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Editorial - 22 junio, 2013

Un medio día que estuve pensando…

… en la mujer que me hacia soñar, las aguas claras del río Tocaimo me dieron fuerzas para cantar, llegó de pronto a mi pensamiento esa bella melodía y como nada tenía la aproveché en el momento… Así de sencillas pero profundas eran las composiciones de Leandro Díaz Duarte, el último juglar de los mayores […]

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… en la mujer que me hacia soñar, las aguas claras del río Tocaimo me dieron fuerzas para cantar, llegó de pronto a mi pensamiento esa bella melodía y como nada tenía la aproveché en el momento…

Así de sencillas pero profundas eran las composiciones de Leandro Díaz Duarte, el último juglar de los mayores que tuvo el folclor vallenato. Su calidad narrativa e ingenio son insuperables. Él representa el vallenato costumbrista con juegos de metáforas para dignificar a la mujer, el amor, la naturaleza, la geografía regional, la fraternidad y aún la protesta social, con letras ricas en filosofía y poesía.

La partida final del poeta que 'veía con los ojos del alma' es la aproximación al cierre de ese ciclo o temporada de juglares compositores que obligaron al resto de Colombia, y al mundo en general, a poner los ojos sobre este mágico país vallenato. Es esa entonces, la verdadera connotación que tiene para la música vallenata el sensible fallecimiento de nuestro gran maestro Leandro Díaz.

Este juglar vallenato, no sólo es un ejemplo por su legado folclórico, sino por las vicisitudes que tuvo que vivir desde niño por su invidencia congénita al lado de sus familiares, las cuales pudo sortear para desarrollar sus capacidades intelectuales y sin proponérselo se convirtió en el ‘Homero’ de la música vallenata, tanto que inspiró al Nobel de Literatura Gabriel García Márquez para resaltar su obra en la novela ‘El amor en los tiempos del cólera’. Logró mantenerse vigente como un cardón guajiro, a través de las diversas épocas que ha vivido la música vallenata. Su trashumancia por la región provinciana de Hatonuevo, Barrancas y Tocaimo, en San Diego, le permitieron recoger expresiones del entorno geográfico y social de La Guajira y el Cesar –Valledupar-, donde fue este último lugar donde pasó y vivió felizmente y admirado por todos, sus últimos años, incluyendo desde presidentes, cantantes, acordeoneros y gente del común.

Además de sus canciones, más de 100 éxitos grabados por los mejores exponentes del vallenato, su canción 'Bajo el palo e' mango' ya hace parte del inventario costumbrista de los festivales vallenatos por ser la melodía más utilizada en el concurso de piqueria.

Hoy cuando el folclor vallenato se reinventa y pasa de una etapa a otra con la nueva ola, es una oportunidad para que los nuevos compositores que nutren a los grupos musicales, rescaten este tipo de composiciones, en el entendido que la dinámica de la cultura es necesaria, pero sin olvidar sus raíces. Por eso, EL PILÓN se une a esas voces que reclaman que los compositores modernos y las agrupaciones en general, recojan un poco de ese estilo que impusieron nuestros juglares. Ojalá que la muerte de Leandro sirva para volver a la poesía campesina, costumbrista y redescubrir la verdadera esencia del folclor vallenato que lideraron Rafael Escalona, Emiliano Zuleta Baquero, Máximo Móvil Armando Zabaleta, Lorenzo Morales, junto a Leandro Díaz, y otros que aún hoy viven sus últimos días casi en el anonimato, como ‘Chente’ Munive, Calixto Ochoa, Nafer Durán, entre otros, considerados todos ellos como los padres del vallenato clásico y costumbrista que le dio altura al contenido de las canciones que ahora son consideradas clásicas del vallenato.

De alguna manera, y en un sentido muy folclórico, ha muerto uno de los pocos juglares que evidenciaban la grandeza literaria y cultural de una región que ha sabido contarle al mundo las alegrías y penas de una nación a través de un sentimiento llamado vallenato. Paz en su tumba y a sus familiares les expresamos un abrazo solidario en nombre del pueblo vallenato.

Editorial
22 junio, 2013

Un medio día que estuve pensando…

… en la mujer que me hacia soñar, las aguas claras del río Tocaimo me dieron fuerzas para cantar, llegó de pronto a mi pensamiento esa bella melodía y como nada tenía la aproveché en el momento… Así de sencillas pero profundas eran las composiciones de Leandro Díaz Duarte, el último juglar de los mayores […]


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… en la mujer que me hacia soñar, las aguas claras del río Tocaimo me dieron fuerzas para cantar, llegó de pronto a mi pensamiento esa bella melodía y como nada tenía la aproveché en el momento…

Así de sencillas pero profundas eran las composiciones de Leandro Díaz Duarte, el último juglar de los mayores que tuvo el folclor vallenato. Su calidad narrativa e ingenio son insuperables. Él representa el vallenato costumbrista con juegos de metáforas para dignificar a la mujer, el amor, la naturaleza, la geografía regional, la fraternidad y aún la protesta social, con letras ricas en filosofía y poesía.

La partida final del poeta que 'veía con los ojos del alma' es la aproximación al cierre de ese ciclo o temporada de juglares compositores que obligaron al resto de Colombia, y al mundo en general, a poner los ojos sobre este mágico país vallenato. Es esa entonces, la verdadera connotación que tiene para la música vallenata el sensible fallecimiento de nuestro gran maestro Leandro Díaz.

Este juglar vallenato, no sólo es un ejemplo por su legado folclórico, sino por las vicisitudes que tuvo que vivir desde niño por su invidencia congénita al lado de sus familiares, las cuales pudo sortear para desarrollar sus capacidades intelectuales y sin proponérselo se convirtió en el ‘Homero’ de la música vallenata, tanto que inspiró al Nobel de Literatura Gabriel García Márquez para resaltar su obra en la novela ‘El amor en los tiempos del cólera’. Logró mantenerse vigente como un cardón guajiro, a través de las diversas épocas que ha vivido la música vallenata. Su trashumancia por la región provinciana de Hatonuevo, Barrancas y Tocaimo, en San Diego, le permitieron recoger expresiones del entorno geográfico y social de La Guajira y el Cesar –Valledupar-, donde fue este último lugar donde pasó y vivió felizmente y admirado por todos, sus últimos años, incluyendo desde presidentes, cantantes, acordeoneros y gente del común.

Además de sus canciones, más de 100 éxitos grabados por los mejores exponentes del vallenato, su canción 'Bajo el palo e' mango' ya hace parte del inventario costumbrista de los festivales vallenatos por ser la melodía más utilizada en el concurso de piqueria.

Hoy cuando el folclor vallenato se reinventa y pasa de una etapa a otra con la nueva ola, es una oportunidad para que los nuevos compositores que nutren a los grupos musicales, rescaten este tipo de composiciones, en el entendido que la dinámica de la cultura es necesaria, pero sin olvidar sus raíces. Por eso, EL PILÓN se une a esas voces que reclaman que los compositores modernos y las agrupaciones en general, recojan un poco de ese estilo que impusieron nuestros juglares. Ojalá que la muerte de Leandro sirva para volver a la poesía campesina, costumbrista y redescubrir la verdadera esencia del folclor vallenato que lideraron Rafael Escalona, Emiliano Zuleta Baquero, Máximo Móvil Armando Zabaleta, Lorenzo Morales, junto a Leandro Díaz, y otros que aún hoy viven sus últimos días casi en el anonimato, como ‘Chente’ Munive, Calixto Ochoa, Nafer Durán, entre otros, considerados todos ellos como los padres del vallenato clásico y costumbrista que le dio altura al contenido de las canciones que ahora son consideradas clásicas del vallenato.

De alguna manera, y en un sentido muy folclórico, ha muerto uno de los pocos juglares que evidenciaban la grandeza literaria y cultural de una región que ha sabido contarle al mundo las alegrías y penas de una nación a través de un sentimiento llamado vallenato. Paz en su tumba y a sus familiares les expresamos un abrazo solidario en nombre del pueblo vallenato.