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Hace algún tiempo, apareció un grafitis en el cementerio central de Bogotá con una frase graciosa y profunda que parecía dirigida a los vivos: “levántense haraganes, la tierra es para el que la trabaja”.
Después de dos semanas de ausencia de esta columna, regreso con gran preocupación por las tendencias de la Academia de Ciencias de Suecia, responsable del otorgamiento de los premios Nobel.