Es evidente que en lo formal se cuenta con el concurso de las autoridades, como las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional, y las garantías del proceso por parte del Consejo, la Registraduría y los ojos de los órganos de control. Pero eso no garantiza que no asistamos, nuevamente, a la feria de compra de votos directa o disfrazada, la presión indebida ejercida por funcionarios y la exhibición de las maquinarias electorales aceitadas por el dinero de la corrupción.