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Columnista - 7 agosto, 2020

Tres cositas

La primera, el maldito bicho que nos tiene acoquinaos y que como una bola de nieve inatajable crece más y más por el desorden de la gente, que cree que esto es un juego, cuando es el mayor peligro que afronta la humanidad; y el que dé la patica se lo lleva, principalmente a los […]

La primera, el maldito bicho que nos tiene acoquinaos y que como una bola de nieve inatajable crece más y más por el desorden de la gente, que cree que esto es un juego, cuando es el mayor peligro que afronta la humanidad; y el que dé la patica se lo lleva, principalmente a los que como yo sufrimos de presión alta, azúcar en la sangre y otras cositas como cáncer y asma y para rematar con 80 mayos encima.  Es casi seguro que nos acuesta en las terroríficas 4 tablas, sin derecho a excarcelación o vencimientos de términos tan de moda en las decisiones judiciales.

En nuestras manos está atajar el crecimiento acelerado de infectados y muertos, tapándonos la boca y la nariz, lavándonos las manos a cada rato y guardando la distancia en todas partes. Eso es esencial y fácil, pero que va, en días pasados, hace más de 15, temeraria e irresponsablemente fui al Boliche a arreglar una pendejada del carro y fue tanto el susto que no esperé y lo dejé, pues ahí andan como si nada; ignoran lo que está pasando, no les duele la vida de ellos, menos la de los demás, los tapabocas lo usan pero en los bolsillos y viven apiñados, sencillamente no les importa nada.  Ahí el bicho mortal tiene que estar haciendo moñona.  En la tarde fui a buscarlo y era peor, las comidas en todas las esquinas manipuladas y vendidas por personas sin guantes y sin nada y gente tragando sin ningún miedo de infectarse.  Gracias a Dios no salí ‘puyao’ y fueron 6 días de nervios, miedo y zozobras, pero esa imprudencia no la repetiré otra vez y le aconsejo a la gente no hacerlo.

La segunda, observé ahí mismo en El Boliche, en la recién pavimentada carrera 6B con calle 20 una congestión y desorden vehicular agravados por un  vehículo desvalijado que tiene más de 4 meses de estar abandonado en la carrera, sin que la policía o la autoridad competente se mosqueen para que el dueño lo quite o se lleve la grúa y lo más grave es que este mal ejemplo se está generalizando y en la carrera 12 entre calles 13C y 14 hay otro, sin llantas que no deja utilizar el andén y cuando vengamos a ver la ciudad está convertida en un cementerio de carros abandonados.

Y la tercera, estuve recorriendo de a pie, el centro de la ciudad, con seguridad todo quedará muy bonito, pues prefirieron la belleza a la comodidad: muchos adoquines, ladrillos rojos y habrá amarillos y azules, las vías más angostas para un solo carro, los andenes más anchos para que los vendedores ambulantes se acomoden y no andar pensando en un sitio para reubicarlos, en fin todo va a quedar muy bonito, pero esperemos el futuro, para ver qué tal va a quedar la vaina.

Me llamó poderosamente la atención y por eso hago un llamado oportuno, que el programa de arborización es nulo, hasta ahora han cortado muchos pero no han sembrado ni uno, sería bueno que comiencen a hacerlo pero con mangos de hilacha, de gran sombrío que se consiguen casi al parir y muy baratos en nuestros viveros y le dan de comer al hambriento y el sustento diario a otros.  No más olivos negros que no dan buena sombra, ni frutos y son muy caros  Sigamos con su ‘Majestad el Rey: el mango de puercos’.

Columnista
7 agosto, 2020

Tres cositas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

La primera, el maldito bicho que nos tiene acoquinaos y que como una bola de nieve inatajable crece más y más por el desorden de la gente, que cree que esto es un juego, cuando es el mayor peligro que afronta la humanidad; y el que dé la patica se lo lleva, principalmente a los […]


La primera, el maldito bicho que nos tiene acoquinaos y que como una bola de nieve inatajable crece más y más por el desorden de la gente, que cree que esto es un juego, cuando es el mayor peligro que afronta la humanidad; y el que dé la patica se lo lleva, principalmente a los que como yo sufrimos de presión alta, azúcar en la sangre y otras cositas como cáncer y asma y para rematar con 80 mayos encima.  Es casi seguro que nos acuesta en las terroríficas 4 tablas, sin derecho a excarcelación o vencimientos de términos tan de moda en las decisiones judiciales.

En nuestras manos está atajar el crecimiento acelerado de infectados y muertos, tapándonos la boca y la nariz, lavándonos las manos a cada rato y guardando la distancia en todas partes. Eso es esencial y fácil, pero que va, en días pasados, hace más de 15, temeraria e irresponsablemente fui al Boliche a arreglar una pendejada del carro y fue tanto el susto que no esperé y lo dejé, pues ahí andan como si nada; ignoran lo que está pasando, no les duele la vida de ellos, menos la de los demás, los tapabocas lo usan pero en los bolsillos y viven apiñados, sencillamente no les importa nada.  Ahí el bicho mortal tiene que estar haciendo moñona.  En la tarde fui a buscarlo y era peor, las comidas en todas las esquinas manipuladas y vendidas por personas sin guantes y sin nada y gente tragando sin ningún miedo de infectarse.  Gracias a Dios no salí ‘puyao’ y fueron 6 días de nervios, miedo y zozobras, pero esa imprudencia no la repetiré otra vez y le aconsejo a la gente no hacerlo.

La segunda, observé ahí mismo en El Boliche, en la recién pavimentada carrera 6B con calle 20 una congestión y desorden vehicular agravados por un  vehículo desvalijado que tiene más de 4 meses de estar abandonado en la carrera, sin que la policía o la autoridad competente se mosqueen para que el dueño lo quite o se lleve la grúa y lo más grave es que este mal ejemplo se está generalizando y en la carrera 12 entre calles 13C y 14 hay otro, sin llantas que no deja utilizar el andén y cuando vengamos a ver la ciudad está convertida en un cementerio de carros abandonados.

Y la tercera, estuve recorriendo de a pie, el centro de la ciudad, con seguridad todo quedará muy bonito, pues prefirieron la belleza a la comodidad: muchos adoquines, ladrillos rojos y habrá amarillos y azules, las vías más angostas para un solo carro, los andenes más anchos para que los vendedores ambulantes se acomoden y no andar pensando en un sitio para reubicarlos, en fin todo va a quedar muy bonito, pero esperemos el futuro, para ver qué tal va a quedar la vaina.

Me llamó poderosamente la atención y por eso hago un llamado oportuno, que el programa de arborización es nulo, hasta ahora han cortado muchos pero no han sembrado ni uno, sería bueno que comiencen a hacerlo pero con mangos de hilacha, de gran sombrío que se consiguen casi al parir y muy baratos en nuestros viveros y le dan de comer al hambriento y el sustento diario a otros.  No más olivos negros que no dan buena sombra, ni frutos y son muy caros  Sigamos con su ‘Majestad el Rey: el mango de puercos’.