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Editorial - 14 noviembre, 2020

Tres temas de columna

Mauricio García Villegas, uno de los grandes columnistas del país escribió hace un año, el 16 de noviembre, después de año y medio de receso en El Espectador el artículo ‘Cinco Columnas’, con los temas principales de los que hubiera deseado escribir en ese periodo. Recogemos hoy tres temas. Por espacio no comentaremos los otros dos sobre los necesarios cambios estructurales en la nación y el ‘cambio climático’.

Mauricio García Villegas, uno de los grandes columnistas del país escribió hace un año, el 16 de noviembre, después de año y medio de receso en El Espectador el artículo ‘Cinco Columnas’, con los temas principales de los que hubiera deseado escribir en ese periodo. Recogemos hoy tres temas. Por espacio no comentaremos los otros dos sobre los necesarios cambios estructurales en la nación y el ‘cambio climático’.

 “En Colombia el debate público depende demasiado de los acontecimientos diarios y por eso somos incapaces de imaginar (no digo de pensar) un país para los próximos 20 o 30 años. Tal vez esto se deba a la presencia abrumadora de periodistas, políticos y abogados en ese debate público, todos ellos muy importantes, claro, pero poco inclinados a pensar en algo que no sea coyuntural”.

Tiene razón García Villegas. El periodista busca la noticia del día, lejos de imaginarse cosas o pronosticar el futuro; el político piensa en legislar, gobernar y en cómo ganar las próximas elecciones; no en cómo servir a las siguientes generaciones, y los abogados en cómo adelantar o resolver el problema jurídico o el actual proceso en curso. Y la opinión pública la generan fundamentalmente estos oficios.

“Los diplomas universitarios que se entregan cada año en Colombia tienen poca relación con los problemas que vive el país. Ejemplo: la conflictividad social es compleja y profunda, pero anualmente se gradúan 600 sociólogos y 15.000 abogados. Los primeros suelen saber más de ideología que de ciencia y los segundos suelen reproducir, cuando no aumentar, la conflictividad. Se necesitan más científicos, no solo en las ciencias duras, sino también en las llamadas ciencias blandas (…)”.

Tiene que ver con lo comentado atrás, somos más ideológicos y conflictivos que prácticos, y eso explica el grado de polarización de extremos, de la visión blanco o negro de las cosas y de la resistencia al diálogo entre opuestos. 

“En Colombia florecen buenas ideas que luego se enredan (cuando no se estropean) por causa de las malas emociones. Desde el general Santander hasta el presidente Santos, la polarización política ha sido más un asunto de odios que de ideas. Es la antipatía, más que el pensamiento, lo que frena la cooperación. Hay que ver el país en términos emocionales. Adoptar esta perspectiva no solo sirve para entender mejor lo que ha pasado (los conflictos endémicos, las rabias lacerantes), sino para mejorar la educación de los jóvenes, para formar buenos ciudadanos, para afinar los instrumentos de medición de las ciencias sociales, para socavar el moralismo y en términos generales para lograr más armonía social.”

Pero si arriba decíamos que somos ideológicos, aquí encontramos que las ideas ceden a las pasiones, a la antipatía y al odio. García Villegas llama a ver al país en términos emocionales.

Finalmente las llamadas decisiones racionales y científicas terminan pulverizadas por el lenguaje, la desconfianza o los egos. Eso explica por qué obras absurdas se hacen, conflictos innecesarios se dan y el chisme acaba las mejores amistades y el buen ejercicio del gobierno.

Editorial
14 noviembre, 2020

Tres temas de columna

Mauricio García Villegas, uno de los grandes columnistas del país escribió hace un año, el 16 de noviembre, después de año y medio de receso en El Espectador el artículo ‘Cinco Columnas’, con los temas principales de los que hubiera deseado escribir en ese periodo. Recogemos hoy tres temas. Por espacio no comentaremos los otros dos sobre los necesarios cambios estructurales en la nación y el ‘cambio climático’.


Mauricio García Villegas, uno de los grandes columnistas del país escribió hace un año, el 16 de noviembre, después de año y medio de receso en El Espectador el artículo ‘Cinco Columnas’, con los temas principales de los que hubiera deseado escribir en ese periodo. Recogemos hoy tres temas. Por espacio no comentaremos los otros dos sobre los necesarios cambios estructurales en la nación y el ‘cambio climático’.

 “En Colombia el debate público depende demasiado de los acontecimientos diarios y por eso somos incapaces de imaginar (no digo de pensar) un país para los próximos 20 o 30 años. Tal vez esto se deba a la presencia abrumadora de periodistas, políticos y abogados en ese debate público, todos ellos muy importantes, claro, pero poco inclinados a pensar en algo que no sea coyuntural”.

Tiene razón García Villegas. El periodista busca la noticia del día, lejos de imaginarse cosas o pronosticar el futuro; el político piensa en legislar, gobernar y en cómo ganar las próximas elecciones; no en cómo servir a las siguientes generaciones, y los abogados en cómo adelantar o resolver el problema jurídico o el actual proceso en curso. Y la opinión pública la generan fundamentalmente estos oficios.

“Los diplomas universitarios que se entregan cada año en Colombia tienen poca relación con los problemas que vive el país. Ejemplo: la conflictividad social es compleja y profunda, pero anualmente se gradúan 600 sociólogos y 15.000 abogados. Los primeros suelen saber más de ideología que de ciencia y los segundos suelen reproducir, cuando no aumentar, la conflictividad. Se necesitan más científicos, no solo en las ciencias duras, sino también en las llamadas ciencias blandas (…)”.

Tiene que ver con lo comentado atrás, somos más ideológicos y conflictivos que prácticos, y eso explica el grado de polarización de extremos, de la visión blanco o negro de las cosas y de la resistencia al diálogo entre opuestos. 

“En Colombia florecen buenas ideas que luego se enredan (cuando no se estropean) por causa de las malas emociones. Desde el general Santander hasta el presidente Santos, la polarización política ha sido más un asunto de odios que de ideas. Es la antipatía, más que el pensamiento, lo que frena la cooperación. Hay que ver el país en términos emocionales. Adoptar esta perspectiva no solo sirve para entender mejor lo que ha pasado (los conflictos endémicos, las rabias lacerantes), sino para mejorar la educación de los jóvenes, para formar buenos ciudadanos, para afinar los instrumentos de medición de las ciencias sociales, para socavar el moralismo y en términos generales para lograr más armonía social.”

Pero si arriba decíamos que somos ideológicos, aquí encontramos que las ideas ceden a las pasiones, a la antipatía y al odio. García Villegas llama a ver al país en términos emocionales.

Finalmente las llamadas decisiones racionales y científicas terminan pulverizadas por el lenguaje, la desconfianza o los egos. Eso explica por qué obras absurdas se hacen, conflictos innecesarios se dan y el chisme acaba las mejores amistades y el buen ejercicio del gobierno.