubicada en el barrio San Martín de Valledupar. 

En ese lugar, su propietario y fundador  Luis Miguel Conrado, un joven artesano de la madera que trabaja, haciendo cajas mortuorias desde hace más de 13 años, contó que aunque no recuerda con precisión cuántos cajones hacía cuando comenzó este oficio, lo cierto es que desde hace unos siete años, la producción ha bajado.

Según Conrado, el costo de un ataúd sencillo o denominado ataúd de plan,  no supera los 180.000 mil pesos, aunque aclara que este número lo maneja solo cuando negocia con las funerarias, porque en caso de venderlo de forma individual esta cifra alcanza los 550.000 pesos y así son cotizados dentro del llamado ‘Plan’. 

Conrado, que tiene contrato con las principales funerarias de la ciudad, asegura que él se siente cómodo trabajando con las compañías que prestan estos servicios, ya que la demanda es constante y el pago es a tiempo. Por eso aclara que no vende cajones al por menor, ni a personas particulares, solo a las casas de velación que le compran al por mayor.   

Según este artesano, desde el fin de la época de violencia cruda que vivió el país en el conflicto armado, las ventas han disminuido de forma significativa, algo que aunque toca su bolsillo, es motivo de alegría para él.

Por otra parte, en su explicación detalló que hay tanta variedad en los costos de los ataúdes, como exigencias tenga el cliente o sus familiares. 

En ese sentido, dijo que hay ocasiones en las que por el peso, la estatura y las condiciones del muerto, el costo puede aumentar o disminuir. 

“En este taller hay cajones de 2.10 metros por 90 centímetros de ancho, y son los más costosos; estos los trabajo a pedido y los vendo a las funerarias”, dijo Luis Conrado.

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4 junio, 2013

Un negocio que sobrevive con los muertos

En relación a los cambios que tiene la región con el estado actual del conflicto interno, hay temas que varían y que no siempre son de conocimiento público. Ejemplo de ellos es la demanda de ataúdes una vez terminó el conflicto y las intervenciones de guerrilla y paramilitares en esta región.


En este taller ya no se hace la cantidad de cajones que se acostumbraba hace más de siete años, cuando se vivía épocas de violencia. EL PILÓN / Archivo
En este taller ya no se hace la cantidad de cajones que se acostumbraba hace más de siete años, cuando se vivía épocas de violencia. EL PILÓN / Archivo

Pepe Morón Reales 
[email protected]

En relación a los cambios que tiene la región con el estado actual del conflicto interno, hay temas que varían y que no siempre son de conocimiento público. Ejemplo de ellos es la demanda de ataúdes una vez terminó el conflicto y las intervenciones de guerrilla y paramilitares en esta región. 

Para conocer el cambio de este negocio en estas tierras, EL PILÓN se trasladó hasta una fábrica de ataúdes ubicada en el barrio San Martín de Valledupar. 

En ese lugar, su propietario y fundador  Luis Miguel Conrado, un joven artesano de la madera que trabaja, haciendo cajas mortuorias desde hace más de 13 años, contó que aunque no recuerda con precisión cuántos cajones hacía cuando comenzó este oficio, lo cierto es que desde hace unos siete años, la producción ha bajado.

Según Conrado, el costo de un ataúd sencillo o denominado ataúd de plan,  no supera los 180.000 mil pesos, aunque aclara que este número lo maneja solo cuando negocia con las funerarias, porque en caso de venderlo de forma individual esta cifra alcanza los 550.000 pesos y así son cotizados dentro del llamado ‘Plan’. 

Conrado, que tiene contrato con las principales funerarias de la ciudad, asegura que él se siente cómodo trabajando con las compañías que prestan estos servicios, ya que la demanda es constante y el pago es a tiempo. Por eso aclara que no vende cajones al por menor, ni a personas particulares, solo a las casas de velación que le compran al por mayor.   

Según este artesano, desde el fin de la época de violencia cruda que vivió el país en el conflicto armado, las ventas han disminuido de forma significativa, algo que aunque toca su bolsillo, es motivo de alegría para él.

Por otra parte, en su explicación detalló que hay tanta variedad en los costos de los ataúdes, como exigencias tenga el cliente o sus familiares. 

En ese sentido, dijo que hay ocasiones en las que por el peso, la estatura y las condiciones del muerto, el costo puede aumentar o disminuir. 

“En este taller hay cajones de 2.10 metros por 90 centímetros de ancho, y son los más costosos; estos los trabajo a pedido y los vendo a las funerarias”, dijo Luis Conrado.