La violencia es una cadena sin fin si seguimos estimulándola. Hay muchas formas de estimular la violencia, redes sociales (hoy en día esta tiene mucha fuerza), palabras donde se refuerzan inconscientemente actos de maltrato (eso le pasa por “cansón”).
Los seres humanos, seres sociales por naturaleza, producto de lo heredado, lo aprendido y en especial lo decidido. Los seres humanos capaces de crear y destruir. Muchas veces la ausencia de una sana comunicación puede hacer la diferencia, pues dentro de los seres humanos hay una parte inocente que se está formando cada día y necesita de una guía adulta constante para aprender a vivir. Me refiero a los niños. Estos cruzan una etapa del ciclo vital donde la formación cerebral sigue en construcción, esto hace que muchas veces en sus formas de comunicar acudan a los sentidos, a experimentar sensaciones para que la mente humana se relacione con el medio que lo rodea.
¿Pero qué sucede cuando esta necesidad sensorial transgrede a uno de su misma condición (niños vs. niños)? ¿Sencillamente están aprendiendo?
Puntualmente hablo del caso de la familia Hardman que conmovió al mundo por medio de redes sociales tras el suicidio de su hijo de 12 años, víctima de bullying en su escuela.
Esto abre tantas posibilidades de debate. En las cuáles de una u otra forma se plantean preguntas: ¿De quién es la culpa? ¿Por qué no habló? ¿Qué hacían las autoridades escolares? ¿Qué debe vivir un niño en su hogar para que maltrate a otro? ¿El abusador también es víctima?
La violencia es una cadena sin fin si seguimos estimulándola. Hay muchas formas de estimular la violencia, redes sociales (hoy en día esta tiene mucha fuerza), palabras donde se refuerzan inconscientemente actos de maltrato (eso le pasa por “cansón”), sugerir silencio, ignorar la situación (pierde importancia), entre muchas opciones inconscientes.
Porque eso somos los seres humanos al acudir o sugerir la violencia, seres inconscientes llenos de mucho veneno emocional, que se descarga generacionalmente y es recibido por aquellos que inicia a experimentar el mundo por medio de los sentidos.
En Estados Unidos, el caso de la familia Hardman no es único en su multitud. De hecho en el 2019 estados unidos alcanzó su máxima tasa de suicidios de adolescentes y adultos jóvenes (Melissa Healystaff Writer, 2019).
“No creo que sea exagerado decir que tenemos una crisis de salud mental entre los adolescentes de EE.UU”, señaló Jean Twenge, psicólogo de la Universidad Estatal de San Diego, cuya investigación se centra en las diferencias generacionales en el bienestar emocional.
Factores influyentes en el suicidio a tempranas edades están relacionados con la depresión y la ansiedad que genera el matoneo estudiantil en dicho país, así plantean investigadores en el Journal of the American Medical Assn.
¿Por qué este caso en particular conmovió, sacudió y le dio la vuelta al mundo? Respuesta sencilla, redes sociales.
¿Hasta qué punto este medio de información masivo se vuelve mediador de concientización y pasa a ser violencia que brinda ideas por identificación de conductas?
Cómo psicóloga alternativa experta en formación humana y autoconocimiento puedo hablar de muchos factores directamente asociados a las consecuencias del bullying.
Sin embargo prefiero hablar de lo que podemos hacer aquí y ahora como adultos y sociedad para generar conciencia global y sensibilizar frente a temas asociados con la violencia.
En Colombia, como muchos países latinoamericanos, ha evolucionado hasta convertirse en una sociedad muy desigual: el 10% de la población más rica del país gana cuatro veces más que el 40% más pobre, según el Índice de Desarrollo Humano de la Organización de Naciones Unidas (ONU). De hecho, Colombia es considerado uno de los países más peligrosos de Latinoamérica.
Nuestro país es peligroso porque es violento, no solo por las masacres que marcaron la historia colombiana, sino también por la poca asertividad comunicativa que tiene la población a causa de niveles bajos de educación y ausencia de trabajo digno frente a la salud mental.
Ahora bien, ¿esta situación social sucedida el pasado 10 de febrero en el estado Utah, Estados Unidos, con la familia Hardman va a ser solo para escandalizarnos ?, ¿O como sociedad nos vamos a tomar un momento para reflexionar frente a nuestras conductas cotidianas que pueden estar influyendo en los seres humanos que nos rodean (niños, adultos)?
A los padres que se preguntan qué hacer es importante sugerir asistir a escuelas de padres (un programa de requisito educativo nacional) y aprender sobre crianza respetuosa. Así mismo asistir al psicólogo para que sus traumas, malestares o enfermedades psicológicas despertadas por heridas de su infancia y adolescencia no se reflejen e impacten negativamente en los infantes que están creciendo a su alrededor.
También es sano enseñar a los niños a expresar sus emociones y estimular actividades que los hagan sentir más seguros como el deporte, el arte, la danza, el teatro, la música, la lectura, la escritura y la interacción con la naturaleza. Estas son actividades que estimulan la autoestima, pues para vivir sin violencia necesitamos trabajar en las formaciones de autoestimas sanas y equilibradas.
Si me preguntan a mí quién es el culpable de que situaciones así (bullying) se vivan en pleno siglo XXI, con sencillez y humildad manifiesto que todos lo somos, lo somos cuando no trabajamos en nuestra salud mental y normalizamos los actos mínimos de violencia, como palabras coloquiales, términos descalificativos (“no sirves para nada”, “nunca haces nada bien”), golpes, destrucción de objetos en ataques de ira y la poca comunicación asertiva para expresar nuestros pensamientos, sentimientos y emociones.
No sabemos quién está escuchándonos, imitándonos o construyendo una creencia basada en nuestros actos y palabras. Y tampoco tenemos idea de cómo están mentalmente los seres humanos que nos rodean, desde los niños hasta los adultos mayores.
La invitación es clara, dejemos solo de escandalizarnos cuando un suceso así se presenta en el mundo y usémoslo como punto de partida para la reflexión y modificación de conductas desadaptativas que marcan psicológicamente a las personas y especialmente a los niños, los cuales son los futuros adultos que darán estructura social a lo que hoy conocemos (a la final es lo que podemos ofrecerle al mundo y la sociedad).
Las lamentaciones y los pesares frente a las situaciones coloquiales como el caso de la familia Hardman, no es la ayuda social que podemos brindar. El aporte social es la conciencia, la decisión de actuar diferente. La disposición de hacer un mundo más tranquilo y amable, para que todos los que vivimos luchas internas podamos afrontarlas libremente y trabajar en nuestra formación humana (sin tantas “trabas” que nos digan que eso no vale la pena porque a la final la sociedad es un asco y los seres humanos lo peor de la humanidad. Sarcasmo).
Dejemos de buscar culpables y empecemos a asumir la responsabilidad social de ser ciudadanos y padres a cargo de la formación humana y social de niños y adolescentes.
Un consejo de salud mental: “Si no tienes nada amable y cortés que decirle al otro mejor no digas nada y mucho menos hagas algo”.
Por Ana García.
psicóloga alternativa, experta en formación humana y autoconocimiento.
La violencia es una cadena sin fin si seguimos estimulándola. Hay muchas formas de estimular la violencia, redes sociales (hoy en día esta tiene mucha fuerza), palabras donde se refuerzan inconscientemente actos de maltrato (eso le pasa por “cansón”).
Los seres humanos, seres sociales por naturaleza, producto de lo heredado, lo aprendido y en especial lo decidido. Los seres humanos capaces de crear y destruir. Muchas veces la ausencia de una sana comunicación puede hacer la diferencia, pues dentro de los seres humanos hay una parte inocente que se está formando cada día y necesita de una guía adulta constante para aprender a vivir. Me refiero a los niños. Estos cruzan una etapa del ciclo vital donde la formación cerebral sigue en construcción, esto hace que muchas veces en sus formas de comunicar acudan a los sentidos, a experimentar sensaciones para que la mente humana se relacione con el medio que lo rodea.
¿Pero qué sucede cuando esta necesidad sensorial transgrede a uno de su misma condición (niños vs. niños)? ¿Sencillamente están aprendiendo?
Puntualmente hablo del caso de la familia Hardman que conmovió al mundo por medio de redes sociales tras el suicidio de su hijo de 12 años, víctima de bullying en su escuela.
Esto abre tantas posibilidades de debate. En las cuáles de una u otra forma se plantean preguntas: ¿De quién es la culpa? ¿Por qué no habló? ¿Qué hacían las autoridades escolares? ¿Qué debe vivir un niño en su hogar para que maltrate a otro? ¿El abusador también es víctima?
La violencia es una cadena sin fin si seguimos estimulándola. Hay muchas formas de estimular la violencia, redes sociales (hoy en día esta tiene mucha fuerza), palabras donde se refuerzan inconscientemente actos de maltrato (eso le pasa por “cansón”), sugerir silencio, ignorar la situación (pierde importancia), entre muchas opciones inconscientes.
Porque eso somos los seres humanos al acudir o sugerir la violencia, seres inconscientes llenos de mucho veneno emocional, que se descarga generacionalmente y es recibido por aquellos que inicia a experimentar el mundo por medio de los sentidos.
En Estados Unidos, el caso de la familia Hardman no es único en su multitud. De hecho en el 2019 estados unidos alcanzó su máxima tasa de suicidios de adolescentes y adultos jóvenes (Melissa Healystaff Writer, 2019).
“No creo que sea exagerado decir que tenemos una crisis de salud mental entre los adolescentes de EE.UU”, señaló Jean Twenge, psicólogo de la Universidad Estatal de San Diego, cuya investigación se centra en las diferencias generacionales en el bienestar emocional.
Factores influyentes en el suicidio a tempranas edades están relacionados con la depresión y la ansiedad que genera el matoneo estudiantil en dicho país, así plantean investigadores en el Journal of the American Medical Assn.
¿Por qué este caso en particular conmovió, sacudió y le dio la vuelta al mundo? Respuesta sencilla, redes sociales.
¿Hasta qué punto este medio de información masivo se vuelve mediador de concientización y pasa a ser violencia que brinda ideas por identificación de conductas?
Cómo psicóloga alternativa experta en formación humana y autoconocimiento puedo hablar de muchos factores directamente asociados a las consecuencias del bullying.
Sin embargo prefiero hablar de lo que podemos hacer aquí y ahora como adultos y sociedad para generar conciencia global y sensibilizar frente a temas asociados con la violencia.
En Colombia, como muchos países latinoamericanos, ha evolucionado hasta convertirse en una sociedad muy desigual: el 10% de la población más rica del país gana cuatro veces más que el 40% más pobre, según el Índice de Desarrollo Humano de la Organización de Naciones Unidas (ONU). De hecho, Colombia es considerado uno de los países más peligrosos de Latinoamérica.
Nuestro país es peligroso porque es violento, no solo por las masacres que marcaron la historia colombiana, sino también por la poca asertividad comunicativa que tiene la población a causa de niveles bajos de educación y ausencia de trabajo digno frente a la salud mental.
Ahora bien, ¿esta situación social sucedida el pasado 10 de febrero en el estado Utah, Estados Unidos, con la familia Hardman va a ser solo para escandalizarnos ?, ¿O como sociedad nos vamos a tomar un momento para reflexionar frente a nuestras conductas cotidianas que pueden estar influyendo en los seres humanos que nos rodean (niños, adultos)?
A los padres que se preguntan qué hacer es importante sugerir asistir a escuelas de padres (un programa de requisito educativo nacional) y aprender sobre crianza respetuosa. Así mismo asistir al psicólogo para que sus traumas, malestares o enfermedades psicológicas despertadas por heridas de su infancia y adolescencia no se reflejen e impacten negativamente en los infantes que están creciendo a su alrededor.
También es sano enseñar a los niños a expresar sus emociones y estimular actividades que los hagan sentir más seguros como el deporte, el arte, la danza, el teatro, la música, la lectura, la escritura y la interacción con la naturaleza. Estas son actividades que estimulan la autoestima, pues para vivir sin violencia necesitamos trabajar en las formaciones de autoestimas sanas y equilibradas.
Si me preguntan a mí quién es el culpable de que situaciones así (bullying) se vivan en pleno siglo XXI, con sencillez y humildad manifiesto que todos lo somos, lo somos cuando no trabajamos en nuestra salud mental y normalizamos los actos mínimos de violencia, como palabras coloquiales, términos descalificativos (“no sirves para nada”, “nunca haces nada bien”), golpes, destrucción de objetos en ataques de ira y la poca comunicación asertiva para expresar nuestros pensamientos, sentimientos y emociones.
No sabemos quién está escuchándonos, imitándonos o construyendo una creencia basada en nuestros actos y palabras. Y tampoco tenemos idea de cómo están mentalmente los seres humanos que nos rodean, desde los niños hasta los adultos mayores.
La invitación es clara, dejemos solo de escandalizarnos cuando un suceso así se presenta en el mundo y usémoslo como punto de partida para la reflexión y modificación de conductas desadaptativas que marcan psicológicamente a las personas y especialmente a los niños, los cuales son los futuros adultos que darán estructura social a lo que hoy conocemos (a la final es lo que podemos ofrecerle al mundo y la sociedad).
Las lamentaciones y los pesares frente a las situaciones coloquiales como el caso de la familia Hardman, no es la ayuda social que podemos brindar. El aporte social es la conciencia, la decisión de actuar diferente. La disposición de hacer un mundo más tranquilo y amable, para que todos los que vivimos luchas internas podamos afrontarlas libremente y trabajar en nuestra formación humana (sin tantas “trabas” que nos digan que eso no vale la pena porque a la final la sociedad es un asco y los seres humanos lo peor de la humanidad. Sarcasmo).
Dejemos de buscar culpables y empecemos a asumir la responsabilidad social de ser ciudadanos y padres a cargo de la formación humana y social de niños y adolescentes.
Un consejo de salud mental: “Si no tienes nada amable y cortés que decirle al otro mejor no digas nada y mucho menos hagas algo”.
Por Ana García.
psicóloga alternativa, experta en formación humana y autoconocimiento.