En la vida breve (42 años) de Jane Austen hubo orgullo, que se tradujo en ser consecuente con su modo de pensar y vivir; en cambio, la sociedad que le tocó en suerte halló razón de ser en el prejuicio. Hacia esa sociedad, en donde la apariencia y el disimulo “eran una moda”, apuntaron los dardos de su ironía, rasgo de estilo dominante en la novela.