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Columnista - 25 septiembre, 2016

Un gremio para el vallenato

En un reciente vuelo de Bogotá a Barranquilla, me encontré con Juancho de la Espriella, ese extraordinario y carismático acordeonero que acompañó por diez años a mi sobrino Silvestre Dangond. Al momento de despegar el avión, Juancho quería que le explicara un poco sobre el alcance de los acuerdos de La Habana y las consecuencia […]

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En un reciente vuelo de Bogotá a Barranquilla, me encontré con Juancho de la Espriella, ese extraordinario y carismático acordeonero que acompañó por diez años a mi sobrino Silvestre Dangond. Al momento de despegar el avión, Juancho quería que le explicara un poco sobre el alcance de los acuerdos de La Habana y las consecuencia para el país de votar por el (Si) o el (No) el plebiscito. Le sugerí que hablara de ese tema con el maestro Poncho Zuleta y más bien me actualizara sobre nuestra música vallenata.

Después de escuchar a Juancho, por más de una hora, llegué a la conclusión que las agrupaciones de la música vallenata necesitan urgentemente una agremiación sin ánimo de lucro que proteja sus intereses y promueva su música. En menos de cinco años, el reggaetón los desplazó en todas las emisoras del país. Se trata de trabajar unidos bajo una sola organización que los ayude a enfrentar las amenazas que representa la globalización de la industria musical y potencializar las ventajas, que como música raizal, tiene el vallenato. El gremio de la música vallenata sería para las agrupaciones musicales, lo que Fenalco es para los comerciantes o la SAC es para los agricultores.

Con una agremiación bien organizada, las agrupaciones de la música vallenata podrían llegar rápidamente a las emisoras y canales de televisión de los países Latinoamericanos y tener mayor impacto en las nominaciones de los premios de la música latina, como los Grammy, Billboard, Awards y Lo Nuestro. También se podrían lograr victorias tempranas, impulsando ante el Congreso de la República, leyes que privilegien la música vallenata por encima de otros géneros latinos, porque además de su sabrosura, es un patrimonio cultural de la humanidad. En países como los Estados Unidos, México o Venezuela, de cada 100 canciones que suenan en las estaciones radiales, por lo menos 70 tienen que ser géneros musicales de esos países. ¿Porqué no implementar este esquema en Colombia?

Las organizaciones gremiales también son claves en la planeación e implementación de las políticas de crecimiento y competitividad de cada sector. En la música vallenata hace falta alguien que organice el desorden que existe en la producción y comercialización de los álbumes musicales y que ayude a regular las tarifas y contratos con las casas disqueras, estudios de grabación y autores de obras musicales. En un semestre pueden salir al mercado más de diez producciones vallenatas que nadie recuerda a la vuelta de unos meses por la mala calidad del álbum y la ausencia de un plan de mercadeo. Al final del día, los grandes beneficiados son las organizaciones clandestinas de CD piratas y los payoleros.

Otra de las grandes ventajas que tiene una organización gremial, es el poder de convocatoria al momento de impulsar proyectos de inversión en beneficio de su sector. Un gremio de la música vallenata, podría promover con mayor eficiencia y transparencia la construcción de un Museo de la Música Vallenata, que bastante falta hace en la ciudad de Valledupar. Ojalá se animen.
En el tintero: Hablando de vallenatos, ¿cuándo volveremos a escuchar una nueva producción de los Hermanos Zuleta y otra de Jorge Oñate con Álvaro López?

Columnista
25 septiembre, 2016

Un gremio para el vallenato

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Indalecio Dangond Baquero

En un reciente vuelo de Bogotá a Barranquilla, me encontré con Juancho de la Espriella, ese extraordinario y carismático acordeonero que acompañó por diez años a mi sobrino Silvestre Dangond. Al momento de despegar el avión, Juancho quería que le explicara un poco sobre el alcance de los acuerdos de La Habana y las consecuencia […]


En un reciente vuelo de Bogotá a Barranquilla, me encontré con Juancho de la Espriella, ese extraordinario y carismático acordeonero que acompañó por diez años a mi sobrino Silvestre Dangond. Al momento de despegar el avión, Juancho quería que le explicara un poco sobre el alcance de los acuerdos de La Habana y las consecuencia para el país de votar por el (Si) o el (No) el plebiscito. Le sugerí que hablara de ese tema con el maestro Poncho Zuleta y más bien me actualizara sobre nuestra música vallenata.

Después de escuchar a Juancho, por más de una hora, llegué a la conclusión que las agrupaciones de la música vallenata necesitan urgentemente una agremiación sin ánimo de lucro que proteja sus intereses y promueva su música. En menos de cinco años, el reggaetón los desplazó en todas las emisoras del país. Se trata de trabajar unidos bajo una sola organización que los ayude a enfrentar las amenazas que representa la globalización de la industria musical y potencializar las ventajas, que como música raizal, tiene el vallenato. El gremio de la música vallenata sería para las agrupaciones musicales, lo que Fenalco es para los comerciantes o la SAC es para los agricultores.

Con una agremiación bien organizada, las agrupaciones de la música vallenata podrían llegar rápidamente a las emisoras y canales de televisión de los países Latinoamericanos y tener mayor impacto en las nominaciones de los premios de la música latina, como los Grammy, Billboard, Awards y Lo Nuestro. También se podrían lograr victorias tempranas, impulsando ante el Congreso de la República, leyes que privilegien la música vallenata por encima de otros géneros latinos, porque además de su sabrosura, es un patrimonio cultural de la humanidad. En países como los Estados Unidos, México o Venezuela, de cada 100 canciones que suenan en las estaciones radiales, por lo menos 70 tienen que ser géneros musicales de esos países. ¿Porqué no implementar este esquema en Colombia?

Las organizaciones gremiales también son claves en la planeación e implementación de las políticas de crecimiento y competitividad de cada sector. En la música vallenata hace falta alguien que organice el desorden que existe en la producción y comercialización de los álbumes musicales y que ayude a regular las tarifas y contratos con las casas disqueras, estudios de grabación y autores de obras musicales. En un semestre pueden salir al mercado más de diez producciones vallenatas que nadie recuerda a la vuelta de unos meses por la mala calidad del álbum y la ausencia de un plan de mercadeo. Al final del día, los grandes beneficiados son las organizaciones clandestinas de CD piratas y los payoleros.

Otra de las grandes ventajas que tiene una organización gremial, es el poder de convocatoria al momento de impulsar proyectos de inversión en beneficio de su sector. Un gremio de la música vallenata, podría promover con mayor eficiencia y transparencia la construcción de un Museo de la Música Vallenata, que bastante falta hace en la ciudad de Valledupar. Ojalá se animen.
En el tintero: Hablando de vallenatos, ¿cuándo volveremos a escuchar una nueva producción de los Hermanos Zuleta y otra de Jorge Oñate con Álvaro López?