Luis Napoleón de Armas P. Con el TLC con los EE.UU no queda tiempo para llorar, la suerte está echada. Cuando debieron darse las discusiones y reparos, los amigos del anterior gobierno, por el solo hecho de ser uribistas, no se atrevieron a lanzar una sola alerta. El senador Robledo analizó a fondo este tratado […]
Luis Napoleón de Armas P.
Con el TLC con los EE.UU no queda tiempo para llorar, la suerte está echada. Cuando debieron darse las discusiones y reparos, los amigos del anterior gobierno, por el solo hecho de ser uribistas, no se atrevieron a lanzar una sola alerta. El senador Robledo analizó a fondo este tratado y mostró hasta la saciedad que, tal como se estaba aceptando, era inconveniente para amplios sectores de la vida nacional. Ni siquiera los representantes de FEDEGAN, muchos de los cuales estuvieron en el cuarto de “al lado”, dejaron su timidez. Era una estrategia de gobierno que era perentorio acompañar. Primero el poder político que las realidades nacionales. Solo unas parcas y temerosas declaraciones de la Sociedad de Agricultores de Colombia, se escucharon perdidamente en esa larga gama de temas. Aquí, parece, que no se discutió sino que se aprobó. Por supuesto, una golondrina no hace verano, Robledo es de la oposición y sus fundadas apreciaciones no fueron escuchadas. En los últimos días he leído las repetidas opiniones del doctor José Félix Lafaurie, presidente de FEDEGAN, con llantos de quimera porque el TLC gringo acabaría con su sector, porque no estamos preparados. Lo que él dice es cierto, lo acompaño en sus lamentaciones pero me suenan extemporáneas; ya no hay nada que hacer; este es el síndrome de la gallina que escandaliza después de la postura. ¿Será esto parte de la estrategia uribista de oponerse a Santos? Con la fuerza que tiene el sector ganadero, bastaba que este se parara frente a Uribe para responsabilizarlo de la masacre a la cual sería sometido. No lo hizo, pesaron más los vínculos ideológicos que los económicos. FEDEGAN tendrá que darle una explicación a los cuatrocientos mil pequeños ganaderos, que Pepe Félix dice que tiene el país. ¡Qué contradictorio! Jorge E Robledo defendiendo a los ganaderos, pero como decía Bertolt Brecht, él “es comunista”, y no le creyeron; ahora vienen por los pequeños ganaderos. Los grandes no tienen por qué preocuparse; ellos tienen varias canastas para sus huevos. Con los TLCs hay mucho maniqueísmo e hipocresía. Resulta que, ahora que Santos habla de un posible TLC con China, los mismos que sacralizaron el TLC gringo, hoy rechazan uno con la segunda economía del mundo, ávida de minerales y materias primas agropecuarias, que son nuestra fortaleza exportadora y que podrían equilibrar las falencias que se tuvieron con el primero. A muchos no les gusta la idea de que los campesinos vuelvan a la tierra de la cual fueron sacados con procedimientos violentos y con su complacencia. No están interesados en que nuestra canasta familiar se produzca dentro del territorio patrio sino en importar alimentos como una actividad comercial monopólica más. Pese a las dificultades de todo orden, nuestros campesinos producen el 70% de la canasta familiar en apenas 14 millones de hectáreas (12.5% del territorio) con vocación agrológica. Un TLC con la China forzaría la adecuación de la infraestructura rural y el mejoramiento de las condiciones de vida de nuestros campesinos que hoy hacen grima en los semáforos de todas las ciudades. Esta es la historia repetitiva del rico Epulón y Lázaro. ********************
Adenda. El idioma empleado por muchos comunicadores sociales deja mucho que pensar de su formación. Cada día leemos u escuchamos que el reo fulano versionará o que el juez sutano audicionará a alguien. La semana pasada escuchamos a un querido diputado hablar de las “ramplas” con una l que él le regaló a la palabra. Ya el término “agendar” ganó la batalla a punta de golpes.
[email protected]
Luis Napoleón de Armas P. Con el TLC con los EE.UU no queda tiempo para llorar, la suerte está echada. Cuando debieron darse las discusiones y reparos, los amigos del anterior gobierno, por el solo hecho de ser uribistas, no se atrevieron a lanzar una sola alerta. El senador Robledo analizó a fondo este tratado […]
Luis Napoleón de Armas P.
Con el TLC con los EE.UU no queda tiempo para llorar, la suerte está echada. Cuando debieron darse las discusiones y reparos, los amigos del anterior gobierno, por el solo hecho de ser uribistas, no se atrevieron a lanzar una sola alerta. El senador Robledo analizó a fondo este tratado y mostró hasta la saciedad que, tal como se estaba aceptando, era inconveniente para amplios sectores de la vida nacional. Ni siquiera los representantes de FEDEGAN, muchos de los cuales estuvieron en el cuarto de “al lado”, dejaron su timidez. Era una estrategia de gobierno que era perentorio acompañar. Primero el poder político que las realidades nacionales. Solo unas parcas y temerosas declaraciones de la Sociedad de Agricultores de Colombia, se escucharon perdidamente en esa larga gama de temas. Aquí, parece, que no se discutió sino que se aprobó. Por supuesto, una golondrina no hace verano, Robledo es de la oposición y sus fundadas apreciaciones no fueron escuchadas. En los últimos días he leído las repetidas opiniones del doctor José Félix Lafaurie, presidente de FEDEGAN, con llantos de quimera porque el TLC gringo acabaría con su sector, porque no estamos preparados. Lo que él dice es cierto, lo acompaño en sus lamentaciones pero me suenan extemporáneas; ya no hay nada que hacer; este es el síndrome de la gallina que escandaliza después de la postura. ¿Será esto parte de la estrategia uribista de oponerse a Santos? Con la fuerza que tiene el sector ganadero, bastaba que este se parara frente a Uribe para responsabilizarlo de la masacre a la cual sería sometido. No lo hizo, pesaron más los vínculos ideológicos que los económicos. FEDEGAN tendrá que darle una explicación a los cuatrocientos mil pequeños ganaderos, que Pepe Félix dice que tiene el país. ¡Qué contradictorio! Jorge E Robledo defendiendo a los ganaderos, pero como decía Bertolt Brecht, él “es comunista”, y no le creyeron; ahora vienen por los pequeños ganaderos. Los grandes no tienen por qué preocuparse; ellos tienen varias canastas para sus huevos. Con los TLCs hay mucho maniqueísmo e hipocresía. Resulta que, ahora que Santos habla de un posible TLC con China, los mismos que sacralizaron el TLC gringo, hoy rechazan uno con la segunda economía del mundo, ávida de minerales y materias primas agropecuarias, que son nuestra fortaleza exportadora y que podrían equilibrar las falencias que se tuvieron con el primero. A muchos no les gusta la idea de que los campesinos vuelvan a la tierra de la cual fueron sacados con procedimientos violentos y con su complacencia. No están interesados en que nuestra canasta familiar se produzca dentro del territorio patrio sino en importar alimentos como una actividad comercial monopólica más. Pese a las dificultades de todo orden, nuestros campesinos producen el 70% de la canasta familiar en apenas 14 millones de hectáreas (12.5% del territorio) con vocación agrológica. Un TLC con la China forzaría la adecuación de la infraestructura rural y el mejoramiento de las condiciones de vida de nuestros campesinos que hoy hacen grima en los semáforos de todas las ciudades. Esta es la historia repetitiva del rico Epulón y Lázaro. ********************
Adenda. El idioma empleado por muchos comunicadores sociales deja mucho que pensar de su formación. Cada día leemos u escuchamos que el reo fulano versionará o que el juez sutano audicionará a alguien. La semana pasada escuchamos a un querido diputado hablar de las “ramplas” con una l que él le regaló a la palabra. Ya el término “agendar” ganó la batalla a punta de golpes.
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