Por: Jacobo Solano C. El acuerdo de unidad nacional, que plantea el presidente electo Juan Manuel Santos, debe ser tomado como punto de partida para impulsar diálogos vitales para una sociedad que ha desperdiciado mucho tiempo en disputas estériles, que no han beneficiado al país; y ante este nuevo panorama desea voltear la pagina y […]
Por: Jacobo Solano C.
El acuerdo de unidad nacional, que plantea el presidente electo Juan Manuel Santos, debe ser tomado como punto de partida para impulsar diálogos vitales para una sociedad que ha desperdiciado mucho tiempo en disputas estériles, que no han beneficiado al país; y ante este nuevo panorama desea voltear la pagina y emprender el diseño de lo que puede ser la Colombia del futuro.
Las fuerzas de oposición tienen un gran reto con sus electores, deben realizar un análisis sensato, sin apasionamientos y dejando de lado las posiciones inflexibles. En cuanto al Partido Verde, por su amplio potencial electoral, no sólo debe limitarse a ser crítico de lo malo y reconocer lo bueno, su papel debe ir más allá; nuestro país no cuenta con tiempo para perder, retrasando o declinando programas educativos para desarrollar en el futuro, cuando tomen el poder; el país los necesita ahora, a Sergio Fajardo, para que lleve a cabo su revolución educativa, a los ex alcaldes Garzón, Mockus y Peñaloza, para que se apropien de las ciudades y apliquen su visión futurista y transformadora que tanto necesitan para avanzar.
No caer en el error de que esto será un frente nacional, les conviene analizar la experiencia de los partidos que se han dedicado a hacer oposición visceral y sin contemplaciones, no les funcionó, un ejemplo visible es el partido liberal que después de ocho años en esa línea de odios y resentimientos de algunos dirigentes, volvió a buscar alternativas más viables, de forma baja pero las buscó. Los verdes tienen la congruencia de hacer política inteligente, moderna y reflexiva, porque si entran en la dinámica de mirar los toros desde la barrera, sus posibilidades de crecer se disminuirán y no les alcanzará el oxigeno para sostenerse cuatro años, que pueden convertirse en ocho, más aún si tenemos en cuenta que es un partido naciente, ¿porque no implantar un nuevo modelo?, ser críticos, pero a la vez participar y aportar al gobierno, para acabar esta polarización que tanto daño nos ha hecho.
Algún día tenemos que admitir un gobierno interactivo, aunque existan diferencias, eso sí, desechando las fuerzas radicales de siempre, que no dan su brazo a torcer, ya lo hizo el Polo Democrático, fijó su posición sin sentarse a dialogar sobre los temas fundamentales, sin advertir que su partido se derrumbó por sus malas movidas y la pésima alcaldía de Bogotá, todavía mantienen el ego elevado y este no les permite rediseñarse, mucho menos proporcionar propuestas para beneficio del país, únicamente son capaces de criticar, criticar y criticar. Llegó la hora de vivificar la política colombiana y que sus líderes sobresalientes estén resueltos a intervenir. Bien hace Gustavo Petro en explorar esas posibilidades, comprobando que no está en la misma línea de sus copartidarios y está decidido a llegar con su plan de tierras, su tema del agua, la reforma pensional y la ley de víctimas que permitieron que se destacara en las pasadas elecciones. Aunque muchos piensan que Santos es únicamente la continuidad de Uribe, sus posturas señalan que es mucho más que eso, ya comienza a gobernar con su propio sello, más dialogante y participativo, esperemos que le vaya bien.
[email protected]
Por: Jacobo Solano C. El acuerdo de unidad nacional, que plantea el presidente electo Juan Manuel Santos, debe ser tomado como punto de partida para impulsar diálogos vitales para una sociedad que ha desperdiciado mucho tiempo en disputas estériles, que no han beneficiado al país; y ante este nuevo panorama desea voltear la pagina y […]
Por: Jacobo Solano C.
El acuerdo de unidad nacional, que plantea el presidente electo Juan Manuel Santos, debe ser tomado como punto de partida para impulsar diálogos vitales para una sociedad que ha desperdiciado mucho tiempo en disputas estériles, que no han beneficiado al país; y ante este nuevo panorama desea voltear la pagina y emprender el diseño de lo que puede ser la Colombia del futuro.
Las fuerzas de oposición tienen un gran reto con sus electores, deben realizar un análisis sensato, sin apasionamientos y dejando de lado las posiciones inflexibles. En cuanto al Partido Verde, por su amplio potencial electoral, no sólo debe limitarse a ser crítico de lo malo y reconocer lo bueno, su papel debe ir más allá; nuestro país no cuenta con tiempo para perder, retrasando o declinando programas educativos para desarrollar en el futuro, cuando tomen el poder; el país los necesita ahora, a Sergio Fajardo, para que lleve a cabo su revolución educativa, a los ex alcaldes Garzón, Mockus y Peñaloza, para que se apropien de las ciudades y apliquen su visión futurista y transformadora que tanto necesitan para avanzar.
No caer en el error de que esto será un frente nacional, les conviene analizar la experiencia de los partidos que se han dedicado a hacer oposición visceral y sin contemplaciones, no les funcionó, un ejemplo visible es el partido liberal que después de ocho años en esa línea de odios y resentimientos de algunos dirigentes, volvió a buscar alternativas más viables, de forma baja pero las buscó. Los verdes tienen la congruencia de hacer política inteligente, moderna y reflexiva, porque si entran en la dinámica de mirar los toros desde la barrera, sus posibilidades de crecer se disminuirán y no les alcanzará el oxigeno para sostenerse cuatro años, que pueden convertirse en ocho, más aún si tenemos en cuenta que es un partido naciente, ¿porque no implantar un nuevo modelo?, ser críticos, pero a la vez participar y aportar al gobierno, para acabar esta polarización que tanto daño nos ha hecho.
Algún día tenemos que admitir un gobierno interactivo, aunque existan diferencias, eso sí, desechando las fuerzas radicales de siempre, que no dan su brazo a torcer, ya lo hizo el Polo Democrático, fijó su posición sin sentarse a dialogar sobre los temas fundamentales, sin advertir que su partido se derrumbó por sus malas movidas y la pésima alcaldía de Bogotá, todavía mantienen el ego elevado y este no les permite rediseñarse, mucho menos proporcionar propuestas para beneficio del país, únicamente son capaces de criticar, criticar y criticar. Llegó la hora de vivificar la política colombiana y que sus líderes sobresalientes estén resueltos a intervenir. Bien hace Gustavo Petro en explorar esas posibilidades, comprobando que no está en la misma línea de sus copartidarios y está decidido a llegar con su plan de tierras, su tema del agua, la reforma pensional y la ley de víctimas que permitieron que se destacara en las pasadas elecciones. Aunque muchos piensan que Santos es únicamente la continuidad de Uribe, sus posturas señalan que es mucho más que eso, ya comienza a gobernar con su propio sello, más dialogante y participativo, esperemos que le vaya bien.
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