Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 8 agosto, 2021

Tiempos de pandemia en educación

Luego de largos meses de incertidumbre, ansiedad y angustia, es importante compartir con la comunidad educativa de los distintos colegios y universidades de la nación esta reflexión en tiempos de pandemia, porque al inicio de ella todas estas instituciones pensaron que la situación de emergencia no iba a ser tan duradera, por lo que esperaban […]

Luego de largos meses de incertidumbre, ansiedad y angustia, es importante compartir con la comunidad educativa de los distintos colegios y universidades de la nación esta reflexión en tiempos de pandemia, porque al inicio de ella todas estas instituciones pensaron que la situación de emergencia no iba a ser tan duradera, por lo que esperaban encontrarse nuevamente en las aulas de clases y en los pasillos para continuar las cotidianas labores de enseñar, estudiar, aprender, conversar e interactuar entre los miembros de la comunidad educativa.

Lamentablemente hoy, cuando han trascurrido casi dos años, se nota con tristeza que no fue como se presagiaba, porque toda la cotidianidad se vio trastocada brutalmente en esta situación extraordinaria, en donde muchos miembros y familias de nuestra comunidad fueron directa e indirectamente afectados por la enfermedad y la muerte, de esta última hoy ni siquiera sentimos su presencia, perdiéndole en muchas ocasiones el respeto, pero sobre todo el miedo, mas, cuando esto termine, nos daremos cuenta de lo que tuvimos y ya no tenemos, aquellos que se fueron sin haber cruzado un último adiós.

Indudablemente hoy el Gobierno nacional se aferra y le apunta al regreso a clases, sin embargo, es imposible no sentir algo extraño al llegar al colegio y encontrarse con pasillos vacíos, se echa de menos la bulla de los niños, y escuchar el timbre para el cambio o final de las clases. Por eso hoy más que nunca pienso en la institución cerrada y los niños y niñas que dependen de los desayunos y almuerzos escolares para su buena alimentación, también en sus padres que probablemente han perdido sus ingresos y me pregunto: ¿Cómo han hecho para el sostenimiento de su familia?

Las cosas no han estado ni estarán mejor y nada será igual, porque nadie estaba preparado para este caos universal, porque mientras muchos estudiantes gozan de internet y de aparatos tecnológicos otros a duras penas tienen para llevar un poco de alimento a la mesa.

El hambre acecha de manera vertiginosa a miembros de muchas comunidades educativas, y la pobreza se ha profundizado en hogares ante el desempleo y el desespero de estas al ver a sus seres queridos sumergidos en el desasosiego de la enfermedad como máquinas que respiran por tubos a vapor.

Ante este panorama es imprescindible no perder de vista la fe en nuestro Creador y saber que Dios está con nosotros, dándonos esperanza, que aunque la noche está oscura sabemos que al final del día el Dios de la vida, el de la resurrección no nos ha abandonado, teniendo en cuenta que cada miembro de la comunidad educativa ha hecho un gran esfuerzo desde las casas para orientar en las actividades académicas a sus niños, lo que ha conllevado de una u otra forma al fortalecimiento familiar.

Dios quiera que esta grave crisis que estamos atravesando nos ayude a transformar la conciencia colectiva y logremos entender que en medio de la oscuridad aparecerán señales luminosas que reaviven la llama de la esperanza. Confiemos en Dios nuestro Señor, nuestro Padre omnipotente, Él escucha a su pueblo, para que traiga la sanidad a mi nación y al mundo entero que ansiosamente espera ese momento.

Columnista
8 agosto, 2021

Tiempos de pandemia en educación

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Geiner Sánchez Palomino

Luego de largos meses de incertidumbre, ansiedad y angustia, es importante compartir con la comunidad educativa de los distintos colegios y universidades de la nación esta reflexión en tiempos de pandemia, porque al inicio de ella todas estas instituciones pensaron que la situación de emergencia no iba a ser tan duradera, por lo que esperaban […]


Luego de largos meses de incertidumbre, ansiedad y angustia, es importante compartir con la comunidad educativa de los distintos colegios y universidades de la nación esta reflexión en tiempos de pandemia, porque al inicio de ella todas estas instituciones pensaron que la situación de emergencia no iba a ser tan duradera, por lo que esperaban encontrarse nuevamente en las aulas de clases y en los pasillos para continuar las cotidianas labores de enseñar, estudiar, aprender, conversar e interactuar entre los miembros de la comunidad educativa.

Lamentablemente hoy, cuando han trascurrido casi dos años, se nota con tristeza que no fue como se presagiaba, porque toda la cotidianidad se vio trastocada brutalmente en esta situación extraordinaria, en donde muchos miembros y familias de nuestra comunidad fueron directa e indirectamente afectados por la enfermedad y la muerte, de esta última hoy ni siquiera sentimos su presencia, perdiéndole en muchas ocasiones el respeto, pero sobre todo el miedo, mas, cuando esto termine, nos daremos cuenta de lo que tuvimos y ya no tenemos, aquellos que se fueron sin haber cruzado un último adiós.

Indudablemente hoy el Gobierno nacional se aferra y le apunta al regreso a clases, sin embargo, es imposible no sentir algo extraño al llegar al colegio y encontrarse con pasillos vacíos, se echa de menos la bulla de los niños, y escuchar el timbre para el cambio o final de las clases. Por eso hoy más que nunca pienso en la institución cerrada y los niños y niñas que dependen de los desayunos y almuerzos escolares para su buena alimentación, también en sus padres que probablemente han perdido sus ingresos y me pregunto: ¿Cómo han hecho para el sostenimiento de su familia?

Las cosas no han estado ni estarán mejor y nada será igual, porque nadie estaba preparado para este caos universal, porque mientras muchos estudiantes gozan de internet y de aparatos tecnológicos otros a duras penas tienen para llevar un poco de alimento a la mesa.

El hambre acecha de manera vertiginosa a miembros de muchas comunidades educativas, y la pobreza se ha profundizado en hogares ante el desempleo y el desespero de estas al ver a sus seres queridos sumergidos en el desasosiego de la enfermedad como máquinas que respiran por tubos a vapor.

Ante este panorama es imprescindible no perder de vista la fe en nuestro Creador y saber que Dios está con nosotros, dándonos esperanza, que aunque la noche está oscura sabemos que al final del día el Dios de la vida, el de la resurrección no nos ha abandonado, teniendo en cuenta que cada miembro de la comunidad educativa ha hecho un gran esfuerzo desde las casas para orientar en las actividades académicas a sus niños, lo que ha conllevado de una u otra forma al fortalecimiento familiar.

Dios quiera que esta grave crisis que estamos atravesando nos ayude a transformar la conciencia colectiva y logremos entender que en medio de la oscuridad aparecerán señales luminosas que reaviven la llama de la esperanza. Confiemos en Dios nuestro Señor, nuestro Padre omnipotente, Él escucha a su pueblo, para que traiga la sanidad a mi nación y al mundo entero que ansiosamente espera ese momento.