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Columnista - 17 agosto, 2013

Un Dios que siente angustia, un pacifista que causa guerras

Hoy leemos en la Misa un relato del Evangelio un tanto difícil de entender (Lucas 12, 49-53). Se trata de dos declaraciones de Jesús que podrían parecernos absurdas si las comparamos con otras tantas que él mismo realiza a lo largo de su vida pública.

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Por Marlon Javier Domínguez  

Hoy leemos en la Misa un relato del Evangelio un tanto difícil de entender (Lucas 12, 49-53). Se trata de dos declaraciones de Jesús que podrían parecernos absurdas si las comparamos con otras tantas que él mismo realiza a lo largo de su vida pública.

Acerquémonos a cada una, pidiendo la asistencia del divino Espíritu para poder comprender lo que hoy Dios nos quiere hablar.

En un primer momento Jesús dice a sus discípulos que debe recibir un “bautismo” y que se encuentra angustiado por ello. La palabra “bautismo” tiene su origen en el idioma griego y significa literalmente sumergir en agua.

La razón por la que Jesús dice que debe recibir “un bautismo” es porque él será sumergido en un “mar de sufrimiento” a través de la Pasión.

Llegados a este punto, podríamos preguntarnos, ¿Cuál es la razón de su angustia? Es perfectamente Dios, conoce el futuro y sabe que resucitará, ¿De qué se preocupa? 

No olvidemos que Jesús es también perfectamente hombre y que, como todo hombre, experimentó cada cosa que es esencialmente humana: dolor, hambre, sed, cansancio, felicidad, tristeza, angustia, etc.

Un grave error de algunas expresiones religiosas consiste en la presentación de un Cristo demasiado “divino” y poco “humano”, una especie de espíritu sólo en apariencia semejante a nuestra naturaleza, una imagen irreal y delicada que incluso llega a rayar en la feminidad.

Jesús es Dios, ¡pero también hombre! Y no hay nada de malo en ello.Trabajó como carpinteroen Nazaret, levantaba grandes trozos de madera y al final de la jornada probablemente estaba cubierto de sudor y de aserrín.

Sintió angustia ante la pasión ¡y es normal! ¿A quién le emociona la idea de morir crucificado, en medio de grandes tormentos?

En un segundo momento Jesús declara algo aún más fuerte que el hecho de estar sintiendo angustia: “No he venido a traer paz al mundo, sino división…” ¿Qué es lo que dice? El mismo que mandó poner la otra mejilla, orar por los enemigos y hacer el bien a los perseguidores, ¿puede, acaso, ser agente de guerra? ¿Qué quiere decir Jesús? Es necesario entender esta afirmación en el contexto en el que fue mencionada, so pena de errar en la comprensión de su significado.

El camino de seguimiento de Jesús está marcado por dificultades, enemistades y hasta persecuciones; el hecho de aceptar la manera de vivir del Maestro frecuentemente es incomprendido por muchos y criticado por otros tantos.

Los discípulos “de primera hora” debieron enfrentarse al rechazo de quienes no comprendían cómo era posible dejarlo todo y salir a caminar hacia “ninguna parte” detrás de un carpintero al que, de un momento a otro, se le dio por creerse hijo de Dios.

La incomprensión de los de la misma casa se ve plasmada en las palabras de Jesús: “Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija…”

 

Columnista
17 agosto, 2013

Un Dios que siente angustia, un pacifista que causa guerras

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Marlon Javier Domínguez

Hoy leemos en la Misa un relato del Evangelio un tanto difícil de entender (Lucas 12, 49-53). Se trata de dos declaraciones de Jesús que podrían parecernos absurdas si las comparamos con otras tantas que él mismo realiza a lo largo de su vida pública.


Por Marlon Javier Domínguez  

Hoy leemos en la Misa un relato del Evangelio un tanto difícil de entender (Lucas 12, 49-53). Se trata de dos declaraciones de Jesús que podrían parecernos absurdas si las comparamos con otras tantas que él mismo realiza a lo largo de su vida pública.

Acerquémonos a cada una, pidiendo la asistencia del divino Espíritu para poder comprender lo que hoy Dios nos quiere hablar.

En un primer momento Jesús dice a sus discípulos que debe recibir un “bautismo” y que se encuentra angustiado por ello. La palabra “bautismo” tiene su origen en el idioma griego y significa literalmente sumergir en agua.

La razón por la que Jesús dice que debe recibir “un bautismo” es porque él será sumergido en un “mar de sufrimiento” a través de la Pasión.

Llegados a este punto, podríamos preguntarnos, ¿Cuál es la razón de su angustia? Es perfectamente Dios, conoce el futuro y sabe que resucitará, ¿De qué se preocupa? 

No olvidemos que Jesús es también perfectamente hombre y que, como todo hombre, experimentó cada cosa que es esencialmente humana: dolor, hambre, sed, cansancio, felicidad, tristeza, angustia, etc.

Un grave error de algunas expresiones religiosas consiste en la presentación de un Cristo demasiado “divino” y poco “humano”, una especie de espíritu sólo en apariencia semejante a nuestra naturaleza, una imagen irreal y delicada que incluso llega a rayar en la feminidad.

Jesús es Dios, ¡pero también hombre! Y no hay nada de malo en ello.Trabajó como carpinteroen Nazaret, levantaba grandes trozos de madera y al final de la jornada probablemente estaba cubierto de sudor y de aserrín.

Sintió angustia ante la pasión ¡y es normal! ¿A quién le emociona la idea de morir crucificado, en medio de grandes tormentos?

En un segundo momento Jesús declara algo aún más fuerte que el hecho de estar sintiendo angustia: “No he venido a traer paz al mundo, sino división…” ¿Qué es lo que dice? El mismo que mandó poner la otra mejilla, orar por los enemigos y hacer el bien a los perseguidores, ¿puede, acaso, ser agente de guerra? ¿Qué quiere decir Jesús? Es necesario entender esta afirmación en el contexto en el que fue mencionada, so pena de errar en la comprensión de su significado.

El camino de seguimiento de Jesús está marcado por dificultades, enemistades y hasta persecuciones; el hecho de aceptar la manera de vivir del Maestro frecuentemente es incomprendido por muchos y criticado por otros tantos.

Los discípulos “de primera hora” debieron enfrentarse al rechazo de quienes no comprendían cómo era posible dejarlo todo y salir a caminar hacia “ninguna parte” detrás de un carpintero al que, de un momento a otro, se le dio por creerse hijo de Dios.

La incomprensión de los de la misma casa se ve plasmada en las palabras de Jesús: “Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija…”