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Columnista - 26 septiembre, 2010

Trabajo conjunto

P E R I S C O P I O Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ No recuerdo haberme alegrado nunca por la muerte de nadie, fuese quien fuese; mi disciplina intelectual, mi sentido humanitario como médico y mi sentido moral que me otorga el hecho de ser cristiano, me lo prohíben; pero como todo colombiano que […]

P E R I S C O P I O

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ

No recuerdo haberme alegrado nunca por la muerte de nadie, fuese quien fuese; mi disciplina intelectual, mi sentido humanitario como médico y mi sentido moral que me otorga el hecho de ser cristiano, me lo prohíben; pero como todo colombiano que ha visto y sufrido en carne propia los desastres de ciertos colectivos, me siento, como quizá el resto de los cuarenta y cinco millones que somos, como si todos al mismo tiempo nos hubiéramos quitado de encima un piano de cola al enterarnos de la muerte del “Mono Jojoy”, ajusticiado por el ejército patrio.
Según han narrado  los medios, el hombre fue más peligroso y más nocivo para el país que cualquier político que se respete, aún  dentro del código que los políticos mismos manejan, que ya es mucho decir. Llama la atención que el señor Santos, en mes y medio de presidencia, ha dado unos buenos golpes a la guerrilla y le ha ocasionado el que es considerado como el más fuerte y contundente de toda la historia fariana, al eliminar, con otros seis de sus compañeros, al jefe militar, o sea a su ministro de la guerra, que era además directivo de la cúpula subversiva, y quizá el más cercano al legendario Tiro Fijo  y el  que  parece  era el más admirado y envidiado dentro de la tropa subversiva. Ya todo terminó para él.
El anterior presidente  logró eliminar a Raúl Reyes, directivo de la cúpula en operativo que creo no repetirá el país por los problemas que acarreó, su más secreta ambición y su deseo vehemente era acabar con la guerrilla a través de la guerra, a la que se dedicó con alma vida y sombrero, y sólo cuando surgió lo de las reelecciones, tuvo un segundo tema para tratar. El señor Santos, en cambio, lo expresa él y también sus ministros, anhela conseguir la la paz para Colombia y obra en consecuencia. Algo va de Álvaro a Juan.
Uribe tuvo en sus manos dos jefes importantes de la guerrilla: Simón Trinidad, que se lo entregaron las autoridades ecuatorianas en acto de buena voluntad para con nuestro país y su presidente y Rodrigo Granda, que sorprendido en Venezuela por autoridades colombianas, fue raptado y traído a Colombia; éste hecho fue decisivo para fortalecer y estrechar, más aún, si cabía, los lazos de amistad y hermandad entre los presidentes y los dos países.    Posteriormente, Uribe siempre pendiente de dejar a Colombia bien con todo el mundo, liberó al señor Granda por encima de quienes lo juzgaban, por petición expresa del presidente de Francia señor Sarkozy. Todavía no se sabe qué le dieron los franceses por su generosidad. Ellos saben bien que amor con amor se paga.
Este acto de la muerte de Jojoy traerá consecuencias para el país, buenas y malas, éstas por el recrudecimiento de las acciones subversivas, emboscadas, etc. y buenas porque parece que el actual gobierno está tocando una nota que parece que “los antiguos no tocaron nunca”, y es la de la actividad conjunta de todas las fuerzas, o por lo menos eso fue lo que destacaron todos los jefes que han hablado, elogiando la unidad de todas las fuerzas en plan de igualdad, donde nadie es más ni menos que nadie, donde deben imperar las jerarquías en cada colectivo, pero entre ellos, todos deben ser iguales para recibir información oportuna, así como disponer de comunicación y transporte también oportunos, que es la clave de la eficiencia, si se saben aprovechar como es debido.
Los odios, envidias e intrigas frecuentes en los colectivos son lo más funesto para su desenvolvimiento y funcionamiento exitoso por lo que  quienes los mandan y dirigen deben estar atentos a detectar problemas para resolverlos en forma inmediata pues de lo que se trata es de formar un equipo compacto para que entre todos, se sientan uno solo, ya que la armonía es factor de triunfo. Para ello, por supuesto, se necesita un equipo multidisciplinario con profesionales tan importantes como las  mismas armas que usan.
Si las fuerzas del país siguen funcionando así, unidas tal como lo manifestaron sus jefes en la presentación con el Ministro de Defensa, le podemos augurar triunfos sucesivos y contundentes, porque donde va uno, va callado, donde van dos, van conversando, y donde van tres o más, ya van cantando.
Si Alfonso Cano quisiera convertirse en el guerrillero más famoso y aplaudido, sin traicionar a su ideario revolucionario, debería propiciar en forma rápida y verdadera, verdadera “de verdá e verdá,” un acuerdo con el gobierno para acabar de una vez por todas con ésta pesadilla que es para todos nosotros los colombianos, tanto para los que vivimos aquí como para los que están por fuera y para el resto del mundo. Así como escaló posiciones en la subversión, lo puede hacer en la vida civil ayudando a consolidar nuestra democracia en cuyo intento llevamos tanto.
Podemos engañarnos, pero éste gobierno está dando visos de algo distinto, si sigue así, creo que  estamos siendo testigos de un gobierno que hará historia, por lo que nadie en el país puede quedarse de brazos cruzados con respecto a él.

Columnista
26 septiembre, 2010

Trabajo conjunto

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime Gnecco Hernandez

P E R I S C O P I O Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ No recuerdo haberme alegrado nunca por la muerte de nadie, fuese quien fuese; mi disciplina intelectual, mi sentido humanitario como médico y mi sentido moral que me otorga el hecho de ser cristiano, me lo prohíben; pero como todo colombiano que […]


P E R I S C O P I O

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ

No recuerdo haberme alegrado nunca por la muerte de nadie, fuese quien fuese; mi disciplina intelectual, mi sentido humanitario como médico y mi sentido moral que me otorga el hecho de ser cristiano, me lo prohíben; pero como todo colombiano que ha visto y sufrido en carne propia los desastres de ciertos colectivos, me siento, como quizá el resto de los cuarenta y cinco millones que somos, como si todos al mismo tiempo nos hubiéramos quitado de encima un piano de cola al enterarnos de la muerte del “Mono Jojoy”, ajusticiado por el ejército patrio.
Según han narrado  los medios, el hombre fue más peligroso y más nocivo para el país que cualquier político que se respete, aún  dentro del código que los políticos mismos manejan, que ya es mucho decir. Llama la atención que el señor Santos, en mes y medio de presidencia, ha dado unos buenos golpes a la guerrilla y le ha ocasionado el que es considerado como el más fuerte y contundente de toda la historia fariana, al eliminar, con otros seis de sus compañeros, al jefe militar, o sea a su ministro de la guerra, que era además directivo de la cúpula subversiva, y quizá el más cercano al legendario Tiro Fijo  y el  que  parece  era el más admirado y envidiado dentro de la tropa subversiva. Ya todo terminó para él.
El anterior presidente  logró eliminar a Raúl Reyes, directivo de la cúpula en operativo que creo no repetirá el país por los problemas que acarreó, su más secreta ambición y su deseo vehemente era acabar con la guerrilla a través de la guerra, a la que se dedicó con alma vida y sombrero, y sólo cuando surgió lo de las reelecciones, tuvo un segundo tema para tratar. El señor Santos, en cambio, lo expresa él y también sus ministros, anhela conseguir la la paz para Colombia y obra en consecuencia. Algo va de Álvaro a Juan.
Uribe tuvo en sus manos dos jefes importantes de la guerrilla: Simón Trinidad, que se lo entregaron las autoridades ecuatorianas en acto de buena voluntad para con nuestro país y su presidente y Rodrigo Granda, que sorprendido en Venezuela por autoridades colombianas, fue raptado y traído a Colombia; éste hecho fue decisivo para fortalecer y estrechar, más aún, si cabía, los lazos de amistad y hermandad entre los presidentes y los dos países.    Posteriormente, Uribe siempre pendiente de dejar a Colombia bien con todo el mundo, liberó al señor Granda por encima de quienes lo juzgaban, por petición expresa del presidente de Francia señor Sarkozy. Todavía no se sabe qué le dieron los franceses por su generosidad. Ellos saben bien que amor con amor se paga.
Este acto de la muerte de Jojoy traerá consecuencias para el país, buenas y malas, éstas por el recrudecimiento de las acciones subversivas, emboscadas, etc. y buenas porque parece que el actual gobierno está tocando una nota que parece que “los antiguos no tocaron nunca”, y es la de la actividad conjunta de todas las fuerzas, o por lo menos eso fue lo que destacaron todos los jefes que han hablado, elogiando la unidad de todas las fuerzas en plan de igualdad, donde nadie es más ni menos que nadie, donde deben imperar las jerarquías en cada colectivo, pero entre ellos, todos deben ser iguales para recibir información oportuna, así como disponer de comunicación y transporte también oportunos, que es la clave de la eficiencia, si se saben aprovechar como es debido.
Los odios, envidias e intrigas frecuentes en los colectivos son lo más funesto para su desenvolvimiento y funcionamiento exitoso por lo que  quienes los mandan y dirigen deben estar atentos a detectar problemas para resolverlos en forma inmediata pues de lo que se trata es de formar un equipo compacto para que entre todos, se sientan uno solo, ya que la armonía es factor de triunfo. Para ello, por supuesto, se necesita un equipo multidisciplinario con profesionales tan importantes como las  mismas armas que usan.
Si las fuerzas del país siguen funcionando así, unidas tal como lo manifestaron sus jefes en la presentación con el Ministro de Defensa, le podemos augurar triunfos sucesivos y contundentes, porque donde va uno, va callado, donde van dos, van conversando, y donde van tres o más, ya van cantando.
Si Alfonso Cano quisiera convertirse en el guerrillero más famoso y aplaudido, sin traicionar a su ideario revolucionario, debería propiciar en forma rápida y verdadera, verdadera “de verdá e verdá,” un acuerdo con el gobierno para acabar de una vez por todas con ésta pesadilla que es para todos nosotros los colombianos, tanto para los que vivimos aquí como para los que están por fuera y para el resto del mundo. Así como escaló posiciones en la subversión, lo puede hacer en la vida civil ayudando a consolidar nuestra democracia en cuyo intento llevamos tanto.
Podemos engañarnos, pero éste gobierno está dando visos de algo distinto, si sigue así, creo que  estamos siendo testigos de un gobierno que hará historia, por lo que nadie en el país puede quedarse de brazos cruzados con respecto a él.