Si en algo somos como sociedad livianos, es en el hecho de querer descalificar al contradictor en materia política, con el argumento de guerrillero o de paramilitar. Se ha vuelto una constante, en una sociedad polarizada y de extremos, el descalificarnos unos a otros, señalándonos, de: “ese es, un guerrillero”, “ese es, un paramilitar”.