Con la expresión latina del título, se ha dicho que el ingenioso Erasmo de Róterdam, solía terminar el rezo del Santo Rosario. En las próximas columnas– algo en esta, si no supero los caracteres cuyo número debo respetar, por el canon del periódico–me propongo vertir una breve semblanza del filósofo Sócrates que hace el escritor Álvaro […]
Ningún ser humano puede evitar totalmente cometer el mal, de tal manera que sea capaz de levantar sus manos limpias y decir: “soy plenamente inocente”.