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Editorial - 31 agosto, 2012

Tributación, ciudadanía y modernidad

Una de las características básicas de las sociedades modernas es el cambio en la percepción de la tributación. Aunque se trata de una obligación antigua y propia del Estado-Nación, no siempre ha sido bien aceptada y –principalmente en los países de origen hispano- es costumbre tratar de eludir y evadir el pago de los impuestos. […]

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Una de las características básicas de las sociedades modernas es el cambio en la percepción de la tributación. Aunque se trata de una obligación antigua y propia del Estado-Nación, no siempre ha sido bien aceptada y –principalmente en los países de origen hispano- es costumbre tratar de eludir y evadir el pago de los impuestos.
En el caso de los impuestos nacionales, la modernización de la DIAN, su legitimidad y fuerza institucional, y las constantes reformas tributarias, han permitido un aumento sistemático en el recaudo de los mismos, desde hace varios años, hecho este que ha sido valorado por otras entidades del Estado y también por entidades multilaterales, como el Banco Mundial, el BID y el FMI, que avalan y reconocen este logro de las instituciones de la Hacienda Pública en Colombia.
No obstante ese avance, otra situación bien distinta es la que se vive a nivel de los Departamentos y Municipios. La normatividad de los impuestos a cargo de los departamentos y municipios presenta un gran retraso, que requiere una modernización urgente, por medio de leyes, básicamente, con el fin de fortalecer y modernizar las finanzas de los municipios y departamentos, que son el centro de muchas políticas del y de crecientes responsabilidades del Estado, pero que padecen de una fragilidad crónica en su estructura tributaria.
En el caso de ciudades intermedias como Valledupar, que tienen tantas necesidades y problemas, tienen una fuerte dependencia de los recursos que les transfiere la Nación y es baja la tributación local, soportada en el Impuesto Predial, el de Industria y Comercio, Avisos y Tableros, fundamentalmente. En nuestra ciudad, por obvias razones, son nulos o bajos los recaudos por las sobretasa a la gasolina.
De allí que sea necesario fortalecer la Hacienda Municipal para lograr instrumentos más eficaces que permitan una mayor recaudación, claro acorde a la capacidad económica de sus habitantes, pero que estos, empresas, familias y personas, contribuyan  a que la ciudad pueda cumplir a cabalidad y oportunamente con las obligaciones que la Constitución y las leyes le establecen.
Es un deber pagar también los impuestos locales, sobre el supuesto que estos estén bien liquidados; sólo con impuestos se puede ayudar a la construcción y mejoramiento de la Valledupar que queremos. De allí que consideremos como falta de incivilidad y de cultura ciudadana que se persista en la mala costumbre de buscar eludir y evadir el pago de los impuestos, o de desconocer o agredir a los funcionarios de la Hacienda Municipal que sólo están cumpliendo con su deber y tienen que proceder, en algunos casos, al embargo y remate de los bienes o cuentas de empresas y personas que no están cumpliendo con el deber de tributar de manera oportuna y adecuada.
La ciudadanía de Valledupar está en el derecho de exigir que sus recursos se inviertan y se gasten bien, con transparencia, en beneficio de la ciudad y en la atención de las necesidades básicas de sus habitantes, principalmente de los más pobres; pero también tiene el deber de pagar sus impuestos cumplidamente y contribuir al desarrollo y al progreso de la capital del Cesar. No es coherente querer vivir en una ciudad ordenada, amable, limpia, bonita, amable y con proyección, pero, a la vez, tratar de evadir y eludir el pago de los impuestos.

Editorial
31 agosto, 2012

Tributación, ciudadanía y modernidad

Una de las características básicas de las sociedades modernas es el cambio en la percepción de la tributación. Aunque se trata de una obligación antigua y propia del Estado-Nación, no siempre ha sido bien aceptada y –principalmente en los países de origen hispano- es costumbre tratar de eludir y evadir el pago de los impuestos. […]


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Una de las características básicas de las sociedades modernas es el cambio en la percepción de la tributación. Aunque se trata de una obligación antigua y propia del Estado-Nación, no siempre ha sido bien aceptada y –principalmente en los países de origen hispano- es costumbre tratar de eludir y evadir el pago de los impuestos.
En el caso de los impuestos nacionales, la modernización de la DIAN, su legitimidad y fuerza institucional, y las constantes reformas tributarias, han permitido un aumento sistemático en el recaudo de los mismos, desde hace varios años, hecho este que ha sido valorado por otras entidades del Estado y también por entidades multilaterales, como el Banco Mundial, el BID y el FMI, que avalan y reconocen este logro de las instituciones de la Hacienda Pública en Colombia.
No obstante ese avance, otra situación bien distinta es la que se vive a nivel de los Departamentos y Municipios. La normatividad de los impuestos a cargo de los departamentos y municipios presenta un gran retraso, que requiere una modernización urgente, por medio de leyes, básicamente, con el fin de fortalecer y modernizar las finanzas de los municipios y departamentos, que son el centro de muchas políticas del y de crecientes responsabilidades del Estado, pero que padecen de una fragilidad crónica en su estructura tributaria.
En el caso de ciudades intermedias como Valledupar, que tienen tantas necesidades y problemas, tienen una fuerte dependencia de los recursos que les transfiere la Nación y es baja la tributación local, soportada en el Impuesto Predial, el de Industria y Comercio, Avisos y Tableros, fundamentalmente. En nuestra ciudad, por obvias razones, son nulos o bajos los recaudos por las sobretasa a la gasolina.
De allí que sea necesario fortalecer la Hacienda Municipal para lograr instrumentos más eficaces que permitan una mayor recaudación, claro acorde a la capacidad económica de sus habitantes, pero que estos, empresas, familias y personas, contribuyan  a que la ciudad pueda cumplir a cabalidad y oportunamente con las obligaciones que la Constitución y las leyes le establecen.
Es un deber pagar también los impuestos locales, sobre el supuesto que estos estén bien liquidados; sólo con impuestos se puede ayudar a la construcción y mejoramiento de la Valledupar que queremos. De allí que consideremos como falta de incivilidad y de cultura ciudadana que se persista en la mala costumbre de buscar eludir y evadir el pago de los impuestos, o de desconocer o agredir a los funcionarios de la Hacienda Municipal que sólo están cumpliendo con su deber y tienen que proceder, en algunos casos, al embargo y remate de los bienes o cuentas de empresas y personas que no están cumpliendo con el deber de tributar de manera oportuna y adecuada.
La ciudadanía de Valledupar está en el derecho de exigir que sus recursos se inviertan y se gasten bien, con transparencia, en beneficio de la ciudad y en la atención de las necesidades básicas de sus habitantes, principalmente de los más pobres; pero también tiene el deber de pagar sus impuestos cumplidamente y contribuir al desarrollo y al progreso de la capital del Cesar. No es coherente querer vivir en una ciudad ordenada, amable, limpia, bonita, amable y con proyección, pero, a la vez, tratar de evadir y eludir el pago de los impuestos.