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Editorial - 23 abril, 2010

Un debate light

En medio de tantos y tan complejos problemas que tiene Colombia, de carácter político, económico y social, entre otros, nuevamente debemos lamentar que el debate entre los candidatos a la Presidencia de la República se está tornando, en algunas ocasiones, bastante superficial. Varios botones de muestra; en el debate televisado del domingo pasado, organizado por […]

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En medio de tantos y tan complejos problemas que tiene Colombia, de carácter político, económico y social, entre otros, nuevamente debemos lamentar que el debate entre los candidatos a la Presidencia de la República se está tornando, en algunas ocasiones, bastante superficial.
Varios botones de muestra; en el debate televisado del domingo pasado, organizado por Caracol Televisión, Caracol Radio y El Espectador, lo más recordado del debate ha sido las respuestas a las preguntas hipotéticas de unas eventuales persecuciones en caliente a los líderes de las FARC, en caso de que persista el refugio de estos, como aseguran los organismos de inteligencia, en territorio de Venezuela y Ecuador.
Pues estas preguntas hipotecas, originaron respuestas irresponsables que generaron el rechazo, por supuesto, de los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Ecuador, Rafael Correa, quienes coincidieron en que, en caso de un ingreso de tropas de Colombia a su país, ellos lo asumirían como una agresión del nuestro y responderían en consecuencia.
En el mismo debate, resurgió una vieja rencilla entre Juan Manuel Santos y Rafael Pardo Rueda, presentada hace cuatro años cuando Santos Calderón habló de unos supuestos acercamientos entre Pardo y las FARC.
Esa misma noche, Noemí Sanín se enfrentó a Juan Manuel Santos, acusándolo de “sonsacarle” gente para el partido de la U, inclusive ofreciéndole ministerios al actual director del Sena, etc. Ambos casos, son temas anecdóticos, personalistas y hasta cierto punto intrascendente para el grueso del pueblo colombiano que padece el problema de la pobreza y el desempleo, falta de acceso a los servicios de salud, educación, vivienda, entre muchas otras dificultades.
Los retos del país hacia el futuro son otros: comenzando por los temas económicos: insistimos, desempleo, pobreza, déficit fiscal, competitividad, infraestructura, etc. Toda una agenda amplia, densa y compleja.
Pero hay otros temas: el problema de las relaciones internacionales, la crisis de la salud, la calidad de la educación básica en Colombia, la inversión en ciencia y tecnología, la conservación del medio ambiente, la inversión en cultura, deporte y entretenimiento sano, para mencionar sólo algunos.
Los temas del país son otros, señores candidatos, y van mucho más allá del cerrado mundo bogotano donde se controla buena parte del poder del país. Están los retos en materia de seguridad ciudadana, la lucha contra la corrupción, la reforma del Estado, que a pesar de todos los cambios sigue con instituciones gigantes,  costosas,  burocráticas y alejada del servicio al ciudadano, al hombre de la calle, al colombiano común y corriente.
El debate debe volver a los temas gruesos, los candidatos y sus equipos de asesores y colaboradores, como también los medios de comunicación, principalmente la radio y la televisión, debemos realizar un esfuerzo para subir la altura del debate, ir al fondo de las propuestas, estudiarlas, analizarlas, divulgarlas ante los electores y compararlas, para conocer y escoger cuáles son las mejores para el país, en esta crucial coyuntura, de la era Post-Uribe.
En este mismo sentido, otra reflexión, hay que darle más divulgación a las propuestas concretas y a los temas de fondo, por encima de las cifras de las encuestas.
Insistimos, los medios de comunicación y los periodistas y comentaristas de la actualidad, tenemos el reto y la obligación moral de reorientar el debate, exigir de los candidatos propuestas concretas y acordes a las necesidades de las circunstancias del país, pero del país visto desde las regiones, desde las ciudades intermedias y las zonas más atrasadas, y no desde el encierro de un estudio de televisión en Bogotá.

Editorial
23 abril, 2010

Un debate light

En medio de tantos y tan complejos problemas que tiene Colombia, de carácter político, económico y social, entre otros, nuevamente debemos lamentar que el debate entre los candidatos a la Presidencia de la República se está tornando, en algunas ocasiones, bastante superficial. Varios botones de muestra; en el debate televisado del domingo pasado, organizado por […]


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En medio de tantos y tan complejos problemas que tiene Colombia, de carácter político, económico y social, entre otros, nuevamente debemos lamentar que el debate entre los candidatos a la Presidencia de la República se está tornando, en algunas ocasiones, bastante superficial.
Varios botones de muestra; en el debate televisado del domingo pasado, organizado por Caracol Televisión, Caracol Radio y El Espectador, lo más recordado del debate ha sido las respuestas a las preguntas hipotéticas de unas eventuales persecuciones en caliente a los líderes de las FARC, en caso de que persista el refugio de estos, como aseguran los organismos de inteligencia, en territorio de Venezuela y Ecuador.
Pues estas preguntas hipotecas, originaron respuestas irresponsables que generaron el rechazo, por supuesto, de los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Ecuador, Rafael Correa, quienes coincidieron en que, en caso de un ingreso de tropas de Colombia a su país, ellos lo asumirían como una agresión del nuestro y responderían en consecuencia.
En el mismo debate, resurgió una vieja rencilla entre Juan Manuel Santos y Rafael Pardo Rueda, presentada hace cuatro años cuando Santos Calderón habló de unos supuestos acercamientos entre Pardo y las FARC.
Esa misma noche, Noemí Sanín se enfrentó a Juan Manuel Santos, acusándolo de “sonsacarle” gente para el partido de la U, inclusive ofreciéndole ministerios al actual director del Sena, etc. Ambos casos, son temas anecdóticos, personalistas y hasta cierto punto intrascendente para el grueso del pueblo colombiano que padece el problema de la pobreza y el desempleo, falta de acceso a los servicios de salud, educación, vivienda, entre muchas otras dificultades.
Los retos del país hacia el futuro son otros: comenzando por los temas económicos: insistimos, desempleo, pobreza, déficit fiscal, competitividad, infraestructura, etc. Toda una agenda amplia, densa y compleja.
Pero hay otros temas: el problema de las relaciones internacionales, la crisis de la salud, la calidad de la educación básica en Colombia, la inversión en ciencia y tecnología, la conservación del medio ambiente, la inversión en cultura, deporte y entretenimiento sano, para mencionar sólo algunos.
Los temas del país son otros, señores candidatos, y van mucho más allá del cerrado mundo bogotano donde se controla buena parte del poder del país. Están los retos en materia de seguridad ciudadana, la lucha contra la corrupción, la reforma del Estado, que a pesar de todos los cambios sigue con instituciones gigantes,  costosas,  burocráticas y alejada del servicio al ciudadano, al hombre de la calle, al colombiano común y corriente.
El debate debe volver a los temas gruesos, los candidatos y sus equipos de asesores y colaboradores, como también los medios de comunicación, principalmente la radio y la televisión, debemos realizar un esfuerzo para subir la altura del debate, ir al fondo de las propuestas, estudiarlas, analizarlas, divulgarlas ante los electores y compararlas, para conocer y escoger cuáles son las mejores para el país, en esta crucial coyuntura, de la era Post-Uribe.
En este mismo sentido, otra reflexión, hay que darle más divulgación a las propuestas concretas y a los temas de fondo, por encima de las cifras de las encuestas.
Insistimos, los medios de comunicación y los periodistas y comentaristas de la actualidad, tenemos el reto y la obligación moral de reorientar el debate, exigir de los candidatos propuestas concretas y acordes a las necesidades de las circunstancias del país, pero del país visto desde las regiones, desde las ciudades intermedias y las zonas más atrasadas, y no desde el encierro de un estudio de televisión en Bogotá.