Un buen ejercicio de transparencia hizo ayer la Fundación Carboandes al mostrar los logros, avances, inconvenientes y desafíos durante la vigencia 2013 en la ejecución de sus proyectos y programas, en un acto de rendición de cuentas con la participación de los beneficiarios directos y aliados. Y es un buen ejercicio porque muestra no solo […]
Un buen ejercicio de transparencia hizo ayer la Fundación Carboandes al mostrar los logros, avances, inconvenientes y desafíos durante la vigencia 2013 en la ejecución de sus proyectos y programas, en un acto de rendición de cuentas con la participación de los beneficiarios directos y aliados.
Y es un buen ejercicio porque muestra no solo la parte buena de la ejecución, sino los obstáculos y dificultades hallados en el desarrollo de los proyectos que en el año anterior llegaron a cuatro mil personas en trece municipios del Cesar y dos de La Guajira. Llama la atención que son los mismos beneficiarios los que cuentan su experiencia y los que reconocen los aciertos y también los desaciertos de las partes.
Este modelo que aplica la Fundación Carboandes debería emularse en el Cesar por otras organizaciones sociales que aunque provienen del sector privado, también ejecutan proyectos con recursos del sector público para mejorar la calidad de vida de los cesarenses. Esta buena práctica de mostrar a la opinión pública lo que se hace y cómo se hace, genera confianza entre la ciudadanía y más en los beneficiarios y socios estratégicos porque conocen los niveles de transparencia de la organización.
En el Cesar existen múltiples ONG que ejecutan importantes recursos públicos, como los operadores de los programas de alimentación escolar, de transporte, de hábitos saludables, entre otros temas, que nunca han mostrado sus resultados, especialmente la forma cómo impactaron las vidas de las comunidades atendidas. Aun si ejecutan dineros de las alcaldías o de la misma Gobernación, no los exime de la responsabilidad social que les asiste como organizaciones no gubernamentales, la cual debería ser una premisa y una exigencia de las mismas comunidades. Si se muestran las ejecuciones, seguramente los resultados serían mayores porque se construirían mejores proyectos con el apoyo de las gentes.
Se destaca entonces la rendición de cuentas que desde hace cinco años hace la Fundación Carboandes y se valora la entereza de los miembros de la comunidad que reconocen el aporte y el apoyo recibido por esta Fundación y su aliados, pero quizás más importante el compromiso de ellos mismos como beneficiarios después de superar obstáculos en su relacionamiento como colectividad. Ojalá otras fundaciones nos sorprendan y rindan cuentas de sus gestiones.
Este ejercicio de transparencia no da ganancias financieras, pero si credibilidad entre la sociedad.
Para tener en cuenta: en esta rendición de cuentas los representantes de la comunidad del corregimiento de Guacoche denunciaron que luego de ejecutar el proyecto ‘Guacoche de colores’ que le devolvió al pueblo parte de su alegría al pintar con colores llamativos 400 casas, los políticos las ensuciaron con sus avisos. ¡Qué mal!
Un buen ejercicio de transparencia hizo ayer la Fundación Carboandes al mostrar los logros, avances, inconvenientes y desafíos durante la vigencia 2013 en la ejecución de sus proyectos y programas, en un acto de rendición de cuentas con la participación de los beneficiarios directos y aliados. Y es un buen ejercicio porque muestra no solo […]
Un buen ejercicio de transparencia hizo ayer la Fundación Carboandes al mostrar los logros, avances, inconvenientes y desafíos durante la vigencia 2013 en la ejecución de sus proyectos y programas, en un acto de rendición de cuentas con la participación de los beneficiarios directos y aliados.
Y es un buen ejercicio porque muestra no solo la parte buena de la ejecución, sino los obstáculos y dificultades hallados en el desarrollo de los proyectos que en el año anterior llegaron a cuatro mil personas en trece municipios del Cesar y dos de La Guajira. Llama la atención que son los mismos beneficiarios los que cuentan su experiencia y los que reconocen los aciertos y también los desaciertos de las partes.
Este modelo que aplica la Fundación Carboandes debería emularse en el Cesar por otras organizaciones sociales que aunque provienen del sector privado, también ejecutan proyectos con recursos del sector público para mejorar la calidad de vida de los cesarenses. Esta buena práctica de mostrar a la opinión pública lo que se hace y cómo se hace, genera confianza entre la ciudadanía y más en los beneficiarios y socios estratégicos porque conocen los niveles de transparencia de la organización.
En el Cesar existen múltiples ONG que ejecutan importantes recursos públicos, como los operadores de los programas de alimentación escolar, de transporte, de hábitos saludables, entre otros temas, que nunca han mostrado sus resultados, especialmente la forma cómo impactaron las vidas de las comunidades atendidas. Aun si ejecutan dineros de las alcaldías o de la misma Gobernación, no los exime de la responsabilidad social que les asiste como organizaciones no gubernamentales, la cual debería ser una premisa y una exigencia de las mismas comunidades. Si se muestran las ejecuciones, seguramente los resultados serían mayores porque se construirían mejores proyectos con el apoyo de las gentes.
Se destaca entonces la rendición de cuentas que desde hace cinco años hace la Fundación Carboandes y se valora la entereza de los miembros de la comunidad que reconocen el aporte y el apoyo recibido por esta Fundación y su aliados, pero quizás más importante el compromiso de ellos mismos como beneficiarios después de superar obstáculos en su relacionamiento como colectividad. Ojalá otras fundaciones nos sorprendan y rindan cuentas de sus gestiones.
Este ejercicio de transparencia no da ganancias financieras, pero si credibilidad entre la sociedad.
Para tener en cuenta: en esta rendición de cuentas los representantes de la comunidad del corregimiento de Guacoche denunciaron que luego de ejecutar el proyecto ‘Guacoche de colores’ que le devolvió al pueblo parte de su alegría al pintar con colores llamativos 400 casas, los políticos las ensuciaron con sus avisos. ¡Qué mal!