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Son más los interrogantes, que las respuestas, con un presidente en medio de la coronación del primer gran gobierno plutocrático, en un país de democracia liberal, conformado por un gabinete y altos asesores no reconocidos por ser políticos profesionales o académicos, en general, sino por abultadas billeteras y poseer los mayores conglomerados económicos modernos.
Hoy seremos testigos audiovisuales de la posesión de Donald Trump II como presidente de un inmenso y rico país Estados Unidos de América. Alguna vez estas naciones, como Colombia y Venezuela, ya separados sus territorios, acogieron el nombre de los Estados Unidos, en 1863 y 1864, respectivamente.
Entonces, para ilustrar a nuestros lectores, como dato histórico, hallamos que el denominado territorio guajiro, nuestra alta Guajira de hoy, pertenecía al estado Falcón, en Venezuela, que se extendía desde la península de La Guajira, el Lago de Maracaibo, hasta la península de Paraguaná, donde se ubica Coro, capital del actual estado. Al sur del Lago era el Los Andes, capital Mérida.
¿Será que la posesión de Trump producirá un gran cambio en el curso de los acontecimientos mundiales? ¿Afectará a Venezuela, impactará la frontera y, lo que más nos interesa, influirá en la vida colombiana?
Son más los interrogantes, que las respuestas, con un presidente en medio de la coronación del primer gran gobierno plutocrático, en un país de democracia liberal, conformado por un gabinete y altos asesores no reconocidos por ser políticos profesionales o académicos, en general, sino por abultadas billeteras y poseer los mayores conglomerados económicos modernos.
Estos ya no serán ahora contrapesos a los gobiernos, menos el Congreso en sus dos cámaras controladas por los Republicanos; muy poco la prensa y el alto poder judicial pero sí tal vez los estados unidos o coaligados para enfrentar el central poder federal y algunos de sus gobernadores, legisladores y cortes territoriales. Habría que pensar cómo se puede erigir esa sociedad civil, la intelectualidad y los agentes de la cultura y de la ciencia, que han dado muestras de levantarse frente a los poderes tradicionales en la primera nación.
En el orden internacional, Trump tendrá que entenderse con nuevos ejes de poder que visionan un mundo más multipolar, en oposición a la suya blanca, de limitado imperio del derecho internacional y de un capitalismo sin límites ambientales ni afanes de redistribución social. En su tierra ya no cabe, y, por eso, con sus aliados del capital y la tecnología, está pensando en conquistar el cielo y los otros planetas. Si les faltaran buenos pensamientos los tendrían a merced de los cohetes de la inteligencia artificial.
¿Trump aplicará una política de cambio en la lucha contra las drogas? ¿La ayuda al desarrollo se disminuirá? ¿Propiciará el desarrollo en América central y del Sur para detener la migración hacia el sueño americano o se limitará a la deportación? ¿Establecerá una política de aranceles gravando nuestras exportaciones cuyo mercado principal son su poderoso país?
Trump ya marca la historia. Su origen de hombre de negocios sin haber pasado, en la primera, por un cargo público ni por una elección, su condición, su dinero, su edad, sus agravios, sus graves condenas y su relación con las mujeres, su paso de estrella por la televisión, y organizador del concurso de Miss Universo, su desconocimiento del Cambio Climático y de las vacunas contra el Covid, su medio nivel intelectual, su llegada sorpresiva al poder en la primera y en esta segunda vez. A quienes estudian la carrera de ciencia política sí que les ha derrumbado las teorías este antipolítico. No será el suyo el ideal de los científicos de la antigüedad que dijeron que el mejor gobierno debía ser el de los filósofos.
¿De algún modo, cómo nos afectará en esta localidad de la Costa Caribe colombiana? Trump, en fin, no es de aquí ni canta vallenato, ay ombe; como el lucero de Juancho Polo, “eres más alto que el hombre, yo no sé dónde se esconde en este mundo historial. Yo pensando en esa estrella tiene figura de un globo. Yo te quiero a mi acomodo, en mi tierra y fuera de ella”.
Son más los interrogantes, que las respuestas, con un presidente en medio de la coronación del primer gran gobierno plutocrático, en un país de democracia liberal, conformado por un gabinete y altos asesores no reconocidos por ser políticos profesionales o académicos, en general, sino por abultadas billeteras y poseer los mayores conglomerados económicos modernos.
Hoy seremos testigos audiovisuales de la posesión de Donald Trump II como presidente de un inmenso y rico país Estados Unidos de América. Alguna vez estas naciones, como Colombia y Venezuela, ya separados sus territorios, acogieron el nombre de los Estados Unidos, en 1863 y 1864, respectivamente.
Entonces, para ilustrar a nuestros lectores, como dato histórico, hallamos que el denominado territorio guajiro, nuestra alta Guajira de hoy, pertenecía al estado Falcón, en Venezuela, que se extendía desde la península de La Guajira, el Lago de Maracaibo, hasta la península de Paraguaná, donde se ubica Coro, capital del actual estado. Al sur del Lago era el Los Andes, capital Mérida.
¿Será que la posesión de Trump producirá un gran cambio en el curso de los acontecimientos mundiales? ¿Afectará a Venezuela, impactará la frontera y, lo que más nos interesa, influirá en la vida colombiana?
Son más los interrogantes, que las respuestas, con un presidente en medio de la coronación del primer gran gobierno plutocrático, en un país de democracia liberal, conformado por un gabinete y altos asesores no reconocidos por ser políticos profesionales o académicos, en general, sino por abultadas billeteras y poseer los mayores conglomerados económicos modernos.
Estos ya no serán ahora contrapesos a los gobiernos, menos el Congreso en sus dos cámaras controladas por los Republicanos; muy poco la prensa y el alto poder judicial pero sí tal vez los estados unidos o coaligados para enfrentar el central poder federal y algunos de sus gobernadores, legisladores y cortes territoriales. Habría que pensar cómo se puede erigir esa sociedad civil, la intelectualidad y los agentes de la cultura y de la ciencia, que han dado muestras de levantarse frente a los poderes tradicionales en la primera nación.
En el orden internacional, Trump tendrá que entenderse con nuevos ejes de poder que visionan un mundo más multipolar, en oposición a la suya blanca, de limitado imperio del derecho internacional y de un capitalismo sin límites ambientales ni afanes de redistribución social. En su tierra ya no cabe, y, por eso, con sus aliados del capital y la tecnología, está pensando en conquistar el cielo y los otros planetas. Si les faltaran buenos pensamientos los tendrían a merced de los cohetes de la inteligencia artificial.
¿Trump aplicará una política de cambio en la lucha contra las drogas? ¿La ayuda al desarrollo se disminuirá? ¿Propiciará el desarrollo en América central y del Sur para detener la migración hacia el sueño americano o se limitará a la deportación? ¿Establecerá una política de aranceles gravando nuestras exportaciones cuyo mercado principal son su poderoso país?
Trump ya marca la historia. Su origen de hombre de negocios sin haber pasado, en la primera, por un cargo público ni por una elección, su condición, su dinero, su edad, sus agravios, sus graves condenas y su relación con las mujeres, su paso de estrella por la televisión, y organizador del concurso de Miss Universo, su desconocimiento del Cambio Climático y de las vacunas contra el Covid, su medio nivel intelectual, su llegada sorpresiva al poder en la primera y en esta segunda vez. A quienes estudian la carrera de ciencia política sí que les ha derrumbado las teorías este antipolítico. No será el suyo el ideal de los científicos de la antigüedad que dijeron que el mejor gobierno debía ser el de los filósofos.
¿De algún modo, cómo nos afectará en esta localidad de la Costa Caribe colombiana? Trump, en fin, no es de aquí ni canta vallenato, ay ombe; como el lucero de Juancho Polo, “eres más alto que el hombre, yo no sé dónde se esconde en este mundo historial. Yo pensando en esa estrella tiene figura de un globo. Yo te quiero a mi acomodo, en mi tierra y fuera de ella”.