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Editorial - 28 septiembre, 2021

Todos, menos uno, defienden la gestión por la paz

En la implementación de la paz, de los acuerdos suscritos por el Gobierno  y las FARC, todos coinciden en defenderla, en mostrar gestiones, llamados y pedidos.  Empezando por el actual gobierno de Iván Duque, que, con su consejero Emilio Archila,  se bate en defensa de sus tareas y francos resultados; la comunidad internacional ni se […]

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En la implementación de la paz, de los acuerdos suscritos por el Gobierno  y las FARC, todos coinciden en defenderla, en mostrar gestiones, llamados y pedidos.  Empezando por el actual gobierno de Iván Duque, que, con su consejero Emilio Archila,  se bate en defensa de sus tareas y francos resultados; la comunidad internacional ni se diga, el proceso colombiano no ha dejado de presentarlo como referente a nivel mundial. En eso coinciden Biden, Xi Jimping, Putin, Maduro, Guaidó, Castillo, Bolsonaro y Piñera. 

La rama judicial, los organismos de control; la academia, prácticamente no hay un docente colegial o universitario que no apoye su implementación. Incluso, contrario a lo que se pudo creer, el empresariado, de todos los tamaños, y el más conspicuo ha salido a contribuir con ella. La oposición al gobierno, con sus matices, desde aquella joven hasta la más adulta, desde los de la calle hasta los intelectuales. Los partidos aliados en el Congreso incluso el Conservador, que recuerda los propósitos de sus últimos presidentes Betancur y Pastrana buscando la paz, o Álvaro Gómez, firmando la constituyente con quienes lo secuestraron.

Todos a una, con la única excepción: el Centro Democrático. Sí, hay algo raro:  un presidente y su  escudero Archila  -que dejó claro desde su posesión que votó sí en el  plebiscito- sacando pecho, con razones, de su paz con legalidad, y un ambiente de opinión, por supuesto caldeado por la proximidad electoral, sin darle confianza  a la ejecución gubernamental. 

Claro es: el señor presidente Duque fue elegido y posesionado con la marca de Álvaro Uribe Velez, el radical opositor del proceso de paz, y toda crítica de su parte al proceso, como las realizadas a la JEP, su encono contra Venezuela, Cuba, o Márquez y Santrich, cuando aun no decidían irse a la disidencia armada, fue estimulada por el Centro Democrático. Ese desencuentro también tuvo que ver con gestos simbólicos como visitar personalmente  en los ETCR, como  Pondores y Tierra Grata, a la base guerrillera y mandos medios,  pero no sentarse cara a cara, sino, pasados dos años de su mandato, a instancias de la ONU  con la alta dirigencia de las FARC. 

Pensamos que el presidente Duque, en el fondo, es un amante de la paz, que, aunque haya tenido sus criticas originales, quiere dejar en la historia su impronta de una  acertada implementación.

Puede decir que en los Acuerdos se previó  su resultado en un horizonte de 15 años, y sin embargo en 3 años ha logrado terminar los 16 planes seccionales y poner en marcha unas inversiones en los municipios PDET de 10 billones de pesos, incorporar a la sustitución de cultivos ilícitos a 100.000 familias, organizarle proyectos productivos a 13.000 reincorporados y extenderle las garantías y apoyos más allá del 2020; haber apoyado la prórroga de la ley de víctimas y este año gastar en ellas un billón de pesos. Y en obtener la benevolencia de la ONU al declarar que los excombatientes muertos, el lunar del proceso, se dieron a pesar de los grandes esfuerzos del gobierno para evitarlo. Pero, por aquello, el reconocimiento a su gobierno no será pleno.

Editorial
28 septiembre, 2021

Todos, menos uno, defienden la gestión por la paz

En la implementación de la paz, de los acuerdos suscritos por el Gobierno  y las FARC, todos coinciden en defenderla, en mostrar gestiones, llamados y pedidos.  Empezando por el actual gobierno de Iván Duque, que, con su consejero Emilio Archila,  se bate en defensa de sus tareas y francos resultados; la comunidad internacional ni se […]


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En la implementación de la paz, de los acuerdos suscritos por el Gobierno  y las FARC, todos coinciden en defenderla, en mostrar gestiones, llamados y pedidos.  Empezando por el actual gobierno de Iván Duque, que, con su consejero Emilio Archila,  se bate en defensa de sus tareas y francos resultados; la comunidad internacional ni se diga, el proceso colombiano no ha dejado de presentarlo como referente a nivel mundial. En eso coinciden Biden, Xi Jimping, Putin, Maduro, Guaidó, Castillo, Bolsonaro y Piñera. 

La rama judicial, los organismos de control; la academia, prácticamente no hay un docente colegial o universitario que no apoye su implementación. Incluso, contrario a lo que se pudo creer, el empresariado, de todos los tamaños, y el más conspicuo ha salido a contribuir con ella. La oposición al gobierno, con sus matices, desde aquella joven hasta la más adulta, desde los de la calle hasta los intelectuales. Los partidos aliados en el Congreso incluso el Conservador, que recuerda los propósitos de sus últimos presidentes Betancur y Pastrana buscando la paz, o Álvaro Gómez, firmando la constituyente con quienes lo secuestraron.

Todos a una, con la única excepción: el Centro Democrático. Sí, hay algo raro:  un presidente y su  escudero Archila  -que dejó claro desde su posesión que votó sí en el  plebiscito- sacando pecho, con razones, de su paz con legalidad, y un ambiente de opinión, por supuesto caldeado por la proximidad electoral, sin darle confianza  a la ejecución gubernamental. 

Claro es: el señor presidente Duque fue elegido y posesionado con la marca de Álvaro Uribe Velez, el radical opositor del proceso de paz, y toda crítica de su parte al proceso, como las realizadas a la JEP, su encono contra Venezuela, Cuba, o Márquez y Santrich, cuando aun no decidían irse a la disidencia armada, fue estimulada por el Centro Democrático. Ese desencuentro también tuvo que ver con gestos simbólicos como visitar personalmente  en los ETCR, como  Pondores y Tierra Grata, a la base guerrillera y mandos medios,  pero no sentarse cara a cara, sino, pasados dos años de su mandato, a instancias de la ONU  con la alta dirigencia de las FARC. 

Pensamos que el presidente Duque, en el fondo, es un amante de la paz, que, aunque haya tenido sus criticas originales, quiere dejar en la historia su impronta de una  acertada implementación.

Puede decir que en los Acuerdos se previó  su resultado en un horizonte de 15 años, y sin embargo en 3 años ha logrado terminar los 16 planes seccionales y poner en marcha unas inversiones en los municipios PDET de 10 billones de pesos, incorporar a la sustitución de cultivos ilícitos a 100.000 familias, organizarle proyectos productivos a 13.000 reincorporados y extenderle las garantías y apoyos más allá del 2020; haber apoyado la prórroga de la ley de víctimas y este año gastar en ellas un billón de pesos. Y en obtener la benevolencia de la ONU al declarar que los excombatientes muertos, el lunar del proceso, se dieron a pesar de los grandes esfuerzos del gobierno para evitarlo. Pero, por aquello, el reconocimiento a su gobierno no será pleno.