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Columnista - 7 abril, 2015

Turismo salvaje

La semana santa obliga a buscar cada año lugares diferentes en donde las personas encuentren descanso y diversión; lo cierto es que se ha vuelto desde hace mucho tiempo en una oportunidad para que pueblos y ciudades oferten servicios turísticos y con ello sus habitantes mejoren sus ingresos. El ecoturismo viene tomando fuerza en Colombia […]

La semana santa obliga a buscar cada año lugares diferentes en donde las personas encuentren descanso y diversión; lo cierto es que se ha vuelto desde hace mucho tiempo en una oportunidad para que pueblos y ciudades oferten servicios turísticos y con ello sus habitantes mejoren sus ingresos.

El ecoturismo viene tomando fuerza en Colombia a tal punto que muchos vieron en sus fincas, la oportunidad para ofrecer este servicio y con ello montar una industria que crece cada día.
La gente busca nuevos lugares, preferiblemente inexplorados, pero al año siguiente lo invaden como hormigas al azúcar, haciendo de estos sitios que antes eran remansos de tranquilidad, una ruta colectiva que por efecto de la moda pierden su identidad y pasan a ser presa del turismo salvaje que en lugar de respetar las tradiciones del lugar, llevan las mañas de la ciudad imponiendo un nuevo orden sobre la paz natural.

Estuvimos en Pueblo Bello, Cesar, una población que desde hace algunos años es apetecida por mucha gente que busca un rato de tranquilidad, de descanso en un clima agradable, en medio de una naturaleza majestuosa llena de aves que cantan, de cerros que se imponen en sus diversas tonalidades de verde y el agua fría y cristalina que fluye de sus ríos para nutrir la tierra y la sed de muchos.

Pueblo Bello ya no es el de antes, ahora está lleno de casas fincas, cabañas, hostales u hoteles destinados para ese turismo que cada día exige una mayor infraestructura que lleve al visitante a vivir con intensidad en poco tiempo.
Ahora es una población invadida por automóviles, y cuatrimotos de todas las marcas, que los turistas llevan para conducirlos sin control, para emborracharse en ellos, para poner música a altísimos decibeles, como si tuvieran la necesidad de sentirse depredadores de la tranquilidad, vehiculados por el dinero que llevan para gastar mientras se divierten sin importarles el ruido que hacen, el riesgo que producen y el daño a la ecología que dejan a su paso.

Pueblo Bello es un lugar maravilloso que cualquier persona merece para descansar, pero debe hacerse desde el respeto y la consideración con el medio ambiente y con los nativos de allí.

Es necesario que las autoridades del municipio estimulen el ecoturismo, pero también que regulen la forma como se está desarrollando este tipo de actividades, para que el divertirse no ponga en riesgo la tranquilidad de los demás, para que ir a la montaña se haga con el mayor respeto, sin ofender la naturaleza, para que haya más vida, salud y sana diversión en lugar de borrachos conduciendo sin control, que tanto daño le han hecho y le siguen haciendo a la humanidad.
@Oscararizadaza

Columnista
7 abril, 2015

Turismo salvaje

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Oscar Ariza Daza

La semana santa obliga a buscar cada año lugares diferentes en donde las personas encuentren descanso y diversión; lo cierto es que se ha vuelto desde hace mucho tiempo en una oportunidad para que pueblos y ciudades oferten servicios turísticos y con ello sus habitantes mejoren sus ingresos. El ecoturismo viene tomando fuerza en Colombia […]


La semana santa obliga a buscar cada año lugares diferentes en donde las personas encuentren descanso y diversión; lo cierto es que se ha vuelto desde hace mucho tiempo en una oportunidad para que pueblos y ciudades oferten servicios turísticos y con ello sus habitantes mejoren sus ingresos.

El ecoturismo viene tomando fuerza en Colombia a tal punto que muchos vieron en sus fincas, la oportunidad para ofrecer este servicio y con ello montar una industria que crece cada día.
La gente busca nuevos lugares, preferiblemente inexplorados, pero al año siguiente lo invaden como hormigas al azúcar, haciendo de estos sitios que antes eran remansos de tranquilidad, una ruta colectiva que por efecto de la moda pierden su identidad y pasan a ser presa del turismo salvaje que en lugar de respetar las tradiciones del lugar, llevan las mañas de la ciudad imponiendo un nuevo orden sobre la paz natural.

Estuvimos en Pueblo Bello, Cesar, una población que desde hace algunos años es apetecida por mucha gente que busca un rato de tranquilidad, de descanso en un clima agradable, en medio de una naturaleza majestuosa llena de aves que cantan, de cerros que se imponen en sus diversas tonalidades de verde y el agua fría y cristalina que fluye de sus ríos para nutrir la tierra y la sed de muchos.

Pueblo Bello ya no es el de antes, ahora está lleno de casas fincas, cabañas, hostales u hoteles destinados para ese turismo que cada día exige una mayor infraestructura que lleve al visitante a vivir con intensidad en poco tiempo.
Ahora es una población invadida por automóviles, y cuatrimotos de todas las marcas, que los turistas llevan para conducirlos sin control, para emborracharse en ellos, para poner música a altísimos decibeles, como si tuvieran la necesidad de sentirse depredadores de la tranquilidad, vehiculados por el dinero que llevan para gastar mientras se divierten sin importarles el ruido que hacen, el riesgo que producen y el daño a la ecología que dejan a su paso.

Pueblo Bello es un lugar maravilloso que cualquier persona merece para descansar, pero debe hacerse desde el respeto y la consideración con el medio ambiente y con los nativos de allí.

Es necesario que las autoridades del municipio estimulen el ecoturismo, pero también que regulen la forma como se está desarrollando este tipo de actividades, para que el divertirse no ponga en riesgo la tranquilidad de los demás, para que ir a la montaña se haga con el mayor respeto, sin ofender la naturaleza, para que haya más vida, salud y sana diversión en lugar de borrachos conduciendo sin control, que tanto daño le han hecho y le siguen haciendo a la humanidad.
@Oscararizadaza