En su primera entrevista como presidente electo de Colombia, Gustavo Petro habló sobre la transición energética y el futuro de los combustibles fósiles en Colombia y el mundo. Paradójicamente, siendo un creyente del cambio climático y la necesidad urgente de apostar por nuevas fuentes energéticas, Petro aseguró que durante su gobierno aumentará la producción y exportación de carbón en Colombia.
En su primera entrevista como presidente electo de Colombia, Gustavo Petro habló sobre la transición energética y el futuro de los combustibles fósiles en Colombia y el mundo. Paradójicamente, siendo un creyente del cambio climático y la necesidad urgente de apostar por nuevas fuentes energéticas, Petro aseguró que durante su gobierno aumentará la producción y exportación de carbón en Colombia.
¿Por qué? Principalmente, por la guerra en Ucrania que obligó a países como Alemania a reactivar sus plantas de carbón para no depender del gas importado desde Rusia, quienes tienen en vilo a Europa luego de iniciar una guerra.
Durante la última década se ha hablado del gas como el combustible de transición desde los fósiles: carbón, petróleo, entre otros, hacia fuentes más renovables y nobles con el medio ambiente, como la energía solar y eólica. Ahora también se habla del hidrógeno y la energía nuclear.
Sin embargo, la importancia de Rusia en este mercado y la política de aislamiento de Occidente replantearon los tiempos de la transición. Pero esto, como señaló el presidente Gustavo Petro, no quiere decir que el fin del carbón no esté cerca, dos décadas, aseguró, y que pronto entraremos en el imperialismo de las energías sostenibles. El mundo no da espera.
No obstante, las energías fósiles representan los principales ingresos, en divisas, al PIB de economías como la colombiana. Es decir, abandonarlas de un día para otro sería una catástrofe socioeconómica, quizás similar a la que podría provocar el cambio climático.
Por eso, también surgieron análisis económicos sobre la transición energética, sobre todo en departamentos como el Cesar y La Guajira, los dos mayores productores de carbón en Colombia y que empiezan a ser protagonistas en la producción de nuevas energías.
Datos del Ministerio de Trabajo señalan que el sector minero genera más de 150.000 empleos directos en el país. Empleos bien pagos, en su mayoría. Entender la transformación energética como generador de crecimiento es un gran desafío. Y es que actualmente resulta injusto comparar los ingresos o utilidades generadas por los combustibles fósiles frente a las energías limpias.
El Centro de Estudios Socioeconómicos y Regionales del Cesar, Cesore, señala que, en materia fiscal, los proyectos de energías renovables que iniciaron en el departamento del Cesar entregarán menores regalías que los proyectos carboníferos, sin embargo, “lograrían generar algunos recursos, destinados a las comunidades de la región, que deberán complementarse con proyectos de otros sectores como el agrícola, el pecuario o el turismo, entre otros”.
Es decir, siguiendo esta conclusión, para alcanzar una transición energética que no signifique un desangre fiscal para los gobiernos se necesita apostar por el crecimiento de varios sectores, opacados en su momento por la minería. Hablamos de la agricultura, el turismo, la innovación, entre otros.
En materia económica, el otro desafío de la transformación energética será la generación de empleo. Por ejemplo, mientras la multinacional Drummond Ltda., contrata de forma directa a más de 4.000 personas para una sola operación carbonífera en el Cesar, la planta solar más grande del país necesitó la contratación de 700 personas durante poco más de un año. Sin contar que para su mantenimiento no se requieren más de 20 personas.
Así podría decirse que la transformación energética tiene dos grandes desafíos, sin contar el ambiental: los ingresos fiscales y la generación de empleo. Se necesita ir más allá de las energías renovables y apoyarse en otros sectores económicos para cubrir el hueco que dejará el abandonar las energías fósiles.
Por Harol Andrés Caro Daza
En su primera entrevista como presidente electo de Colombia, Gustavo Petro habló sobre la transición energética y el futuro de los combustibles fósiles en Colombia y el mundo. Paradójicamente, siendo un creyente del cambio climático y la necesidad urgente de apostar por nuevas fuentes energéticas, Petro aseguró que durante su gobierno aumentará la producción y exportación de carbón en Colombia.
En su primera entrevista como presidente electo de Colombia, Gustavo Petro habló sobre la transición energética y el futuro de los combustibles fósiles en Colombia y el mundo. Paradójicamente, siendo un creyente del cambio climático y la necesidad urgente de apostar por nuevas fuentes energéticas, Petro aseguró que durante su gobierno aumentará la producción y exportación de carbón en Colombia.
¿Por qué? Principalmente, por la guerra en Ucrania que obligó a países como Alemania a reactivar sus plantas de carbón para no depender del gas importado desde Rusia, quienes tienen en vilo a Europa luego de iniciar una guerra.
Durante la última década se ha hablado del gas como el combustible de transición desde los fósiles: carbón, petróleo, entre otros, hacia fuentes más renovables y nobles con el medio ambiente, como la energía solar y eólica. Ahora también se habla del hidrógeno y la energía nuclear.
Sin embargo, la importancia de Rusia en este mercado y la política de aislamiento de Occidente replantearon los tiempos de la transición. Pero esto, como señaló el presidente Gustavo Petro, no quiere decir que el fin del carbón no esté cerca, dos décadas, aseguró, y que pronto entraremos en el imperialismo de las energías sostenibles. El mundo no da espera.
No obstante, las energías fósiles representan los principales ingresos, en divisas, al PIB de economías como la colombiana. Es decir, abandonarlas de un día para otro sería una catástrofe socioeconómica, quizás similar a la que podría provocar el cambio climático.
Por eso, también surgieron análisis económicos sobre la transición energética, sobre todo en departamentos como el Cesar y La Guajira, los dos mayores productores de carbón en Colombia y que empiezan a ser protagonistas en la producción de nuevas energías.
Datos del Ministerio de Trabajo señalan que el sector minero genera más de 150.000 empleos directos en el país. Empleos bien pagos, en su mayoría. Entender la transformación energética como generador de crecimiento es un gran desafío. Y es que actualmente resulta injusto comparar los ingresos o utilidades generadas por los combustibles fósiles frente a las energías limpias.
El Centro de Estudios Socioeconómicos y Regionales del Cesar, Cesore, señala que, en materia fiscal, los proyectos de energías renovables que iniciaron en el departamento del Cesar entregarán menores regalías que los proyectos carboníferos, sin embargo, “lograrían generar algunos recursos, destinados a las comunidades de la región, que deberán complementarse con proyectos de otros sectores como el agrícola, el pecuario o el turismo, entre otros”.
Es decir, siguiendo esta conclusión, para alcanzar una transición energética que no signifique un desangre fiscal para los gobiernos se necesita apostar por el crecimiento de varios sectores, opacados en su momento por la minería. Hablamos de la agricultura, el turismo, la innovación, entre otros.
En materia económica, el otro desafío de la transformación energética será la generación de empleo. Por ejemplo, mientras la multinacional Drummond Ltda., contrata de forma directa a más de 4.000 personas para una sola operación carbonífera en el Cesar, la planta solar más grande del país necesitó la contratación de 700 personas durante poco más de un año. Sin contar que para su mantenimiento no se requieren más de 20 personas.
Así podría decirse que la transformación energética tiene dos grandes desafíos, sin contar el ambiental: los ingresos fiscales y la generación de empleo. Se necesita ir más allá de las energías renovables y apoyarse en otros sectores económicos para cubrir el hueco que dejará el abandonar las energías fósiles.
Por Harol Andrés Caro Daza