Por: Valerio Mejía Araújo “Con sabiduría se edifica la casa, con prudencia se afirma y con ciencia se llenan las cámaras de todo bien preciado y agradable” Proverbios 24:3-4 Existe un equipo ganador cuando dos o más personas trabajan juntas por una misma meta u objetivo. El plan de Dios para el matrimonio incluye el […]
Por: Valerio Mejía Araújo
“Con sabiduría se edifica la casa, con prudencia se afirma y con ciencia se llenan las cámaras de todo bien preciado y agradable” Proverbios 24:3-4
Existe un equipo ganador cuando dos o más personas trabajan juntas por una misma meta u objetivo. El plan de Dios para el matrimonio incluye el trabajo en equipo desde un comienzo.
Vivimos en la era de los derechos personales y de la privacidad, pero nos olvidamos que también somos parte de una larga cadena que va mucho más allá de nosotros mismos y de nuestros privilegios. Somos miembros de una sociedad, y nos guste o no, nuestra propia felicidad y nuestros matrimonios son de interés nacional.
Dios diseñó el matrimonio para que fuera un pilar fundamental afirmado en verdades Escriturales que proveyera sustento a todas las demás relaciones en la sociedad. Si los matrimonios se debilitan o resquebrajan, toda la sociedad sufre.
Cuando pensamos que nuestro matrimonio es sólo asunto nuestro, en realidad estamos equivocados; es un asunto de todos. De los hijos, de las familias involucradas, de la iglesia, de la comunidad y de toda la nación.
En los albores de la creación, fue Dios quien pensó en hacer un equipo ganador en el Huerto. Cuando decidió hacer una ayuda idónea para Adán, se aseguró que recibiera la perfecta compañera de equipo y tuvo la intención inicial que esta primera pareja formara un equipo tan unido entre sí que los llamo una sola carne.
Salomón defendió el valor crucial de trabajo en equipo cuando escribió: “Más valen dos que uno, porque obtienen mayor fruto de su esfuerzo…”
En el Nuevo Testamento, el matrimonio de Priscila y Aquila muestra el impacto generalizado de un equipo dinámico de esposa y esposo. La iglesia local se reunía en la casa de este equipo ganador.
Estoy convencido que Dios desea que constituyamos equipos ganadores hoy en día, tomando como punto de partida nuestros matrimonios y nuestra relación de pareja; pero debemos tomar la decisión de construir ese equipo ganador, si así lo hacemos, Dios nos dará la sabiduría, la prudencia y la ciencia necesarias para obtener el éxito.
En esta época de mundial de futbol, para construir equipos ganadores se ha hecho necesario contar con varios elementos, tales como: Un artífice o patrocinador del equipo, entrenadores competentes, jugadores talentosos, los intangibles o valores agregados y el apoyo de la afición. Igual, un matrimonio triunfador también necesita contar con todos los elementos en su lugar.
Primero, contamos con u artífice eterno. Dios desea que nos vaya bien en nuestro matrimonio, incluso lo desea más que nosotros mismos. Dios lo diseñó para que fuera una unión perfecta. Si bien existen circunstancias que deterioran esa unión, si seguimos las instrucciones del Artífice Divino, podemos conformar un equipo ganador.
Segundo, entrenadores adecuados. Aquellos matrimonios que han abierto un espacio para Dios en sus vidas pueden contar con el direccionamiento del mejor entrenador, especialista en imposibles y amplio conocedor de la naturaleza humana, ¡Jesucristo mismo! La clave para sujetarnos a ese entrenador divino, será: Recibir a Cristo en nuestro corazón y luego lograr una relación íntima con Él a través del estudio de la Palabra, la oración y el compañerismo. Cuanto más nos sujetemos, más crecerá nuestra relación matrimonial.
Tercero, los jugadores. Dios no solo busca jugadores talentosos, sino también desarrolla el máximo potencial de los jugadores que ya están en el equipo. Somos jugadores con propósitos eternos que no podemos aceptar la derrota como una opción. Los imposibles no son parte de la mentalidad de este equipo.
Cuarto, los intangibles. Son aquellas pequeñas cosas que hacen la diferencia y nos convierte en ganadores. El establecer objetivos claros es un intangible importante. El compromiso y la perseverancia para avanzar en pos de esas metas es otro. La disciplina personal y la unidad traerán como resultado la fortaleza en el matrimonio.
Quinto, el apoyo. Los fanáticos son aquellos que apoyan el matrimonio. Los familiares, los amigos, los hijos, la iglesia y los compañeros de trabajo. Ellos alientan y animan el equipo y lo respaldan e impulsan a continuar.
Querido amigos lectores, cualquier equipo podrá tener el mejor patrocinador, el mejor entrenador, las mejores estrategias y el grupo de fanáticos más entusiasta, sin embargo, sin pasión, sin compromiso y sin determinación ese equipo perderá.
La gente que trabaja en equipo, gana. Ya sea en el mundial de futbol o contra los problemas del presente siglo malo.
¿Deseas triunfar? Recuerda que Dios creó el matrimonio para que fuera un equipo ganador. Si aplicamos con sabiduría los principios divinos, podemos tener éxito en el matrimonio y ser un factor de bendición para otros mientras disfrutamos la seguridad de la fortaleza, porque “cordón de tres dobleces no se rompe pronto”.
Dile conmigo en oración: “Querido Dios, hoy me someto a tu dirección para tener un equipo ganador en mi matrimonio. Gracias por el entrenador divino en Jesucristo. Amén.”
¡Deseo que seas feliz! Te mando un abrazo cariñoso y todo nuestro amor en Cristo.
Por: Valerio Mejía Araújo “Con sabiduría se edifica la casa, con prudencia se afirma y con ciencia se llenan las cámaras de todo bien preciado y agradable” Proverbios 24:3-4 Existe un equipo ganador cuando dos o más personas trabajan juntas por una misma meta u objetivo. El plan de Dios para el matrimonio incluye el […]
Por: Valerio Mejía Araújo
“Con sabiduría se edifica la casa, con prudencia se afirma y con ciencia se llenan las cámaras de todo bien preciado y agradable” Proverbios 24:3-4
Existe un equipo ganador cuando dos o más personas trabajan juntas por una misma meta u objetivo. El plan de Dios para el matrimonio incluye el trabajo en equipo desde un comienzo.
Vivimos en la era de los derechos personales y de la privacidad, pero nos olvidamos que también somos parte de una larga cadena que va mucho más allá de nosotros mismos y de nuestros privilegios. Somos miembros de una sociedad, y nos guste o no, nuestra propia felicidad y nuestros matrimonios son de interés nacional.
Dios diseñó el matrimonio para que fuera un pilar fundamental afirmado en verdades Escriturales que proveyera sustento a todas las demás relaciones en la sociedad. Si los matrimonios se debilitan o resquebrajan, toda la sociedad sufre.
Cuando pensamos que nuestro matrimonio es sólo asunto nuestro, en realidad estamos equivocados; es un asunto de todos. De los hijos, de las familias involucradas, de la iglesia, de la comunidad y de toda la nación.
En los albores de la creación, fue Dios quien pensó en hacer un equipo ganador en el Huerto. Cuando decidió hacer una ayuda idónea para Adán, se aseguró que recibiera la perfecta compañera de equipo y tuvo la intención inicial que esta primera pareja formara un equipo tan unido entre sí que los llamo una sola carne.
Salomón defendió el valor crucial de trabajo en equipo cuando escribió: “Más valen dos que uno, porque obtienen mayor fruto de su esfuerzo…”
En el Nuevo Testamento, el matrimonio de Priscila y Aquila muestra el impacto generalizado de un equipo dinámico de esposa y esposo. La iglesia local se reunía en la casa de este equipo ganador.
Estoy convencido que Dios desea que constituyamos equipos ganadores hoy en día, tomando como punto de partida nuestros matrimonios y nuestra relación de pareja; pero debemos tomar la decisión de construir ese equipo ganador, si así lo hacemos, Dios nos dará la sabiduría, la prudencia y la ciencia necesarias para obtener el éxito.
En esta época de mundial de futbol, para construir equipos ganadores se ha hecho necesario contar con varios elementos, tales como: Un artífice o patrocinador del equipo, entrenadores competentes, jugadores talentosos, los intangibles o valores agregados y el apoyo de la afición. Igual, un matrimonio triunfador también necesita contar con todos los elementos en su lugar.
Primero, contamos con u artífice eterno. Dios desea que nos vaya bien en nuestro matrimonio, incluso lo desea más que nosotros mismos. Dios lo diseñó para que fuera una unión perfecta. Si bien existen circunstancias que deterioran esa unión, si seguimos las instrucciones del Artífice Divino, podemos conformar un equipo ganador.
Segundo, entrenadores adecuados. Aquellos matrimonios que han abierto un espacio para Dios en sus vidas pueden contar con el direccionamiento del mejor entrenador, especialista en imposibles y amplio conocedor de la naturaleza humana, ¡Jesucristo mismo! La clave para sujetarnos a ese entrenador divino, será: Recibir a Cristo en nuestro corazón y luego lograr una relación íntima con Él a través del estudio de la Palabra, la oración y el compañerismo. Cuanto más nos sujetemos, más crecerá nuestra relación matrimonial.
Tercero, los jugadores. Dios no solo busca jugadores talentosos, sino también desarrolla el máximo potencial de los jugadores que ya están en el equipo. Somos jugadores con propósitos eternos que no podemos aceptar la derrota como una opción. Los imposibles no son parte de la mentalidad de este equipo.
Cuarto, los intangibles. Son aquellas pequeñas cosas que hacen la diferencia y nos convierte en ganadores. El establecer objetivos claros es un intangible importante. El compromiso y la perseverancia para avanzar en pos de esas metas es otro. La disciplina personal y la unidad traerán como resultado la fortaleza en el matrimonio.
Quinto, el apoyo. Los fanáticos son aquellos que apoyan el matrimonio. Los familiares, los amigos, los hijos, la iglesia y los compañeros de trabajo. Ellos alientan y animan el equipo y lo respaldan e impulsan a continuar.
Querido amigos lectores, cualquier equipo podrá tener el mejor patrocinador, el mejor entrenador, las mejores estrategias y el grupo de fanáticos más entusiasta, sin embargo, sin pasión, sin compromiso y sin determinación ese equipo perderá.
La gente que trabaja en equipo, gana. Ya sea en el mundial de futbol o contra los problemas del presente siglo malo.
¿Deseas triunfar? Recuerda que Dios creó el matrimonio para que fuera un equipo ganador. Si aplicamos con sabiduría los principios divinos, podemos tener éxito en el matrimonio y ser un factor de bendición para otros mientras disfrutamos la seguridad de la fortaleza, porque “cordón de tres dobleces no se rompe pronto”.
Dile conmigo en oración: “Querido Dios, hoy me someto a tu dirección para tener un equipo ganador en mi matrimonio. Gracias por el entrenador divino en Jesucristo. Amén.”
¡Deseo que seas feliz! Te mando un abrazo cariñoso y todo nuestro amor en Cristo.