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Columnista - 6 septiembre, 2024

Un atarbán

El concepto de “güache” ha adquirido importancia en el léxico colombiano, al poderlo aplicar para describir al presidente de la república.

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Colombia sigue en picada, sigue en caída libre. Lo que venimos soportando desde el 7 de agosto de 2022 es sencillamente indignante. Nos gobierna un atarbán, un personaje indecente que se ha especializado en faltarle al respeto a quienes estamos en contra de sus ejecutorias y a quienes lo han apoyado. Esta semana dejó plantados a magistrados de las cortes, anunció que no asistiría al congreso nacional de la ANDI -Asociación Nacional de Industriales- y, hace unos pocos días, tildó de “muñecas de la mafia” a periodistas que no están de acuerdo con la corrupción e informan constantemente acerca de la falta de gestión y ejecución de su gobierno. 

El concepto de “güache” ha adquirido importancia en el léxico colombiano, al poderlo aplicar para describir al presidente de la república. Petro es un güache en todo el sentido de la palabra. No tiene modales, no muestra respeto por las formas y las tradiciones, se siente “hecho a mano” y superior al resto. Pues señor Petro, es hora de que vaya aterrizando o la nación, muchos de los que votaron por usted hace algo más de 2 años, ayudaremos a que esto termine pronto. Hoy estamos viviendo un paro* de camioneros fuerte, que empieza a causar secuelas con el desabastecimiento en negocios de abarrotes y supermercados, con el alza de precios en muchos productos y con dificultades para que la gente se movilice a lo largo del país.

Petro es víctima de su propio invento. Ahora sí los Bolívar y las Pizarro no salen a la calle a arengar a una turba de facinerosos para que incendien y destruyan, sino que prefieren pasar de agache, guardan silencio. El fenómeno es peor que hace 2 años. Al gobierno de Iván Duque, quienes hoy gobiernan, le hicieron un daño irreparable al apoyar y motivar protestas por el llamado a una reforma tributaria -Petro ya hizo una y está organizando la segunda- y por un aumento de 200 pesos en la gasolina -ahora el aumento que propone para el ACPM es de 2.000 pesos-.

En lo que va corrido de este mal gobierno, los precios de la gasolina han aumentado más del 50 %, hay más pobreza, cero obras y, por ende, muy poco desarrollo. En los discursos del mandatario se describe una Colombia que no existe sino cuando el señor está alucinando o en Panamá; el desgobierno es total. La ramplonería de Petro y de sus secuaces no tiene límites, espero que quienes votaron por él, quienes lo apoyaron —Alejandro Gaviria, Cecilia López Montaño, Ocampo, Álvaro Leyva, Luis Gilberto Murillo, etc.—, asuman la responsabilidad que les cabe.

Si bien el daño está hecho, invito a 2 cosas: a valorar que cada día que pasa es uno menos que queda de esta pesadilla que se ha denominado “el gobierno del cambio” y, segundo, a apoyar a los camioneros en este paro, tienen razón y el derecho a exigirle a este gobierno que les cumpla lo prometido por sus votos y los de sus familiares y amigos. El sector transportador apoyó a Petro, al igual que el magisterio y los sindicatos, 3 sectores a los que ahora el gobierno les hace pistola de frente. Aquí no hay escrúpulos señores, aquí hay que imponerse a la fuerza para seguir robando y defendiendo lo indefendible: las ideas de izquierda y al castrochavismo. 

Los demás colombianos debemos apoyar este paro, debemos salir a las calles, que los dirigentes decentes nos motiven a salir, a parar, a protestar -derecho que hace un par de años Petro defendía a capa y espada y que hoy “le sabe a cacho”-; paralicemos el país y el gobierno caerá por una asfixia generada por su propia incompetencia. ¡Ya estamos mamados del guerrillero! ¡Fuera Petro!

Mientras tanto, Colombia brilla en los juegos paralímpicos de París -sin que se visualicen emociones al respecto, lo que es muy triste-, y en Bucaramanga le dieron el último adiós a Rodolfo Hernández. El ingeniero se fue sin pena ni gloria, por el contrario: su departamento le cobró la insensatez de la segunda vuelta presidencial, la justicia lo condenó por corrupción y nos dejó, a todos los colombianos, en manos de Petro. Bien le hizo Hernández la tarea al actual presidente. Adiós al boxeador por el que tuve que votar… 

Por: Jorge Eduardo Ávila U.

Columnista
6 septiembre, 2024

Un atarbán

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Eduardo Ávila

El concepto de “güache” ha adquirido importancia en el léxico colombiano, al poderlo aplicar para describir al presidente de la república.


Colombia sigue en picada, sigue en caída libre. Lo que venimos soportando desde el 7 de agosto de 2022 es sencillamente indignante. Nos gobierna un atarbán, un personaje indecente que se ha especializado en faltarle al respeto a quienes estamos en contra de sus ejecutorias y a quienes lo han apoyado. Esta semana dejó plantados a magistrados de las cortes, anunció que no asistiría al congreso nacional de la ANDI -Asociación Nacional de Industriales- y, hace unos pocos días, tildó de “muñecas de la mafia” a periodistas que no están de acuerdo con la corrupción e informan constantemente acerca de la falta de gestión y ejecución de su gobierno. 

El concepto de “güache” ha adquirido importancia en el léxico colombiano, al poderlo aplicar para describir al presidente de la república. Petro es un güache en todo el sentido de la palabra. No tiene modales, no muestra respeto por las formas y las tradiciones, se siente “hecho a mano” y superior al resto. Pues señor Petro, es hora de que vaya aterrizando o la nación, muchos de los que votaron por usted hace algo más de 2 años, ayudaremos a que esto termine pronto. Hoy estamos viviendo un paro* de camioneros fuerte, que empieza a causar secuelas con el desabastecimiento en negocios de abarrotes y supermercados, con el alza de precios en muchos productos y con dificultades para que la gente se movilice a lo largo del país.

Petro es víctima de su propio invento. Ahora sí los Bolívar y las Pizarro no salen a la calle a arengar a una turba de facinerosos para que incendien y destruyan, sino que prefieren pasar de agache, guardan silencio. El fenómeno es peor que hace 2 años. Al gobierno de Iván Duque, quienes hoy gobiernan, le hicieron un daño irreparable al apoyar y motivar protestas por el llamado a una reforma tributaria -Petro ya hizo una y está organizando la segunda- y por un aumento de 200 pesos en la gasolina -ahora el aumento que propone para el ACPM es de 2.000 pesos-.

En lo que va corrido de este mal gobierno, los precios de la gasolina han aumentado más del 50 %, hay más pobreza, cero obras y, por ende, muy poco desarrollo. En los discursos del mandatario se describe una Colombia que no existe sino cuando el señor está alucinando o en Panamá; el desgobierno es total. La ramplonería de Petro y de sus secuaces no tiene límites, espero que quienes votaron por él, quienes lo apoyaron —Alejandro Gaviria, Cecilia López Montaño, Ocampo, Álvaro Leyva, Luis Gilberto Murillo, etc.—, asuman la responsabilidad que les cabe.

Si bien el daño está hecho, invito a 2 cosas: a valorar que cada día que pasa es uno menos que queda de esta pesadilla que se ha denominado “el gobierno del cambio” y, segundo, a apoyar a los camioneros en este paro, tienen razón y el derecho a exigirle a este gobierno que les cumpla lo prometido por sus votos y los de sus familiares y amigos. El sector transportador apoyó a Petro, al igual que el magisterio y los sindicatos, 3 sectores a los que ahora el gobierno les hace pistola de frente. Aquí no hay escrúpulos señores, aquí hay que imponerse a la fuerza para seguir robando y defendiendo lo indefendible: las ideas de izquierda y al castrochavismo. 

Los demás colombianos debemos apoyar este paro, debemos salir a las calles, que los dirigentes decentes nos motiven a salir, a parar, a protestar -derecho que hace un par de años Petro defendía a capa y espada y que hoy “le sabe a cacho”-; paralicemos el país y el gobierno caerá por una asfixia generada por su propia incompetencia. ¡Ya estamos mamados del guerrillero! ¡Fuera Petro!

Mientras tanto, Colombia brilla en los juegos paralímpicos de París -sin que se visualicen emociones al respecto, lo que es muy triste-, y en Bucaramanga le dieron el último adiós a Rodolfo Hernández. El ingeniero se fue sin pena ni gloria, por el contrario: su departamento le cobró la insensatez de la segunda vuelta presidencial, la justicia lo condenó por corrupción y nos dejó, a todos los colombianos, en manos de Petro. Bien le hizo Hernández la tarea al actual presidente. Adiós al boxeador por el que tuve que votar… 

Por: Jorge Eduardo Ávila U.