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Columnista - 13 noviembre, 2012

Un gran acuerdo por Valledupar

Por: Rodolfo Quintero Romero Ahora que estamos orgullosos con los resultados de la encuesta que ubica a Socarrás como el mejor alcalde de Colombia, deberíamos aprovechar el momento de optimismo para preguntarnos en que tipo de ciudad queremos vivir. Valledupar es una capital regional que atrae a una población en busca de oportunidades de inversión, […]

Por: Rodolfo Quintero Romero

Ahora que estamos orgullosos con los resultados de la encuesta que ubica a Socarrás como el mejor alcalde de Colombia, deberíamos aprovechar el momento de optimismo para preguntarnos en que tipo de ciudad queremos vivir.

Valledupar es una capital regional que atrae a una población en busca de oportunidades de inversión, salud, recreación, diversión, educación, y, ocasiones para disfrutar de la reconocida hospitalidad de su gente. Unos vienen a comprar en los centros comerciales y negocios de grandes superficies, otros a bañarse en nuestros ríos y a disfrutar de los buenos restaurantes.

Cuando se indaga en el sector hotelero o en el comercio por el origen de sus huéspedes y clientes, responden que la gran mayoría proviene de la Guajira, el centro y sur del Magdalena y Cesar; y, hasta de Santa Marta, Barranquilla y Cartagena también llegan turistas de fin de semana. Lo mismo ocurre con los estudiantes que cursan aquí sus estudios universitarios. La ciudad tiene su encanto a pesar de las malas administraciones.

Pero, es hora de diseñar, con la mayor participación posible, una visión de ciudad que se convierta en carta de navegación de nuestros gobernantes. Propongo construir un gran acuerdo, un pacto político por Valledupar, con tal fuerza y legitimidad que obligue a los futuros alcaldes a desarrollarlo y a competir entre ellos por la forma más eficiente de ejecutarlo.

Hay que convertir a nuestra ciudad en un lugar agradable y confortable para todos sus habitantes y para ello necesitamos una economía dinámica que genere bienestar y empleos dignos. Un modelo de desarrollo urbano que permita construir una ciudad bella, humana y compacta; con una infraestructura de servicios que la haga atractiva y singular en la región Caribe a pesar de su carencia de mar y playas.

Además, debemos definir su perfil propio y diferenciador. Nuestra ciudad ya no es el pueblo agropecuario de antaño. Nunca fue un centro industrial ni tampoco es, por fortuna, una ciudad minera. Hoy la habitan miles de personas con actividades económicas típicas de la vida urbana, ajenas a la actividad ganadera o agrícola.

No aspiremos a competir con Cartagena. Tampoco a contar con grandes industrias. Apoyémonos en las pequeñas y medianas que son las que generan empleos. Podríamos ser proveedores de servicios, educación, salud y ecoturismo; enfocados en satisfacer no las élites de consumo sofisticado sino la masiva demanda de la clase media y popular de los pueblos circunvecinos, de la Costa Caribe y de Colombia.

Necesitamos infraestructura institucional y física que incluya clínicas y hospitales de alta calidad; colegios y universidades de primer nivel;  parque ecológico; jardín botánico; buenos servicios públicos; parque de diversiones; ciclo rutas arborizadas; museos; eventos culturales; hoteles; infraestructura  turística en los corregimientos; parques arborizados; fincas ganaderas y cafeteras adecuadas para el turismo;  centro de convenciones; parque temático en ciencia y tecnologías; bulevar en la orilla del Guatapurí; calles peatonales; y, una institución al estilo de pro Barranquilla que se encargue de promover la marca Valledupar en el país.

Naturalmente no pretendo agotar el tema, solo abrir la discusión y pedirle a nuestro alcalde que lidere este propósito. Se puede comenzar con talleres participativos, apoyados en la metodología del PNUD, que finalmente concluyan en políticas públicas con incentivos y un plan de desarrollo municipal consensuado con la ciudadanía y aprobado por el concejo municipal.

[email protected]

Columnista
13 noviembre, 2012

Un gran acuerdo por Valledupar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodolfo Quintero Romero

Por: Rodolfo Quintero Romero Ahora que estamos orgullosos con los resultados de la encuesta que ubica a Socarrás como el mejor alcalde de Colombia, deberíamos aprovechar el momento de optimismo para preguntarnos en que tipo de ciudad queremos vivir. Valledupar es una capital regional que atrae a una población en busca de oportunidades de inversión, […]


Por: Rodolfo Quintero Romero

Ahora que estamos orgullosos con los resultados de la encuesta que ubica a Socarrás como el mejor alcalde de Colombia, deberíamos aprovechar el momento de optimismo para preguntarnos en que tipo de ciudad queremos vivir.

Valledupar es una capital regional que atrae a una población en busca de oportunidades de inversión, salud, recreación, diversión, educación, y, ocasiones para disfrutar de la reconocida hospitalidad de su gente. Unos vienen a comprar en los centros comerciales y negocios de grandes superficies, otros a bañarse en nuestros ríos y a disfrutar de los buenos restaurantes.

Cuando se indaga en el sector hotelero o en el comercio por el origen de sus huéspedes y clientes, responden que la gran mayoría proviene de la Guajira, el centro y sur del Magdalena y Cesar; y, hasta de Santa Marta, Barranquilla y Cartagena también llegan turistas de fin de semana. Lo mismo ocurre con los estudiantes que cursan aquí sus estudios universitarios. La ciudad tiene su encanto a pesar de las malas administraciones.

Pero, es hora de diseñar, con la mayor participación posible, una visión de ciudad que se convierta en carta de navegación de nuestros gobernantes. Propongo construir un gran acuerdo, un pacto político por Valledupar, con tal fuerza y legitimidad que obligue a los futuros alcaldes a desarrollarlo y a competir entre ellos por la forma más eficiente de ejecutarlo.

Hay que convertir a nuestra ciudad en un lugar agradable y confortable para todos sus habitantes y para ello necesitamos una economía dinámica que genere bienestar y empleos dignos. Un modelo de desarrollo urbano que permita construir una ciudad bella, humana y compacta; con una infraestructura de servicios que la haga atractiva y singular en la región Caribe a pesar de su carencia de mar y playas.

Además, debemos definir su perfil propio y diferenciador. Nuestra ciudad ya no es el pueblo agropecuario de antaño. Nunca fue un centro industrial ni tampoco es, por fortuna, una ciudad minera. Hoy la habitan miles de personas con actividades económicas típicas de la vida urbana, ajenas a la actividad ganadera o agrícola.

No aspiremos a competir con Cartagena. Tampoco a contar con grandes industrias. Apoyémonos en las pequeñas y medianas que son las que generan empleos. Podríamos ser proveedores de servicios, educación, salud y ecoturismo; enfocados en satisfacer no las élites de consumo sofisticado sino la masiva demanda de la clase media y popular de los pueblos circunvecinos, de la Costa Caribe y de Colombia.

Necesitamos infraestructura institucional y física que incluya clínicas y hospitales de alta calidad; colegios y universidades de primer nivel;  parque ecológico; jardín botánico; buenos servicios públicos; parque de diversiones; ciclo rutas arborizadas; museos; eventos culturales; hoteles; infraestructura  turística en los corregimientos; parques arborizados; fincas ganaderas y cafeteras adecuadas para el turismo;  centro de convenciones; parque temático en ciencia y tecnologías; bulevar en la orilla del Guatapurí; calles peatonales; y, una institución al estilo de pro Barranquilla que se encargue de promover la marca Valledupar en el país.

Naturalmente no pretendo agotar el tema, solo abrir la discusión y pedirle a nuestro alcalde que lidere este propósito. Se puede comenzar con talleres participativos, apoyados en la metodología del PNUD, que finalmente concluyan en políticas públicas con incentivos y un plan de desarrollo municipal consensuado con la ciudadanía y aprobado por el concejo municipal.

[email protected]