Habían pasado casi tres años desde que aquella aventura comenzó, y en las memorias de todos se encontraba la cálida mañana de verano en la que un extraño, luego de haber propiciado la más grande de las pescas jamás vista, les invitó a dejarlo todo y a irse con él.
Se celebraba la fiesta más importante del año: una noche en la que cada familia judía conmemoraba, a través de una cena ritual, el acontecimiento más importante de la historia de su pueblo.