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Columnista - 23 marzo, 2018

Turo

Conocí a la familia Armenta Maestre desde hace 64 años cuando vivían donde hoy queda el Edificio Granadillo y parte del Banco de la República y eran vecinos de mi querida tía Chela, quien hace 4 días coronó la feliz oportunidad de cumplir 100 años y como la visitaba con frecuencia y eran molineros como […]

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Conocí a la familia Armenta Maestre desde hace 64 años cuando vivían donde hoy queda el Edificio Granadillo y parte del Banco de la República y eran vecinos de mi querida tía Chela, quien hace 4 días coronó la feliz oportunidad de cumplir 100 años y como la visitaba con frecuencia y eran molineros como mis antepasados, hice amistad con ellos, especialmente con Olaya con quien jugaba billar en El Rey nos echábamos unas frías y con Gloria que era y sigue siendo, una de las niñas más bonitas en el colegio de las monjas. Los conocí a todos y todos tienen un común denominador: son buena gente, serviciales y joviales; poco traté al menor de ellos, Arturo a quien todos conocen como Turo Armenta, hasta cuando tuve el honor de ser su vecino, por corto tiempo, un año escaso y tenía el mismo corte de todos, con más cultura y amor por su profesión, pues era abogado. La parca se lo llevó muy tempranamente y en sus honras fúnebres, la doctora Ivette Lafourie, abogada y juez lo despidió con las huellas y significativas palabras que a continuación reproduzco: “Buenas tardes: María Teresa, Ivonne, Analidis, Turito, María Fernando, María Silvana, hermanos y demás familiares.

De antemano les pido excusas porque no es fácil despedir al amigo y al compañero.

En mi nombre, y en el de la familia judicial les ofrecemos este sencillo homenaje póstumo a Turo, como lo llamábamos cariñosamente.

Jamás pensamos vivir estos momentos dónde le tenemos que decir adiós al amigo, hermano y compañero de trabajo.

Despedir a Arturo no es fácil, máxime cuando hemos tenido la oportunidad de compartir y tenerlo muy cerca no sólo como administrador de justicia donde cumplió hasta su retiro forzoso con esta ardua tarea, en la cual fungió en distintos municipios del Cesar y La Guajira, siendo su último destino judicial el Juzgado Civil del Circuito del Municipio de Chiriguaná, sino también las calidades humanas que lo caracterizaban, su don de gente, su elegancia, su galantería, lo que indudablemente hizo posible su relación de amistad con el exmagistrado Alberto Mendoza Acosta, quien lo recibirá junto a nuestro creador en el cielo; y qué sé yo si harán de nuevo esas inolvidables parrandas.

Cuando un ser como tú se va, se va parte de la vida, ¿Por qué dolerá tanto la muerte si es parte de la vida?; señor te presento a Turo, a nuestro amigo y hermano, ahora que está contigo, que eres el único que sabe lo que pasa, te pido por él para que lo sigas bendiciendo y para que lo acojas en unos de tus aposentos”. Agrego: Amén.

Columnista
23 marzo, 2018

Turo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Conocí a la familia Armenta Maestre desde hace 64 años cuando vivían donde hoy queda el Edificio Granadillo y parte del Banco de la República y eran vecinos de mi querida tía Chela, quien hace 4 días coronó la feliz oportunidad de cumplir 100 años y como la visitaba con frecuencia y eran molineros como […]


Conocí a la familia Armenta Maestre desde hace 64 años cuando vivían donde hoy queda el Edificio Granadillo y parte del Banco de la República y eran vecinos de mi querida tía Chela, quien hace 4 días coronó la feliz oportunidad de cumplir 100 años y como la visitaba con frecuencia y eran molineros como mis antepasados, hice amistad con ellos, especialmente con Olaya con quien jugaba billar en El Rey nos echábamos unas frías y con Gloria que era y sigue siendo, una de las niñas más bonitas en el colegio de las monjas. Los conocí a todos y todos tienen un común denominador: son buena gente, serviciales y joviales; poco traté al menor de ellos, Arturo a quien todos conocen como Turo Armenta, hasta cuando tuve el honor de ser su vecino, por corto tiempo, un año escaso y tenía el mismo corte de todos, con más cultura y amor por su profesión, pues era abogado. La parca se lo llevó muy tempranamente y en sus honras fúnebres, la doctora Ivette Lafourie, abogada y juez lo despidió con las huellas y significativas palabras que a continuación reproduzco: “Buenas tardes: María Teresa, Ivonne, Analidis, Turito, María Fernando, María Silvana, hermanos y demás familiares.

De antemano les pido excusas porque no es fácil despedir al amigo y al compañero.

En mi nombre, y en el de la familia judicial les ofrecemos este sencillo homenaje póstumo a Turo, como lo llamábamos cariñosamente.

Jamás pensamos vivir estos momentos dónde le tenemos que decir adiós al amigo, hermano y compañero de trabajo.

Despedir a Arturo no es fácil, máxime cuando hemos tenido la oportunidad de compartir y tenerlo muy cerca no sólo como administrador de justicia donde cumplió hasta su retiro forzoso con esta ardua tarea, en la cual fungió en distintos municipios del Cesar y La Guajira, siendo su último destino judicial el Juzgado Civil del Circuito del Municipio de Chiriguaná, sino también las calidades humanas que lo caracterizaban, su don de gente, su elegancia, su galantería, lo que indudablemente hizo posible su relación de amistad con el exmagistrado Alberto Mendoza Acosta, quien lo recibirá junto a nuestro creador en el cielo; y qué sé yo si harán de nuevo esas inolvidables parrandas.

Cuando un ser como tú se va, se va parte de la vida, ¿Por qué dolerá tanto la muerte si es parte de la vida?; señor te presento a Turo, a nuestro amigo y hermano, ahora que está contigo, que eres el único que sabe lo que pasa, te pido por él para que lo sigas bendiciendo y para que lo acojas en unos de tus aposentos”. Agrego: Amén.