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Columnista - 5 enero, 2011

Un cuadro pesimista para los colombianos

Por: Basilio Padilla A diferencia de otros países como los E. U. y Brasil, los prospectos económicos en Colombia no son tan prometedores. La teoría económica  que el ministro de hacienda y demás representantes del gobierno están utilizando, no se ciñe a los parámetros que podrían construir un verdadero progreso, generando trabajo y moviendo nuestras […]

Por: Basilio Padilla

A diferencia de otros países como los E. U. y Brasil, los prospectos económicos en Colombia no son tan prometedores. La teoría económica  que el ministro de hacienda y demás representantes del gobierno están utilizando, no se ciñe a los parámetros que podrían construir un verdadero progreso, generando trabajo y moviendo nuestras empresas hacia delante.
Como resultado, las nuevas normas económicas se podrían calificar de anti progreso, anti empresa y anti empleo. Entre estas medidas se eliminaron las exenciones a la renta de las compañías; se baja la base de impuestos al patrimonio; se incrementaron los peajes 5%; se retiene la impopular medida del 4 por mil; un aumento de 100 pesos por galón a la gasolina y finalmente se incrementa el salario mínimo 3.4%.
Esta última medida con toda la justificación, pero en términos económicos debe ser acompañada por otras, que estimulen y promuevan la creación de empresas y de eso no se ve absolutamente nada. Con quitarle el incentivo que tenían las empresas, más bien se produciría una contracción empresarial, cierre de muchas y fusionamiento del resto de estas empresas. Muchos optarán por no recorrer nuestras vías ni viajar a otras ciudades, ya que los peajes quedarán como uno de los más caros del mundo, con la paradoja que las vías mismas siguen en estado precario.
Las empresas de buses indiscutiblemente tendrán que alzar las tarifas, ya que reciben un doble golpe con el aumento en el precio de la gasolina y el aumento de los peajes.Históricamente los países que imponen estos tipos de impuestos, se acostumbran a las nuevas entradas económicas, mayores gastos, alzas de salarios burocráticos y otros, tienen la tendencia a tratar de mantenerlos. Pero la realidad es que la continuación de estos impuestos, como el famoso 4 por mil, solo hacen que la gente se mantenga alejada del sistema financiero y bancario.
Así también, las personas que envían sus remesas del exterior a nuestro  país, prefieren hacerlo en efectivo, en formas que no toque el sistema bancario y los dineros se mantienen en los colchones y las cajas de zapatos en la casa. Quien puede culpar a la ciudadanía por esto, cuando en cierta forma este es un impuesto arbitrario, anti negocios y anti progreso. Desafortunadamente, somos un pueblo conformista y dejamos que el gobierno prácticamente haga lo que quiera. Nadie protesta y a nuestros servidores públicos sólo les interesa las coaliciones que les puedan favorecer sus futuras aspiraciones.
En los E. U. las gentes se rebelaron y hasta crearon un nuevo partido político, a la idea del presidente Obama de aumentar los impuestos para todas las personas que ganaran más de 200.000 dólares. Obviamente esta medida había creado un estado de ansiedad dentro del llamado “pequeño empresario” que ya se preparaban para despedir a miles de empleados de sus negocios. La ciudadanía no solo se opuso en fuerza, sino que también despidieron a todos los congresistas que apoyaban esta idea dándoles una clara mayoría a los republicanos en la cámara legislativa. Las protestas se hacían a diario, porque ningún economista se podía explicar cómo en un momento en que la economía atraviesa por momentos difíciles y alto desempleo, el presidente quería aumentar los impuestos. Esto no sucedió y como resultado se respira un ambiente de euforia, se espera que el desempleo comience a bajar, los mercados ya comenzaron a subir y en el nuevo año ya miles de empresas están planeando algún tipo de expansión y el empleo de miles de trabajadores.

En nuestro país por supuesto existen muchas otras formas de aumentar las entradas económicas, que no tengan que ver con el aumento continuo de impuestos a todos los segmentos de nuestras actividades. Comencemos por ejemplo a recortar los exagerados gastos gubernamentales y a corregir la idea que los inmensos programas de ayuda pública son la solución a los problemas de todos aquellos que caen bajo la denominación de pobreza. El rol de nuestros gobernantes debe ser claro: hacer que la economía crezca, bajar los altos niveles de desempleo y crear progreso en el país.

[email protected]

Columnista
5 enero, 2011

Un cuadro pesimista para los colombianos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Basilio Padilla

Por: Basilio Padilla A diferencia de otros países como los E. U. y Brasil, los prospectos económicos en Colombia no son tan prometedores. La teoría económica  que el ministro de hacienda y demás representantes del gobierno están utilizando, no se ciñe a los parámetros que podrían construir un verdadero progreso, generando trabajo y moviendo nuestras […]


Por: Basilio Padilla

A diferencia de otros países como los E. U. y Brasil, los prospectos económicos en Colombia no son tan prometedores. La teoría económica  que el ministro de hacienda y demás representantes del gobierno están utilizando, no se ciñe a los parámetros que podrían construir un verdadero progreso, generando trabajo y moviendo nuestras empresas hacia delante.
Como resultado, las nuevas normas económicas se podrían calificar de anti progreso, anti empresa y anti empleo. Entre estas medidas se eliminaron las exenciones a la renta de las compañías; se baja la base de impuestos al patrimonio; se incrementaron los peajes 5%; se retiene la impopular medida del 4 por mil; un aumento de 100 pesos por galón a la gasolina y finalmente se incrementa el salario mínimo 3.4%.
Esta última medida con toda la justificación, pero en términos económicos debe ser acompañada por otras, que estimulen y promuevan la creación de empresas y de eso no se ve absolutamente nada. Con quitarle el incentivo que tenían las empresas, más bien se produciría una contracción empresarial, cierre de muchas y fusionamiento del resto de estas empresas. Muchos optarán por no recorrer nuestras vías ni viajar a otras ciudades, ya que los peajes quedarán como uno de los más caros del mundo, con la paradoja que las vías mismas siguen en estado precario.
Las empresas de buses indiscutiblemente tendrán que alzar las tarifas, ya que reciben un doble golpe con el aumento en el precio de la gasolina y el aumento de los peajes.Históricamente los países que imponen estos tipos de impuestos, se acostumbran a las nuevas entradas económicas, mayores gastos, alzas de salarios burocráticos y otros, tienen la tendencia a tratar de mantenerlos. Pero la realidad es que la continuación de estos impuestos, como el famoso 4 por mil, solo hacen que la gente se mantenga alejada del sistema financiero y bancario.
Así también, las personas que envían sus remesas del exterior a nuestro  país, prefieren hacerlo en efectivo, en formas que no toque el sistema bancario y los dineros se mantienen en los colchones y las cajas de zapatos en la casa. Quien puede culpar a la ciudadanía por esto, cuando en cierta forma este es un impuesto arbitrario, anti negocios y anti progreso. Desafortunadamente, somos un pueblo conformista y dejamos que el gobierno prácticamente haga lo que quiera. Nadie protesta y a nuestros servidores públicos sólo les interesa las coaliciones que les puedan favorecer sus futuras aspiraciones.
En los E. U. las gentes se rebelaron y hasta crearon un nuevo partido político, a la idea del presidente Obama de aumentar los impuestos para todas las personas que ganaran más de 200.000 dólares. Obviamente esta medida había creado un estado de ansiedad dentro del llamado “pequeño empresario” que ya se preparaban para despedir a miles de empleados de sus negocios. La ciudadanía no solo se opuso en fuerza, sino que también despidieron a todos los congresistas que apoyaban esta idea dándoles una clara mayoría a los republicanos en la cámara legislativa. Las protestas se hacían a diario, porque ningún economista se podía explicar cómo en un momento en que la economía atraviesa por momentos difíciles y alto desempleo, el presidente quería aumentar los impuestos. Esto no sucedió y como resultado se respira un ambiente de euforia, se espera que el desempleo comience a bajar, los mercados ya comenzaron a subir y en el nuevo año ya miles de empresas están planeando algún tipo de expansión y el empleo de miles de trabajadores.

En nuestro país por supuesto existen muchas otras formas de aumentar las entradas económicas, que no tengan que ver con el aumento continuo de impuestos a todos los segmentos de nuestras actividades. Comencemos por ejemplo a recortar los exagerados gastos gubernamentales y a corregir la idea que los inmensos programas de ayuda pública son la solución a los problemas de todos aquellos que caen bajo la denominación de pobreza. El rol de nuestros gobernantes debe ser claro: hacer que la economía crezca, bajar los altos niveles de desempleo y crear progreso en el país.

[email protected]