Un domingo de junio a eso de las 10 de la mañana llegué a su casa, ahí estaba el hombre con tres amigos. Yo no lo había tratado mucho pero si lo conocía perfectamente, más aún, llevaba años conociéndolo.
‘No vale nada la vida, la vida no vale nada, comienza siempre llorando y así llorando se acaba, por eso en este mundo la vida no vale nada’ J.A., pero no José Aponte si no el inmortal José Alfredo en su inolvidable ranchera Camino de Guanajuato.