Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 7 julio, 2019

Territorio sin rumbo

Restan menos de seis meses para que terminen los gobiernos municipal y departamental comandados respectivamente por Augusto “tuto” Ramírez Uhia y Francisco “franco” Ovalle Angarita. Los mandatarios forjaron un trabajo conjunto de origen político, bajo el eslogan matrimonio institucional. Esta unión institucional es incuestionable, pues aúna esfuerzos para la implementación de proyectos prioritarios, sin embargo, […]

Restan menos de seis meses para que terminen los gobiernos municipal y departamental comandados respectivamente por Augusto “tuto” Ramírez Uhia y Francisco “franco” Ovalle Angarita. Los mandatarios forjaron un trabajo conjunto de origen político, bajo el eslogan matrimonio institucional. Esta unión institucional es incuestionable, pues aúna esfuerzos para la implementación de proyectos prioritarios, sin embargo, la realidad del departamento convive con sensibles paradojas, mientras el gobernador en rendición de cuentas manifestó que la ejecución de su Plan de Desarrollo iba en 87,30 por ciento, cifra relevante y muy representativa desde el punto de vista cuantitativo, pero antónima con el informe preliminar del DANE, según el cual en el 2018 el Producto Interno Bruto del departamento del Cesar registró un crecimiento negativo de -1,3 % respecto al 2017.

Los contrastes se replican y ratifican en Valledupar, confirmando que los indicadores son reflectores de la realidad. Según el DANE, el índice de desempleo en la capital del Cesar alcanzó en el trimestre marzo-mayo de 2019 el 16.7%, mientras que Quibdó que ocupa el primer lugar a nivel nacional en desocupación registró una tasa de 19.7%. Nos separan tres puntos y la informalidad está por encima del 70 por ciento. El Gobierno de “Tuto” Uhia, será recordado por la recuperación e implementación de los parques en la ciudad, por los malos resultados en el índice Sintético de Desempeño Institucional, por los indicadores negativos en pobreza monetaria y multidimensional, por el manejo folclórico de la economía naranja que concluyó con la desafectación de las áreas de desarrollo naranja y por aspirar a organizar juegos deportivos sin contar con la infraestructura.

El panorama social, económico y político concibe la amplificación de alertas para el territorio, lo que implica reconsiderar las formas, porque es evidente que no se están haciendo bien las cosas. Es tiempo de realizar ejercicios de introspección y comprender que valledupar ya no es de casitas de bahareque, sino un sistema en constante evolución. La misma dimensión y visión hay que desarrollarla en el Departamento.

Construir el futuro en nuestro territorio en medio de la avalancha de situaciones que nos muestra el presente, requiere de mucha seriedad y de esfuerzos decididos que deben partir de la revisión de los costos de las campañas políticas y que haya un gobierno comprometido con su función constitucional y no con su vanidad, ni con los acreedores. En este escenario la ciudadanía debe realizar su propio análisis con base en su realidad existencial.

Planificar a cuatro años está circunscrito en nuestro marco normativo, pero esa condición no debe estar por encima de la capacidad e inteligencia hipotética de los dirigentes que procuran gobernar en el territorio. No sigan actuando como ciegos ni de espaldas a la realidad. Con razón ustedes dirán que leen estas líneas dirán que apunto al idealismo basado en lo imposible, no obstante, procuro invocar el mensaje del liderazgo, que no se trata de acciones épicas sino de las decisiones que tomamos en nuestras vidas cotidianas. Por lo que sucede en nuestro territorio recuerdo un párrafo del libro “Cómo lideran los mejores líderes” de  Brian Tracy: el único antídoto efectivo para la preocupación es la acción intencionada con miras a futuro.

Columnista
7 julio, 2019

Territorio sin rumbo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

Restan menos de seis meses para que terminen los gobiernos municipal y departamental comandados respectivamente por Augusto “tuto” Ramírez Uhia y Francisco “franco” Ovalle Angarita. Los mandatarios forjaron un trabajo conjunto de origen político, bajo el eslogan matrimonio institucional. Esta unión institucional es incuestionable, pues aúna esfuerzos para la implementación de proyectos prioritarios, sin embargo, […]


Restan menos de seis meses para que terminen los gobiernos municipal y departamental comandados respectivamente por Augusto “tuto” Ramírez Uhia y Francisco “franco” Ovalle Angarita. Los mandatarios forjaron un trabajo conjunto de origen político, bajo el eslogan matrimonio institucional. Esta unión institucional es incuestionable, pues aúna esfuerzos para la implementación de proyectos prioritarios, sin embargo, la realidad del departamento convive con sensibles paradojas, mientras el gobernador en rendición de cuentas manifestó que la ejecución de su Plan de Desarrollo iba en 87,30 por ciento, cifra relevante y muy representativa desde el punto de vista cuantitativo, pero antónima con el informe preliminar del DANE, según el cual en el 2018 el Producto Interno Bruto del departamento del Cesar registró un crecimiento negativo de -1,3 % respecto al 2017.

Los contrastes se replican y ratifican en Valledupar, confirmando que los indicadores son reflectores de la realidad. Según el DANE, el índice de desempleo en la capital del Cesar alcanzó en el trimestre marzo-mayo de 2019 el 16.7%, mientras que Quibdó que ocupa el primer lugar a nivel nacional en desocupación registró una tasa de 19.7%. Nos separan tres puntos y la informalidad está por encima del 70 por ciento. El Gobierno de “Tuto” Uhia, será recordado por la recuperación e implementación de los parques en la ciudad, por los malos resultados en el índice Sintético de Desempeño Institucional, por los indicadores negativos en pobreza monetaria y multidimensional, por el manejo folclórico de la economía naranja que concluyó con la desafectación de las áreas de desarrollo naranja y por aspirar a organizar juegos deportivos sin contar con la infraestructura.

El panorama social, económico y político concibe la amplificación de alertas para el territorio, lo que implica reconsiderar las formas, porque es evidente que no se están haciendo bien las cosas. Es tiempo de realizar ejercicios de introspección y comprender que valledupar ya no es de casitas de bahareque, sino un sistema en constante evolución. La misma dimensión y visión hay que desarrollarla en el Departamento.

Construir el futuro en nuestro territorio en medio de la avalancha de situaciones que nos muestra el presente, requiere de mucha seriedad y de esfuerzos decididos que deben partir de la revisión de los costos de las campañas políticas y que haya un gobierno comprometido con su función constitucional y no con su vanidad, ni con los acreedores. En este escenario la ciudadanía debe realizar su propio análisis con base en su realidad existencial.

Planificar a cuatro años está circunscrito en nuestro marco normativo, pero esa condición no debe estar por encima de la capacidad e inteligencia hipotética de los dirigentes que procuran gobernar en el territorio. No sigan actuando como ciegos ni de espaldas a la realidad. Con razón ustedes dirán que leen estas líneas dirán que apunto al idealismo basado en lo imposible, no obstante, procuro invocar el mensaje del liderazgo, que no se trata de acciones épicas sino de las decisiones que tomamos en nuestras vidas cotidianas. Por lo que sucede en nuestro territorio recuerdo un párrafo del libro “Cómo lideran los mejores líderes” de  Brian Tracy: el único antídoto efectivo para la preocupación es la acción intencionada con miras a futuro.