Una de las características básicas de las sociedades modernas es el cambio en la percepción de la tributación. Aunque se trata de una obligación antigua y propia del Estado-Nación, no siempre ha sido bien aceptada y –principalmente en los países de origen hispano- es costumbre tratar de eludir y evadir el pago de los impuestos. […]
Una de las características básicas de las sociedades modernas es el cambio en la percepción de la tributación. Aunque se trata de una obligación antigua y propia del Estado-Nación, no siempre ha sido bien aceptada y –principalmente en los países de origen hispano- es costumbre tratar de eludir y evadir el pago de los impuestos.
En el caso de los impuestos nacionales, la modernización de la DIAN, su legitimidad y fuerza institucional, y las constantes reformas tributarias, han permitido un aumento sistemático en el recaudo de los mismos, desde hace varios años, hecho este que ha sido valorado por otras entidades del Estado y también por entidades multilaterales, como el Banco Mundial, el BID y el FMI, que avalan y reconocen este logro de las instituciones de la Hacienda Pública en Colombia.
No obstante ese avance, otra situación bien distinta es la que se vive a nivel de los Departamentos y Municipios. La normatividad de los impuestos a cargo de los departamentos y municipios presenta un gran retraso, que requiere una modernización urgente, por medio de leyes, básicamente, con el fin de fortalecer y modernizar las finanzas de los municipios y departamentos, que son el centro de muchas políticas del y de crecientes responsabilidades del Estado, pero que padecen de una fragilidad crónica en su estructura tributaria.
En el caso de ciudades intermedias como Valledupar, que tienen tantas necesidades y problemas, tienen una fuerte dependencia de los recursos que les transfiere la Nación y es baja la tributación local, soportada en el Impuesto Predial, el de Industria y Comercio, Avisos y Tableros, fundamentalmente. En nuestra ciudad, por obvias razones, son nulos o bajos los recaudos por las sobretasa a la gasolina.
De allí que sea necesario fortalecer la Hacienda Municipal para lograr instrumentos más eficaces que permitan una mayor recaudación, claro acorde a la capacidad económica de sus habitantes, pero que estos, empresas, familias y personas, contribuyan a que la ciudad pueda cumplir a cabalidad y oportunamente con las obligaciones que la Constitución y las leyes le establecen.
Es un deber pagar también los impuestos locales, sobre el supuesto que estos estén bien liquidados; sólo con impuestos se puede ayudar a la construcción y mejoramiento de la Valledupar que queremos. De allí que consideremos como falta de incivilidad y de cultura ciudadana que se persista en la mala costumbre de buscar eludir y evadir el pago de los impuestos, o de desconocer o agredir a los funcionarios de la Hacienda Municipal que sólo están cumpliendo con su deber y tienen que proceder, en algunos casos, al embargo y remate de los bienes o cuentas de empresas y personas que no están cumpliendo con el deber de tributar de manera oportuna y adecuada.
La ciudadanía de Valledupar está en el derecho de exigir que sus recursos se inviertan y se gasten bien, con transparencia, en beneficio de la ciudad y en la atención de las necesidades básicas de sus habitantes, principalmente de los más pobres; pero también tiene el deber de pagar sus impuestos cumplidamente y contribuir al desarrollo y al progreso de la capital del Cesar. No es coherente querer vivir en una ciudad ordenada, amable, limpia, bonita, amable y con proyección, pero, a la vez, tratar de evadir y eludir el pago de los impuestos.
Una de las características básicas de las sociedades modernas es el cambio en la percepción de la tributación. Aunque se trata de una obligación antigua y propia del Estado-Nación, no siempre ha sido bien aceptada y –principalmente en los países de origen hispano- es costumbre tratar de eludir y evadir el pago de los impuestos. […]
Una de las características básicas de las sociedades modernas es el cambio en la percepción de la tributación. Aunque se trata de una obligación antigua y propia del Estado-Nación, no siempre ha sido bien aceptada y –principalmente en los países de origen hispano- es costumbre tratar de eludir y evadir el pago de los impuestos.
En el caso de los impuestos nacionales, la modernización de la DIAN, su legitimidad y fuerza institucional, y las constantes reformas tributarias, han permitido un aumento sistemático en el recaudo de los mismos, desde hace varios años, hecho este que ha sido valorado por otras entidades del Estado y también por entidades multilaterales, como el Banco Mundial, el BID y el FMI, que avalan y reconocen este logro de las instituciones de la Hacienda Pública en Colombia.
No obstante ese avance, otra situación bien distinta es la que se vive a nivel de los Departamentos y Municipios. La normatividad de los impuestos a cargo de los departamentos y municipios presenta un gran retraso, que requiere una modernización urgente, por medio de leyes, básicamente, con el fin de fortalecer y modernizar las finanzas de los municipios y departamentos, que son el centro de muchas políticas del y de crecientes responsabilidades del Estado, pero que padecen de una fragilidad crónica en su estructura tributaria.
En el caso de ciudades intermedias como Valledupar, que tienen tantas necesidades y problemas, tienen una fuerte dependencia de los recursos que les transfiere la Nación y es baja la tributación local, soportada en el Impuesto Predial, el de Industria y Comercio, Avisos y Tableros, fundamentalmente. En nuestra ciudad, por obvias razones, son nulos o bajos los recaudos por las sobretasa a la gasolina.
De allí que sea necesario fortalecer la Hacienda Municipal para lograr instrumentos más eficaces que permitan una mayor recaudación, claro acorde a la capacidad económica de sus habitantes, pero que estos, empresas, familias y personas, contribuyan a que la ciudad pueda cumplir a cabalidad y oportunamente con las obligaciones que la Constitución y las leyes le establecen.
Es un deber pagar también los impuestos locales, sobre el supuesto que estos estén bien liquidados; sólo con impuestos se puede ayudar a la construcción y mejoramiento de la Valledupar que queremos. De allí que consideremos como falta de incivilidad y de cultura ciudadana que se persista en la mala costumbre de buscar eludir y evadir el pago de los impuestos, o de desconocer o agredir a los funcionarios de la Hacienda Municipal que sólo están cumpliendo con su deber y tienen que proceder, en algunos casos, al embargo y remate de los bienes o cuentas de empresas y personas que no están cumpliendo con el deber de tributar de manera oportuna y adecuada.
La ciudadanía de Valledupar está en el derecho de exigir que sus recursos se inviertan y se gasten bien, con transparencia, en beneficio de la ciudad y en la atención de las necesidades básicas de sus habitantes, principalmente de los más pobres; pero también tiene el deber de pagar sus impuestos cumplidamente y contribuir al desarrollo y al progreso de la capital del Cesar. No es coherente querer vivir en una ciudad ordenada, amable, limpia, bonita, amable y con proyección, pero, a la vez, tratar de evadir y eludir el pago de los impuestos.